La conmemoración de los 200 años de la Declaración de la Independencia no sólo refleja el paso del tiempo, sino también el proceso que ha permitido afianzar nuestras señas de identidad como Estado independiente, soberano, republicano y democrático. Un pueblo de hombres y mujeres libres que, desde el principio, luchó por consolidar su Estado; que enfrentó la barbarie y los intereses foráneos; que supo apropiarse de una reforma educativa, dando lugar a una escuela pública que afirmó los principios de igualdad y de acceso democrático al conocimiento. Un Uruguay secular que situó la fe en su lugar y afirmó el imperio de la ley, llevando a cabo las reformas laborales, sociales y políticas más avanzadas de su época. Un Uruguay social, laico e igualitario que garantizaba el ejercicio de una ciudadanía plena. Esa misma nación enfrentó después el autoritarismo y el sinsentido de sus enemigos durante nuestra última dictadura. De esa resistencia surgió la construcción democrática y el escenario para las grandes transformaciones de inicio de este siglo, que supimos moldear y en las que hoy nos encontramos.

En el tiempo actual, quien ataca los fundamentos de la democracia lo hace invocando la defensa de la libertad y las instituciones; quien sostiene la verdad y denuncia la injusticia no es rebatido, sino sancionado; se antepone el interés particular al colectivo, y no hay límites para instrumentalizar las instituciones con tal de preservar privilegios. Es cierto que nuestro país tiene una larga tradición democrática y fortaleza institucional, construida a lo largo del proceso iniciado desde la independencia. Sin embargo, no escapa a las disputas y contradicciones de nuestro tiempo.

Nuestro país tiene una larga tradición democrática y fortaleza institucional, construida a lo largo del proceso iniciado desde la independencia. Sin embargo, no escapa a las disputas y contradicciones de nuestro tiempo.

Cada 25 de agosto, los frenteamplistas conmemoramos la Declaratoria de la Independencia reuniéndonos en asamblea: debatiendo, pensando, resolviendo, intercambiando y celebrando el Día del Comité de Base. No es casualidad que lo hagamos así. Más allá de efemérides y formalismos, quienes sostenemos la acción política colectiva como fundamento de nuestra herramienta de transformación -el Frente Amplio- entendemos que esa patria independiente, soberana, republicana y democrática debe afirmarse con acciones concretas y esto se renueva en cada encuentro, año tras año.

Este año en particular nos encuentra a los frenteamplistas nuevamente en el gobierno, habiendo renovado el compromiso con la ciudadanía, tanto a nivel nacional como departamental en Montevideo, Canelones y -por primera vez- en Lavalleja. Enormes son los desafíos de reconstrucción y transformación que debemos seguir abordando. Igual de significativo es el reto de avanzar en un escenario que, como señalábamos, nos enfrenta a contradicciones, relatos y sentidos cuya magnitud e intensidad erosionan gran parte de los fundamentos de nuestra convivencia y sociedad. Pero el Frente Amplio tiene historia y fortaleza en sus bases: en los compañeros y compañeras militantes y dirigentes que lo construyen día a día. Somos un partido de gobierno que debe mantenerse organizado y movilizado.

Este 25 de agosto, a lo largo y ancho del país y en el exterior, donde exista un comité, estaremos reunidos tejiendo colectivamente la trama firme y decidida de un nuevo tiempo de transformaciones y esperanza, para que Uruguay siga afirmando sus señas de identidad y superando los desafíos de estos tiempos.

Gimena Urta es edila del Frente Amplio en Montevideo (Alternativa Frenteamplista, Espacio 609).