Plantón seguro

Desde las cuatro de la tarde empezó a llegar gente a las afueras de Envidrio, en el Parque Tecnológico Industrial del Cerro. Y tuvo tiempo suficiente para aguardar. Se vieron banderas de Venezuela, de Uruguay, del Frente Amplio y una del Partido Obrero Revolucionario. La mayoría de las pancartas eran sindicales, de gremios de curtidores, la federación de la carne, el sindicato de Funsa y los metalúrgicos, todas ramas en las que hay experiencias de empresas recuperadas. En primera fila se apostaron dirigentes de los Círculos Bolivarianos, con un cartel que repudiaba los “intentos golpistas” contra el Alba y las elecciones en Honduras. Cuando el músico Carlos Alberto Rodríguez, obrero de Funsa, tocó “Canción con todos”, los bolivarianos se pusieron eufóricos. En los parlantes sonaron mucho Larbanois-Carrero y Los Olimareños. Pero aparentemente nadie tenía en los planes una espera tan larga: hubo clásicos del cancionero popular que se escucharon hasta cuatro veces, hasta que alguien recordó que tenía un disco de Abuela Coca y cambió la rutina. Hasta despertó aplausos por el cambio. A lo lejos se veían cuatro francotiradores de la seguridad venezolana, dos arriba del techo del edificio verde con la sigla PTI y los otros dos dentro de un edificio viejo con ladrillos a la vista. No faltaron las bromas sobre el viento y el destino de las balas. Pero después de la oratoria Chávez se acercó a saludar a la gente, repartió besos y firmó autógrafos, sin tomar precauciones.

En algunos países caribeños, entre ellos Venezuela, se utiliza despectivamente el término “ñángara” como sinónimo de militante de izquierda y se aplica, con mayor frecuencia, para referir a aquellos que se caracterizan por sostener posiciones radicales. Aunque seguramente haya nacido por el lado derecho (al estilo de “cuidado con los comunistas”), luego derivó en usos más coloquiales: uno de sus posibles sinónimos, “ultra”, no necesariamente es peyorativo.

“Vos sos un viejo ñángara”, le replicó Chávez a Mujica, luego de que el presidente electo uruguayo le dijera, en una reunión, algo así como “vos sos un milico, pero un milico rebelde”. La anécdota la contó Chávez ayer durante su discurso de casi cuarenta minutos, sensiblemente por debajo de su promedio normal. Mujica se había referido antes a ese punto. “Te mandás unos discursos interminables [...] pero no tienen en cuenta el corazón que tenés. Y se olvidan de las oportunidades y ayudas que ha recibido Uruguay”.

Los venezolanos, según Chávez, están felices con la “gran victoria” del Frente Amplio y el triunfo del “combatiente” Mujica, a quien el presidente se habría sentido, según dijo, “honrado” de acompañar como “soldado raso” de los “batallones que Pepe comandó” en los años de las “luchas duras”. “Sólo que nací un poco tarde”, bromeó. Y luego, al saludar un segundo triunfo de la izquierda en Bolivia, Chávez continuó con humor generacional. “Evo cumplió hace pocos días cuarenta años. No, le estoy sacando diez, tiene cincuenta, y Pepe tiene 55, igual que yo”, dijo.

Aquellos años felices

Ya más serio, vaticinó que con los triunfos de Morales y Mujica “llegó el día de nuestra verdadera independencia”, que vendrá junto con los trabajadores, los estudiantes, las mujeres, los campesinos y los cantores. Homenajeó a Daniel Viglietti y Liber Seregni, cantó a capella la canción “A Simón Bolívar”, de Ruben Lena, y conversó desde el escenario con uruguayos que hace quince años fueron a la Universidad de la República y el Hospital de Clínicas, en su primera visita al país. “’Llegó el carapintada venezolano’, decía la prensa uruguaya”, rememoró Chávez, pero hizo salvedades. “Sólo el Pepe mandó a la gente de Mate Amargo, que hasta edición especial hizo”, continuó Chávez, saludando a uno de los periodistas de aquel semanario, José López Mercao, que estaba en el acto. “Somos los mismos que hace quince años, sólo un poco más trajinados”, le comentó.

El presidente venezolano piensa que con Mujica será posible “reim-pulsar” el comercio entre Uruguay y Venezuela. “Pepe es un gran inventor y un tipo muy práctico”, dijo Chávez, y puso como ejemplo la venta de ganado en negocios que se concretaron durante la gestión ministerial del presdiente electo. “Todo el petróleo que Uruguay necesite por 100 años está en Venezuela, lo tienen allí”, agregó.

Casi lo mismo

Una señora con tono caribeño llevaba un cartel que tenía arriba las banderas de Uruguay y Venezuela. Un poco más abajo se podía leer una gráfica con el título “Idiosincrasia, ni tan lejos ni tan diferentes”, que comparaba expresiones típicas de ambos países. Uno podía ver allí que “macanudo” equivale a “chévere”, “ta” a “okey”, “tomar el pelo” a “mamando gallo”, y “echar pa’delante” a “echarle pichón”. Otros aprendizajes integracionales resultan más curiosos, como por ejemplo saber que “donde el diablo perdió el poncho” sería “donde el diablo dejó los calzones” y que para preguntar “¿te llevo?” en Venezuela se dice “¿te doy la cola?”.

Los agradecimientos fueron mutuos. “¿Quién en este mundo, aun los países fantásticos que tienen alguna riqueza, nos ha prestado algún mango a una tasa de interés del 2%. Sólo Venezuela, y en la vida hay que ser agradecido. Gracias, Chávez, como sos del Caribe te borbotea la sangre, porque allí empezó la música, como dijo [el novelista cubano Alejo] Carpentier”, sostuvo Mujica. Habló de los tres millones de dólares que Venezuela le prestó a un “puñado de trabajadores pelados” tras el cierre de Cristalerías del Uruguay. “Ahora están aprendiendo a ser patrones de sí mismos, no para que otros trabajen para ellos, sino para poderse conducir”, añadió. Chávez coincidió en que en Envidrio se aplica “el socialismo”. Daniel Placeres, militante del MPP y uno de los titulares de la empresa, saludó al “batallón de compañeros” que trabaja en la planta, a Tabaré Vázquez y a Mujica, reconoció el “valor y aguante” de las esposas de los trabajadores y recomendó a los obreros de Metzen y Sena seguir por este camino. Placeres terminó con la consigna de la firma recuperada: “La única lucha que se pierde es aquella que se abandona”.