El 28 de abril, el Sipri (Centro Internacional de Estudios para la Paz) de Estocolmo publicó un informe sobre el gasto militar mundial. El informe incluye datos completos de 2024, no así las sustanciales cifras de aumentos proyectadas para el año en curso, que incrementarán sustancialmente el gasto en Europa y en el resto del mundo.
Más de 100 países sumaron 2.718 mil millones de dólares más que en 2023, casi en todos los casos en detrimento de áreas vinculadas a gastos sociales, con las consecuencias previsibles en las condiciones de vida y el aumento de la desigualdad en sus sociedades.
Los incrementos en Europa, incluida Rusia, superaron las cifras del mayor incremento anual registrado antes del final de la Guerra Fría. El gasto militar total de los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ascendió a 1.506 mil millones de dólares, lo que equivale al 55% del gasto mundial de 2024.
El gasto militar en Estados Unidos representa el 66% del gasto de la OTAN y el 36% del gasto mundial. El gasto en Oriente Medio se disparó en proporciones muy superiores al aumento anual de la Guerra de los Seis Días de 1967.
Es importante destacar que el Sipri monitorea la evolución del gasto militar a nivel mundial y mantiene la fuente de datos pública más completa, consistente y extensa desde 1988.
El Centre Dela’s de Barcelona proporciona datos recogidos en un “Working.papel sobre gasto militar”, acompañados por datos referentes a la financiación de armas, que también han ido actualizando durante 2024 y que están recogidos y explicados en el informe publicado en octubre, “La Banca Armada y su corresponsabilidad en el genocidio en Gaza”. En la Base de Datos del Ciclo Económico Militar se puede consultar las cifras, que en líneas generales son coincidentes con las del Sipri.
En la cumbre de alto nivel Democracia Siempre, que se desarrolló en Santiago de Chile, se tocaron importantísimos temas vinculados a la imperiosa necesidad de incrementar la presencia progresista y elevar su voz en un mundo en el que la derecha cada vez más se corre hacia la ultraderecha y actúa con mayor coordinación.
Uruguay y los demás miembros del grupo de países progresistas deberían llevar este tema como prioridad para la próxima Asamblea General de las Naciones Unidas y plantear al mundo detener esta locura de carrera armamentista.
En ese sentido, las ponencias de los mandatarios presentes han sido de muy alto valor estratégico y marcan un camino para bregar por un nuevo orden mundial sobre la base de un multilateralismo democrático, con una Organización de las Naciones Unidas (ONU) profundamente reformada y democratizada.
Esta perspectiva positiva, con encuentros futuros ya planeados y la incorporación de un número mucho mayor de países, hasta ahora no ha analizado el tema del armamentismo y de sus consecuencias devastadoras. Consecuencias que acentúan una intolerable hegemonía del complejo militar industrial, que no hace otra cosa que acrecentar las inmensas fortunas de unos pocos oligarcas mundiales fabricando, por cifras espantosas, armas que matan cada vez más seres humanos y en forma cada vez más eficiente.
Estas transnacionales de la muerte, que nos pueden llevar a la extinción, multiplican sus ganancias mientras la desigualdad crece y las guerras se extienden. Las maravillas de los avances tecnológicos tienen a las transnacionales (para las que trabajan quienes las crean) como sus principales clientes, haciendo que los avances vertiginosos de la ciencia, la tecnología y la inteligencia artificial terminen por beneficiar a la muerte antes que a la vida.
Esta crítica constructiva sirve para proponer que Uruguay y los demás miembros del grupo de países progresistas lleven este tema como prioridad a la próxima Asamblea General de la ONU y le planteen al mundo detener esta locura de carrera armamentista. Y que propongan levantar un programa mundial Por la Vida y por la Paz. Por la eliminación de las armas nucleares, en contra del armamentismo y por la defensa del ambiente.
Uruguay tiene el prestigio y la trayectoria como para preparar e impulsar una propuesta de esta naturaleza, junto a muchas naciones del mundo.
Carlos Pita fue embajador de Uruguay en Chile, España y Estados Unidos.