En un mundo en transición, donde los equilibrios geopolíticos se redefinen y los bloques tradicionales se fragmentan o reconfiguran, Uruguay ha decidido no ser un espectador. En menos de un mes, entre el 28 de junio y el 22 de julio de 2025, el presidente Yamandú Orsi y el canciller Mario Lubetkin desplegaron una agenda internacional que no sólo reposicionó al país en el escenario global, sino que marcó el inicio de una nueva arquitectura diplomática: más activa y menos confrontativa, más estratégica y menos táctica, y conectada con las dinámicas del Sur global.

Una política exterior con propósito: crecimiento económico y multilateralismo

El nuevo enfoque de la política exterior uruguaya se resume en una premisa clara: nada de la política internacional sirve si no contribuye al crecimiento económico del país. Esta visión, reiterada por el canciller, orienta cada paso de la diplomacia uruguaya hacia resultados concretos: más comercio, más inversiones, más empleo. Pero también más voz en los foros donde se definen las reglas del juego global.

Este enfoque se articula en cinco ejes: revitalización del Mercosur, liderazgo regional en América Latina y el Caribe, inserción estratégica en Asia, fortalecimiento del multilateralismo, y apertura de nuevos mercados. Cada uno de estos pilares fue activado durante la última gira internacional.

Sevilla: Uruguay en el centro del multilateralismo

La participación de nuestro país en la 4ª Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FFD4) en Sevilla fue mucho más que protocolar. Uruguay fue uno de los cinco países que intervinieron en el acto de lanzamiento de la plataforma global, junto al secretario general de la ONU, António Guterres, y los presidentes de España, Egipto y Kenia. Este gesto fue interpretado como un reconocimiento al prestigio internacional del país y a su compromiso con la Agenda 2030.

Durante la conferencia se discutieron mecanismos financieros innovadores para el desarrollo sostenible, como el uso de bonos y la reestructuración de deuda. Uruguay no sólo respaldó estas iniciativas, sino que también consolidó vínculos bilaterales clave. Entre ellos, se destaca el traspaso de la presidencia del Consenso de Brasilia por parte de Ecuador y el respaldo del Consejo Europeo al acuerdo Mercosur-Unión Europea, cuya firma definitiva se espera para diciembre.

Buenos Aires: el Mercosur se reactiva

La cumbre del Mercosur en Buenos Aires marcó un punto de inflexión. Tras años de estancamiento, el bloque mostró señales de madurez y unidad. Por primera vez en la historia del Mercosur se realizaron tres reuniones de cancilleres en cuatro meses, lo que permitió generar confianza y destrabar negociaciones clave.

El resultado fue la conclusión del tratado de libre comercio con la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio) y el avance decisivo hacia la firma del acuerdo con la Unión Europea. Pero también un cambio de clima: se pasó de hablar de ruptura a hablar de construcción. Incluso el encuentro entre Orsi y Javier Milei, pese a sus diferencias ideológicas, fue calificado como extraordinario y constructivo. Ambos mandatarios acordaron avanzar en una agenda bilateral concreta, con futuras reuniones de gabinete binacional.

El canciller subrayó que el Mercosur ha entrado en una nueva fase, con un tren que ya está en marcha. La presidencia pro témpore de Brasil abre la puerta a nuevas negociaciones, incluyendo a China, India y Vietnam. En este contexto, Uruguay ya no se pregunta a qué mercados acceder, sino qué productos colocar en ellos. La clave será generar valor agregado, atraer inversiones y articular esfuerzos entre el Estado, el sector privado y la academia.

Río de Janeiro: Uruguay en el corazón del Sur global

La participación de Uruguay como invitado en la cumbre de los BRICS fue una decisión estratégica que refleja una lectura realista del nuevo orden económico. Los países de los BRICS representan el 44% del comercio uruguayo, frente al 16% del G7. Lejos de alineamientos ideológicos, Uruguay apostó por estar presente en los foros donde se toman decisiones.

En Río, el presidente participó en debates sobre inteligencia artificial y cambio climático, y mantuvo reuniones bilaterales con líderes de India, Vietnam, Egipto, Angola, Sudáfrica y el presidente del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. Estas reuniones permitieron avanzar en proyectos concretos: India abrirá una embajada en Montevideo, Vietnam propuso una agenda de cooperación a diez años, y Uruguay fue invitado a la próxima cumbre del G20 en Sudáfrica.

Desde la cancillería se destacó que estas cumbres permiten ahorrar recursos y maximizar resultados, al concentrar múltiples encuentros de alto nivel en un solo evento. Además, subrayó que Uruguay no es miembro de los BRICS ni ha solicitado serlo, por lo que no se vio afectado por declaraciones geopolíticas como las del presidente Donald Trump.

Kuala Lumpur: el salto hacia Asia

El cierre de la gira estuvo a cargo del canciller, quien firmó la adhesión de Uruguay al Tratado de Amistad y Cooperación del Sudeste Asiático (TAC), un paso clave para profundizar relaciones con los países de la Asean (Asociación de Naciones de Asia Sudoriental). El acuerdo permitirá iniciar misiones comerciales y abrir un nuevo capítulo en la inserción asiática del país.

La política exterior uruguaya ha entrado en una fase de mayor visibilidad, ambición y profesionalismo. El desafío será sostener este impulso y traducirlo en beneficios concretos para la ciudadanía.

El encuentro fue calificado como uno de los hitos más importantes del año. La Asean representa una economía de 3,9 billones de dólares y una plataforma clave para el comercio global. La adhesión al TAC permite a Uruguay establecer un diálogo directo con países como Indonesia, Malasia, Vietnam y Filipinas, y participar en foros estratégicos como la cumbre de los 52 países miembros del tratado.

Este paso se complementa con la participación de Uruguay en la Expo Osaka, donde más de un millón y medio de japoneses visitaron el pabellón nacional. Allí se consolidaron vínculos con el sector público y privado japonés, y se proyectaron nuevas oportunidades con Corea del Sur. En palabras del canciller, Uruguay ha abierto grandes carreteras diplomáticas: Mercosur, Unión Europea, EFTA, Asean y Asia en general. El desafío ahora es generar valor agregado, atraer inversiones y articular entre el Estado, el sector privado, la academia y la sociedad civil para aprovechar esta ventana de oportunidad.

Una diplomacia con identidad y visión de futuro

Lo que distingue esta nueva etapa no es sólo la cantidad de encuentros o acuerdos, sino la coherencia del mensaje. Uruguay se presenta como un país pequeño pero confiable, defensor del derecho internacional, promotor de la paz y comprometido con el desarrollo sostenible. La narrativa del presidente en foros internacionales ha sido clara: integración regional, cooperación Sur-Sur y una apuesta por el diálogo en un mundo fragmentado.

La presidencia pro témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en 2026, la del Consenso de Brasilia desde este mes y la futura presidencia del Programa Iberoamericano de Cooperación Sur-Sur refuerzan el perfil de Uruguay como articulador regional y global.

Santiago: frente común progresista contra el extremismo

Previo a su llegada a Uruguay, el presidente participó en la cumbre Democracia Siempre en Santiago de Chile, junto con líderes como Gabriel Boric, Luiz Inácio Lula da Silva, Gustavo Petro y Pedro Sánchez. El encuentro, celebrado en el Palacio de La Moneda, fue una respuesta al avance de discursos extremistas y autoritarios en el mundo.

Los mandatarios firmaron una declaración conjunta en defensa de la democracia, el multilateralismo y los derechos humanos. Se comprometieron a impulsar estrategias comunes frente a la desigualdad, la desinformación y los desafíos de la inteligencia artificial. Además, anunciaron la creación de un Observatorio Multilateral de Juventudes frente al Extremismo, liderado por la Organización Iberoamericana de Juventud.

Orsi llamó a “aterrizar la democracia a cuestiones concretas” y destacó que la credibilidad de las instituciones depende de su capacidad de responder a las necesidades reales de la ciudadanía. Sánchez, en tanto, afirmó que preservar la democracia es un deber moral con las generaciones pasadas y futuras, y que el progresismo debe “encender la luz cuando llegan las tinieblas”.

Montevideo: acuerdos con España y una alianza estratégica renovada

La visita oficial del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, a Uruguay marcó un hito en las relaciones bilaterales. Fue la primera de un jefe de gobierno español desde 2007 y coincidió con un momento de fuerte reposicionamiento internacional del país. Durante su estadía, Sánchez y Orsi firmaron seis acuerdos clave, entre ellos un convenio de cooperación en seguridad para combatir el crimen organizado transnacional y una Alianza para el Desarrollo Sostenible, centrada en democracia inclusiva, equidad de género y economías innovadoras.

Sánchez también reafirmó el compromiso de España con el acuerdo Mercosur-Unión Europea, calificando su entrada en vigor como “imperiosa” para impulsar el comercio global en un contexto de tensiones económicas. En foros empresariales, destacó que estas alianzas no son sólo comerciales, sino también simbólicas, representando una apuesta por el multilateralismo y la gobernabilidad democrática.

Orsi, por su parte, subrayó la intención de Uruguay de profundizar los vínculos con España desde una perspectiva institucional, social y cultural. La visita incluyó también un homenaje a José Mujica, con un encuentro entre Sánchez y Lucía Topolansky.

Un nuevo ciclo diplomático

La política exterior uruguaya ha entrado en una fase de mayor visibilidad, ambición y profesionalismo. El desafío será sostener este impulso y traducirlo en beneficios concretos para la ciudadanía. Pero el rumbo está trazado: Uruguay ha decidido estar presente donde se toman decisiones, con voz propia y propuestas claras.

En un mundo que busca nuevos equilibrios, Uruguay vuelve a estar de moda. Y no por nostalgia, sino por estrategia. Uruguay vuelve a estar de moda: diplomacia activa y visión estratégica en el nuevo ciclo internacional.

Daniel Caggiani es senador del Frente Amplio y presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara de Senadores.