Comenzaré con una anécdota. En una ocasión, yendo en auto a eso de las 9.30, me detuve ante la luz roja de los semáforos de Zonamérica. En ese momento se me arrimó al auto un niño a pedirme plata. Tendría algo así como 8 o 10 años y quizás algo más, pero era muy pequeño, y no podía disfrazar su mendicidad proponiéndome limpiar los parabrisas o algo así. En el momento en que abría mi ventana para darle algo, apareció otro niño, más pequeño que el anterior, y le dijo: “¡Juancito, dice mamá que cuando juntes los pesos suficientes, vayas al almacén a comprar leche para los hermanitos!”. La composición de lugar que me hice me conmovió, y también, obviamente, le di algo más de lo que mecánicamente había pensado darle.

De esta breve anécdota querría remarcar dos o tres cuestiones que me parecen centrales en lo que respecta al trabajo infantil.

En primera instancia, que el trabajo infantil está profundamente ligado a la pobreza. La mayoría de las veces es directamente consecuencia de ella. Es cierto que existe un trabajo infantil emergente de las clases medias, por ejemplo, en la exhibición de niños en las propagandas televisivas u otras. Pero si bien este tipo de trabajo debe ser sometido a normas jurídicas e incluso éticas, no es lo que nos preocupa en este momento. El trabajo infantil es una manifestación de la pobreza, de las estrategias que asumen familias pobres para poder sobrevivir.

En segunda instancia, la expresión de mendicidad que señalábamos anteriormente la consideramos un trabajo. Y esta postura requiere un mayor desarrollo conceptual. Consideramos que esta situación de mendicidad es trabajo porque de la forma en que se desplegó ante nuestros ojos, se inscribe como una actividad socialmente necesaria, que es como definimos al trabajo. Que constituye una actividad, no hay la menor duda, social y necesaria, porque se realiza en el marco de la cobertura de las necesidades de una madre y de sus hijos. E incluso, en este marco, al niño que hace la mendicidad se le exige la responsabilidad de aportar algo que, de no hacerlo, nadie lo hará en su lugar.

En tercer lugar, podemos señalar que a la hora en que se realiza esta mendicidad el niño debería estar en la escuela. Es decir, la necesidad de la casa trastoca las prioridades normales de un niño, dándole al trabajo mayor prioridad que al estudio escolar y a las actividades recreativas que son imprescindibles para un niño de esta edad.

Este simple ejemplo muestra la relevancia de la necesidad absoluta de la erradicación del trabajo infantil, es decir, de atribuirle al niño la responsabilidad de actividades que, de hecho, pueden ser socialmente necesarias pero no deben quedar bajo su responsabilidad. Esto es relevante porque el trabajo infantil difiere de las tareas que tienen una orientación de tipo educativo, como las que se realizan en el seno del hogar o encuadradas en el sistema educativo, como por ejemplo la formación en alternancia que realizan las escuelas agrarias del Consejo de Educación Técnico Profesional.

Pero, a su vez, es necesario realizar un repertorio de trabajos infantiles ya que estos incluyen trabajos rurales, particularmente en las cosechas y en las zafras; artesanales, a veces en la pequeña industria, y sobre todo comerciales y en el turismo. Esta diferenciación es necesaria para ir viendo las distintas estrategias para visibilizar estas actividades y para pensar en políticas de corto y mediano plazo para su erradicación. Es también necesario inventariar todos los trabajos infantiles que no tienen directa ni indirectamente una contraprestación económica, por ejemplo, los trabajos domiciliarios de cuidados y las tareas del hogar, que tienen fuertes consecuencias negativas sobre los rendimientos escolares, cuando la carga de responsabilidad y de tiempo es muy importante.

Es también necesario inventariar todos los trabajos infantiles que no tienen directa ni indirectamente una contraprestación económica, por ejemplo, los trabajos domiciliarios de cuidados y las tareas del hogar.

En este contexto, es necesario, a través de investigaciones, mostrar el papel que juega el trabajo infantil en el ausentismo y el abandono del sistema escolar, en particular en primaria, pero también en los primeros años liceales o de UTU. Así como también en qué medida el trabajo en edades tempranas, aun en tareas muy simples pero que lo alejan del sistema escolar, va determinando que su futuro sea inevitablemente el de trabajar en el sector informal cuando se vuelva adulto. Sería importante realizar estudios de las trayectorias de personas del sector informal para ver en qué medida el ingreso al trabajo en la etapa infantil determina su inserción en el sector informal exclusivamente. Sabemos que en los últimos años se llegó a reducir al 25% los trabajadores del sector informal, pero muy posiblemente en ese porcentaje hay trabajadores que no pueden salir de ese sector porque su nivel de formación y su trayectoria hacen imposible su pasaje al sector formal.

Por otro lado, podemos decir que el ejemplo que hemos dado al comienzo, aunque puede llegar a tener consecuencias desastrosas para los niños, no forma parte de “las peores formas de trabajo infantil”. Tal como se define en el Convenio internacional 182 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el de la esclavitud y sus prácticas análogas, la trata de las niñas y niños, la servidumbre por deudas, la oferta de niños para la prostitución, la producción de pornografía infantil, la utilización de los menores para la realización de actividades ilícitas, en particular la producción y tráfico de estupefacientes, dañan la salud de los niños en mucho mayor medida.

Las “peores formas de trabajo infantil” trascienden ampliamente las “actividades socialmente necesarias” mencionadas antes, y requieren políticas focalizadas y urgentes que articulen políticas represivas contra aquellos adultos que las promueven, con políticas de rehabilitación de los niños y niñas que son o fueron sometidos a estos trabajos aberrantes. Dicho esto, también es necesario realizar estudios de cómo los niños son reclutados para realizar este tipo de actividades y en qué contextos se produce su reclutamiento. Ello para generar políticas para modificar esos contextos con el objetivo de que estas prácticas y trayectorias retrocedan.

La cuantificación de la cantidad de niños que trabajan, tal como surgirá del estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el marco del convenio realizado por el gobierno con la OIT y Unicef, nos dará cifras que nos permitirán aproximarnos más a la gravedad global del problema del trabajo infantil. Sin embargo, es necesario que su problemática se inscriba en la política general de las prioridades de la infancia en situación de pobreza y no como un fenómeno que se puede tratar aisladamente. Y por ello, como señalábamos, que podamos avanzar realizando un auténtico repertorio de trabajos infantiles, herramienta necesaria para realizar políticas más focalizadas y en ocasiones de urgencia, en ciertas formas de trabajo infantil que se califican como aberrantes y lesivas para el niño. Pero a su vez es necesario desarrollar políticas orientadas a transformar los contextos que producen una estructura social que propicia el trabajo infantil, la desafiliación escolar y el destino manifiesto de insertarse en el sector informal.

En resumen:

  • Planteamos que la temática del trabajo infantil y la lucha para su erradicación se integren plenamente a las políticas de la pobreza y de la infancia en el país, y dejen de ser percibidas como un fenómeno aislado.

  • Para ello es necesario demostrar la vinculación del trabajo infantil con la deserción y el ausentismo escolar.

  • Es necesario realizar un repertorio de trabajos infantiles de tal forma de poder hacer políticas más precisas en función de cada tipo de trabajo.

  • Las “peores formas de trabajo infantil” requieren un tratamiento específico que presupone una fuerte participación de distintos servicios del Estado, particularmente la participación del Ministerio del Interior. A su vez es necesario estudiar los distintos mecanismos de captación de niños/as para el comercio de estupefacientes y la prostitución, en toda su complejidad, social, económica y cultural.

  • Finalmente, es necesario estudiar, a mediano plazo, las consecuencias estructurales del trabajo infantil sobre el mercado de trabajo, observando las trayectorias de los trabajadores informales que iniciaron su trayectoria laboral en la infancia.

Marcos Supervielle es profesor emérito de Sociología.