Un año antes hubiera sido impensable. La noche de ayer parecía el mundo del revés. Un público con remeras del Che Guevara, termos con pegotines del “sí” rosado, rodeados de afiches que decían, por ejemplo, “Anular la ley de impunidad” o “Tenemos derecho a una seguridad social solidaria sin AFAPS”. Un mediotanque al fondo, un fuego encendido y unos fósiles de chorizos fríos, incomibles, en una bandeja metálica. Unos metros más al fondo, posibles restos del almuerzo de ayer.

En ese escenario hablaba ayer el ex herrerista Abdala, escuchado en silencio por los representantes de COFE. Prácticamente todo lo que mencionó fueron coincidencias con los reclamos del gremio público en el marco de la votación de la ley de presupuesto. Que faltó negociación colectiva, que el mecanismo de ajustes salariales en base a la inflación constituye una “pérdida de derechos y garantías salariales” y que la creación de “nuevas figuras”, como el contrato laboral de derecho privado, es “de dudosa legalidad”, porque “el Estado es de derecho público y no privado”.

El ambiente que se percibía al llegar a la carpa de COFE parecía el de un partido de fútbol. Un grupo de militantes, con bombos y palmas, aprovechaba los semáforos en rojo para distribuir y tirar a la calle folletos explicativos del conflicto. De cerca, ya se podía escuchar los parlantes a todo volumen, con música ska, en medio de un conglomerado de banderas de los diferentes sindicatos que rodeaban la “carpa de COFE”. No era imaginable que dos senadores como los frenteamplistas Constanza Moreira (Espacio 609) o Eduardo Lorier (Partido Comunista) pudieran exponer siquiera un par de minutos allí, y ni que hablar de los diputados Abdala y Amado. Pero contrariamente a todo pronóstico, llegaron minutos después de las 19.00 y se dirigieron al particular auditorio.

Confesiones

Las palabras de Amado -que desconocía que iba a ser uno de los oradores del panel, al igual que Moreira- aludieron a la particular situación que se vivía en la carpa. Comenzó señalando que “es evidente que en este tipo de instancias no se viene a juntar votos”, y luego, quizás en referencia a lo que había dicho Abdala hace minutos, sostuvo que “sería muy hipócrita hacer un discurso arengando contra el gobierno, más cuando gobiernos de mi partido dejaron afuera instancias de negociación colectiva”. Eso, desde su perspectiva, responde a “una visión de una generación política del Partido Colorado (PC) que se acostumbró a determinado rol de la vida política del país y se fue alejando de sus raíces”, por lo que acotó: “quien habla y muchos de mi partido han cambiado el tono con que encaramos el relacionamiento con los sindicatos”.

“No sería creíble que alguien del Partido Colorado, del sector liderado por Pedro Bordaberry, venga acá para hacer un discurso complaciente y opositor al FA, en materias donde el FA está mucho más cerca de mi partido en los últimos años”, sentenció, y luego dio a entender que “está la voluntad”, desde su sector “incipiente”, de relacionarse con los sindicatos “por otros senderos diferentes a los que por mucho tiempo la gente de mi partido caminó”. Las intenciones de Amado contrastaron con la actitud de una persona que se paró frente a la mesa de oradores e interrumpió las palabras del diputado, mascullando aparentes insultos, ininteligibles para el público.

A continuación expuso el asesor jurídico del PIT-CNT y director del Instituto de Ciencia Política, Pedro Narbondo, que aseguró que la “verdadera” reforma del Estado vendrá en una ley posterior a la presupuestal. Respecto a esta última norma, el politólogo resaltó que tiene cosas positivas, pero “deja la puerta abierta para reproducir el Estado caótico” de las situaciones contractuales de los trabajadores, haciendo referencia a la variedad de modalidades de contratación de funcionarios que prevé el proyecto. “El 99% de los funcionarios públicos deberían ser de carrera”, consideró.

Por su parte, Moreira comenzó haciendo una crítica a la famosa frase de que “la reforma del Estado es la madre de todas las reformas”. “Hablar del Estado en términos genéricos es un error, al igual que cuando se trivializa el rol de los funcionarios públicos”, opinó. Destacó que la ley presupuestal tiene “cosas buenas” y “esfuerzos”, como los intentos de establecer un régimen de carrera de los funcionarios en base “al mérito, la transparencia y la estabilidad laboral”. Luego dio su perspectiva personal sobre la situación, afirmando que “sin los trabajadores no hay ninguna reforma” y que “los contenidos de la reforma deberían estar incorporados a la negociación colectiva, que es algo más que la discusión sobre salarios y las condiciones de trabajo”.

Para terminar de volver a la realidad cerró la noche Lorier, con un clásico discurso de elevado timbre de voz, antiimperialista y anticapitalista. “Yo creo que no es posible entender a cabalidad lo que significan los temas presupuestales si no somos capaces de ver la profunda crisis por la que atraviesa el sistema capitalista mundial”, advirtió.