La principal conclusión es que de haberse aplicado en esta instancia la ley de cuotas -vigente en las internas de junio y obligatoria para las nacionales de 2014 por única vez- en vez de 18 serían 25 las mujeres con banca para el próximo período. El incremento se hubiera notado en que el Partido Nacional (PN) tendría dos senadoras (una por Alianza Nacional y otra por Unidad Nacional) dentro de su bancada de nueve, y el Partido Colorado una por Vamos Uruguay, en vez de ninguna dentro de sus cinco senadores. Y habría otras cuatro diputadas: dos del Espacio 609 del Frente Amplio (FA) por Montevideo y Canelones, una tercera del PN de Alianza Nacional por Montevideo, y la cuarta también por la capital, pero colorada y del sector de Pedro Bordaberry.
La hipótesis “surge de la simulación de la aplicación de la cuota a las listas ganadoras, suponiendo que aquellas candidatas que ya ocupaban el primer o segundo lugar de la terna, o que encabezaban listas en los departamentos del interior, hubieran mantenido ese lugar”, explica la autora del informe. Jhonson reconoce en su evaluación que la presencia de 18 legisladoras en la próxima legislatura supera “la máxima tasa de representación parlamentaria femenina registrada en el período posdictadura, cuando en las elecciones de 1999 fueron electas como titulares 3 senadoras y 12 diputadas”. En 2004 habían sido electas como titulares tres senadoras y 11 diputadas, llegando a 12 titulares en junio de 2005, cuando asumió una mujer en el lugar de Ramón Fonticiella, electo intendente en mayo de ese año.
De las 18 legisladoras proclamadas el 25 de octubre de 2009, cuatro lo fueron como senadoras (todas del FA) y 14 como diputadas -ocho capitalinas y seis del interior-, de las cuales siete pertenecen al oficialismo, cuatro son coloradas y tres blancas. “Es interesante observar -propone Jhonson-, en aquellas listas que ganaron más de una banca, qué lugar ocupaban las candidatas electas. Tres senadoras (Constanza Moreira, Susana Dalmás y Mónica Xavier) y dos diputadas (Daniela Payssé y María Elena Laurnaga), todas del FA, entraron en el último lugar exitoso de su lista. Asimismo, dos diputadas del PN (Ana Lía Piñeyrúa y Verónica Alonso) y una del PC (Cecilia Eguiluz) ocupaban lugares de suplentes, pero asumirán la titularidad de la banca en la Cámara de Representantes al ser electo su respectivo titular al Senado”.
Siguiendo esta línea, la coordinadora del Área Política y Género del Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales anota que “si el FA gana la segunda vuelta de las elecciones presidenciales ingresará una diputada más por Asamblea Uruguay en Montevideo -Berta Sanseverino, la primera suplente de Enrique Pintado, quien a su vez es el primer suplente al Senado de Danilo Astori”, lo cual elevaría a 19 el total de mujeres electas. Por el contrario, “si el PN gana en noviembre, Ana Lía Piñeyrúa asumiría como titular en el Senado (donde es la primera suplente de Luis Alberto Lacalle en la lista de Unidad Nacional). En este caso, no obstante, no se modificaría el número total de mujeres titulares”.
Otra mirada que establece Jhonson es la comparación, hacia dentro de cada uno de los partidos que obtuvieron bancas el último domingo de octubre, con lo ocurrido en elecciones anteriores. En este sentido, se advierte que “el único partido que registra un aumento importante en el número de mujeres que integran su bancada parlamentaria es el PC”, lo cual tiene un contraste en lo inmediato, ya que en el período que termina esa colectividad no contó con féminas. En los comicios de 1999, cuando Jorge Batlle fue electo presidente en balotaje, “las legisladoras coloradas alcanzaron más de 11% de su bancada”, mientras que diez años después “mejoró su performance en casi 7 puntos porcentuales”.
Por su parte, el FA “sigue la tendencia ya establecida desde 1994 de un aumento casi imperceptible: el porcentaje de mujeres en su bancada aumentará en menos de un punto (y desde 1994 ha aumentado menos de dos puntos)”, al tiempo que el PN “registra un leve aumento en la integración femenina” de poco más de un punto porcentual, sin llegar a recuperar “el nivel máximo que había registrado en las elecciones de 1999 (10,3%)”.