-¿Cómo surgió su candidatura?
-Por iniciativa de unas compañeras que en su mayoría participan en la Mesa Ejecutiva Departamental de Montevideo. Tuvieron mucho trato conmigo en esta última campaña, que fue la primera en la que trabajé acá. Me lo plantearon y les dije que estaba dispuesta. Es un sacrificio grande y no tengo posibilidades de salir, pero me pareció que era interesante, sobre todo para que el PI muestre otras caras y otros perfiles. Hemos mostrado el de Pablo [Mieres] y el de Iván [Posada, diputado reelecto], que son muy parecidos. Los dos varones, más o menos de la misma generación, profesionales universitarios. Después de la elección dije en la Junta Federal que el partido es mucho más rico que lo que muestra públicamente. Y en ese sentido me parece que encuadra una candidatura como la mía. Una mujer feminista, para empezar. Eso es bastante distintivo entre las figuras que la gente conoce del PI. Soy partidaria de la despenalización del aborto, una diferencia que manejamos con mucho respeto.
Origen y destino
Es oriunda de Durazno pero tras recibirse de abogada se mudó a Rivera, donde residió hasta 2004. Comenzó su militancia política en el Partido Colorado (PC), en el que permaneció hasta 1986. Ese año se incorporó al Partido por el Gobierno del Pueblo (PGP), integrando la mesa departamental del Frente Amplio (FA), hasta que en 1989 se conformó el Nuevo Espacio, con Hugo Batalla. Allí trabajó hasta que este último acordó políticamente con Julio María Sanguinetti. Entonces, junto con Rafael Michelini, creó “el Nuevo Espacio del 94” y en ese período de gobierno ejerció la suplencia del entonces diputado Gabriel Barandiarán. Marcando su perfil, presentó un proyecto para modificar normas del Código Civil vinculadas a la paternidad y otro sobre violencia doméstica. En el siguiente período le tocó también ser segunda en la cámara baja, pero el titular fue Pablo Mieres, y trabajó en la Comisión de Género. Tras la escisión del Nuevo Espacio, fundó, junto con su compañero de banca, el PI.
-¿Cree que este perfil puede atraer votantes de otros partidos?
-Sí. Cuando digo que el PI tiene que mostrar su riqueza, pienso que tiene que hacerlo para crecer. Pero hasta dónde una candidatura femenina, tal vez la única -no se sabe aún-, pueda tener un impacto en el electorado es algo que no sé. En todo caso será un buen experimento para los politólogos. Ojalá hubiera mujeres que decidieran protestar un poco contra el acaparamiento de las candidaturas y los lugares de poder del sistema político uruguayo votando una candidatura femenina. El voto es una forma de mostrar disconformidad.
-¿A quién le corresponde ese cometido?
-Las organizaciones serían las más indicadas para hacer esa convocatoria. El tema es que en Uruguay casi todas las mujeres tienen doble militancia y con eso un compromiso fuerte con algún partido. Y la mayoría de nosotras vamos disculpando la discriminación, o no la disculpamos pero aprendemos a lidiar con ella. No es fácil. Es más fácil que yo te diga que me parece terrible que Glenda Rondán o Beatriz Argimón no estén en el Parlamento y que en este gabinete haya menos mujeres que que yo te diga: “A mí me desplazó fulanito de tal y me pareció terrible porque creo que yo era mejor para tal puesto”.
-¿Qué aporta una visión de género en la gestión municipal?
-Hay consenso en que las mujeres somos más sensibles a los problemas de las personas concretas, y eso es lo que yo creo que puedo aportar. Una mirada más sensible en el transporte. Montevideo no es amigable con la persona que tiene que trasladarse distancias largas para trabajar, no alcanza sólo con un boleto que aun subsidiado es caro en comparación con la región. La gente no viaja cómoda. Con el nuevo sistema de transporte las autoridades pasan a tener una información muy exacta del uso que le dan los pasajeros y esa información debe estudiarse para hacer una reestructura.
-¿Cuál es el gran cambio para la intendencia capitalina?
-Generar conciencia de la contaminación ambiental. Promover la clasificación en el hogar. Es injusto que las autoridades municipales atribuyan a la gente el fracaso de los contenedores naranjas. Para que funcionen tiene que haber campañas claras e insistentes, que no hubo.
Somos mucho más que dos
-Decía que el PI es mucho más rico de lo que muestra públicamente. ¿Cómo es eso?
-El PI no ha logrado enamorar a la ciudadanía, aunque eso solo no explica el resultado electoral. Tal vez somos demasiado serios y racionales, y no hemos podido emocionar. Somos un partido nuevo, que no tiene una historia que pese en ese sentido, y mostrar distintas figuras contribuye a cambiar. Una propuesta política tiene un componente racional, el discurso puede ser traducido en términos racionales pero también en términos emocionales. Tenemos un exceso de pudor de mostrar las cosas de un modo más emocional y eso tal vez haga a nuestro perfil. Y nosotros tenemos gente capaz de hacer una traducción que apasione.
-Los traductores han sido Mieres y Posada. ¿Tiene que haber una renovación en la candidatura a presidente?
-No veo la necesidad. Hice y hago una buena evaluación de la candidatura y de su campaña. En su estilo, que es demasiado serio, logró expresar las propuestas del partido. No siento que debamos plantearnos eso. Sí me parece que el partido, cuando hace una campaña en la que se dice “vote parlamentarios”, para ser coherente debe mostrar más figuras. No tenemos, como tienen los demás partidos, el problema de envejecimiento de nuestros líderes porque los nuestros no tienen 60 ni 70 años como para que nos estemos planteando una renovación generacional.
-¿Cómo debe hacer oposición el PI?
-Venimos de cinco años con un diputado y vamos a enfrentar cinco más con dos. Naturalmente ellos están llamados a cumplir un rol importante e ineludible. No pueden estar en todos los temas y la vida del país no pasa sólo por el Parlamento; el PI tiene que seguir cumpliendo el rol que ha cumplido, estando atento a todos los hechos políticos para dar su perspectiva. Somos chicos pero siempre actuamos como si fuéramos grandes; no es por arrogancia, es por responsabilidad. En general el vocero es Pablo, salvo que el partido decida que para tal o cual tema el referente sea A o B. Ése es un mecanismo que no hemos usado, y personalmente creo que esta idea de mostrar las figuras tiene que empezar a usarse.
-¿A quién votó en el balotaje?
-A [Luis Alberto] Lacalle. Voté sin ninguna alegría porque no es mi candidato y porque en el tema de género en particular tengo una distancia gigantesca, pero era más importante proteger las cuestiones institucionales. Es un poco preocupante la actitud de [José] Mujica frente a las instituciones, cuando habla lo hace con cierto poco apego a lo institucional. Ojalá no pase nada de eso.
-¿Se siente ideológicamente más cerca del Partido Nacional [PN]?
-No me siento ideológicamente más cerca de ningún partido. Yo soy socialdemócrata. Hay sectores socialdemócratas en el Frente Amplio [FA] -con los cuales creo que tengo mucha afinidad-, pero el FA no lo es. Tiene sectores con desviaciones hacia un estatismo que me parece que ya está perimido y otros que tienen cierta concepción de que la democracia representativa no es lo que importa sino la conciliación de los intereses corporativos, y eso me parece profundamente antidemocrático. Con el PN tengo más diferencias aunque paradójicamente haya votado a su candidato. Me parece extremadamente conservador en los temas de género y en otros temas de contenido social. Con el Partido Colorado [PC] de [Pedro] Bordaberry no tengo nada que ver. Yo soy de raíz batllista y él no. Eso me quedó clarísimo cuando dijo que “cree” que votó en blanco en el plebiscito del 80. No es el PC en el que yo milité.