Ayer fue un día de celebración aunque también de recuerdo para “25 compañeros perdidos en este proceso, que por diferentes motivos se fueron de esta vida sin ver terminado el proyecto que hoy estamos empezando”. La historia se remonta al 1º de julio de 1997, cuando los trabajadores de la Curtiembre Midober’s ocuparon la planta ante el incumplimiento en el pago de los haberes. Se dieron un tiempo de discusión que culminó con la decisión de producir y autogestionarse. Raúl Arévalo, integrante del comité de base de Uruven, explicó a la diaria que a partir de entonces cayó la producción y fueron “sobreviviendo con lo que se podía” hasta que en 2002, cuando la crisis afloraba, encontraron un cliente que confió en ellos. “Comenzamos a recortar pedazos de cuero que él mandaba para Argentina”, contó Arévalo. Esa asociación perduró hasta 2009.

Entretanto también realizaron otras tareas, por ejemplo, a pedido de la curtiembre Branaá, salando el cuero, actividad que aún hoy realizan, pero para otra compañía. En abril del año pasado fueron desalojados del local del que se habían apoderado hacía ya más de una década (ubicado en Timote y Villavicencio, en Nuevo París). Se trasladaron a otras instalaciones, en este caso sitas en La Teja, otro de los barrios que supieron vivir al ritmo del cuero cuando éste todavía era uno de los sectores con mayor actividad.

Ayer rubricaron -junto con delegados de la comuna capitalina y de las otras dependencias estatales intervenientes- la compraventa de la nueva sede del emprendimiento devenido cooperativa, sito en Campichuelo 220, otra vez en Nuevo París. Esta posibilidad tuvo lugar de la mano de un viaje que algunos de los curtidores realizaron en 2005 a Venezuela, junto con colegas que integran otro ejemplo de la recuperación de empresas por los trabajadores, Funsa, para participar en el Primer Encuentro Latinoamericano de Empresas Recuperadas.

“Se nos asignó el préstamo, que no tenemos que pagar en efectivo sino con conocimiento. Ya han ido compañeros nuestros allá a ayudar a compañeros de una curtiembre y dentro de poco, en el correr del año, saldrá un grupo grande para enseñar los diferentes procesos del cuero. Ellos tienen un gran problema: les venden los cueros a Colombia, que se los revende terminados, a precios exorbitantes”, describió Arévalo. A fines de 2009, en ocasión de realizarse la Cumbre del Mercosur en Montevideo, el presidente venezolano, Hugo Chávez, asistió al Polo Tecnológico del Cerro para conocer de primera mano la producción de Envidrio (la tercera empresa que recibió respaldo venezolano, además de Funsa y Uruven), que el año pasado cerró su primer balance comercial. En esa oportunidad Chávez participó, junto con el presidente electo, José Mujica, en un acto en el que anunció que el préstamo otorgado en 2005 -consistente en 800.000 dólares- había sido liberado y estaba a disposición.

Con la adquisición del local consumada, ahora es tiempo de las refacciones y adaptaciones del inmueble, que podría quedar operativo a partir de julio. De ser así, concidiría con el mes en el que se cumplen 13 años “de lucha”. “Esto es el sacrificio de 12 años; queremos demostrar que la integración en América del Sur es real, en este caso entre el pueblo de Venezuela y el uruguayo”, destacó Arévalo.

Una vez culminada la puesta a punto de la fábrica, Uruven tendrá su norte en el depilado y el curtido del cuero, pero ya proyecta que en el largo plazo -tres años- incluirá la terminación del cuero y la manufactura de productos propios. Tienen ya firmadas cartas de intención para colocar las primeras partidas que logren generar, una de ellas con la empresa para la que actualmente salan el cuero, y otra con una empresa de zapatos de seguridad. Para que todo arranque faltan al menos unos seis meses; en Uruven afirman que después de 12 años eso es casi nada.