-¿Es posible resolver esto en una elección abierta?
-Desde ahora hasta mayo es difícil otra cosa que no sean diversas candidaturas, y no hay tiempo para una instancia abierta. Parece muy difícil, pero tal vez sea algo para instrumentar en el futuro.
-¿Es riesgoso no mantener la tradición de candidato único en Montevideo?
-Es sólo eso, una tradición. Porque cruzando los arroyos que dividen Montevideo no se pueden cambiar los principios, y tenemos candidaturas múltiples en muchos departamentos. Es cierto que en las internas de junio todos esperábamos con tres candidatos una votación masiva, pero fue exactamente al revés y votaron menos que en 2004. Algo funcionó en las cabezas de los frenteamplistas para no ir a votar. Así que las señales no son absolutamente lineales y son más complejas de lo que se supone.
-¿La candidatura de Varela cuenta con el aval de la fórmula presidencial?
-Sí, muy fuerte.
-¿Un respaldo así no juega en contra, como pasó en otros casos?
-Creo que es a favor. Porque lo estás comparando con situaciones diferentes. La capital tiene que tener la mejor sintonía con el proyecto nacional. No hay un proyecto nacional sin una capital totalmente coordinada con ese proyecto. ¿Puede haber un país de primera sin una capital de primera? ¿Es hoy Montevideo una capital de primera? Hay que preguntarse cuál es el camino, porque no tenemos vía libre y estamos a prueba. Después de 20 años de gobernar, las exigencias son mayores. Quien instaló el tema de Varela no fue Astori sino Mujica, y fue así por cuánto lo conoce en su papel en la Junta Departamental y porque sabe que ha seguido el proceso de cerca.
-¿Cómo imagina la campaña electoral?
-Es muy interesante que los partidos tradicionales estén pensando en figuras de primer nivel, como Javier de Haedo, Ana Lía Piñeirúa y Ney Castillo. Eso le hace bien a la campaña porque obliga a refinar propuestas. Las cosas no se pueden arreglar con cuatro brochazos, y hay saltos de calidad que son obligatorios. La discusión en Montevideo puede ser muy rica.