“Ya hemos sufrido una gran devaluación de nuestra imagen, credibilidad y reputación. Cada día somos más vulnerables como colectivo y poner al paciente en nuestra contra no hace más que profundizar ese proceso”. El autor del breve y acertado diagnóstico fue el presidente del Sindicato Médico del Uruguay (SMU), Julio Trostchansky, que lo hizo público en una carta abierta a “colegas y compañeros de camino”, publicada el lunes 22 por el diario La República.

Trostchansky escribió para fundamentar su posición contraria al inicio de una huelga de médicos por tiempo indeterminado, en defensa de las cajas de auxilio de esos profesionales, y sostuvo que esa medida implicaría “tomar de rehén al usuario enfermo”.

El presidente del SMU acierta al advertir que la imagen de los médicos ha empeorado y que eso los pone colectivamente en peligro. En esta coyuntura, el problema se agudiza debido a la radicalización en la cuestión de las cajas de auxilio, de las Sociedades Anestésico-Quirúrgicas (SAQ), que reúnen a buena parte de los profesionales del sector (y del país) con mayores ingresos. A tal punto se agudiza que el deplorable incidente ocurrido el lunes en el Ministerio de Salud Pública (con intercambio de golpes entre Ruben Bouvier, activista por los derechos de los usuarios de la salud, y el presidente de las SAQ, José Vera) fue visto con cierto regocijo por unos cuantos ciudadanos que, por lo menos desde el conflicto de las SAQ en 2007, mantienen a Vera en su lista de personas que consideran merecedoras de un piñazo.

Los médicos ya no son venerados e indiscutibles. Una de las causas es la idea errónea de que todos ellos son cómplices para enriquecerse de modo indecente, cuando en realidad son mayoría los asalariados con ingresos y condiciones de trabajo muy poco envidiables. Aumentan los reclamos y las denuncias contra los doctores. Muchos de ellos se sienten víctimas de hostigamiento y cierran filas para defenderse, pero eso no los ayuda a bajarse del pedestal de la omnipotencia y aceptar que, en definitiva, el desarrollo de la conciencia ciudadana sobre los derechos del usuario de servicios de salud es un avance de la civilización.

Durante el actual gobierno el clima ha empeorado por varios factores, entre ellos la presencia como titular del MSP de Daniel Olesker, muy poco querido por los médicos desde que era asesor de la Federación Uruguaya de la Salud, y en general por la percepción de cierto sesgo “antiuniversitario” en el presidente José Mujica y el Movimiento de Participación Popular. Percepción reforzada, por ejemplo, cada vez que el representante de los trabajadores en el directorio de ASSE, Alfredo Silva, que es auxiliar de enfermería, expone su opinión acerca de la capacidad del personal no médico de la salud para realizar cualquier tarea de conducción institucional, incluyendo la dirección de hospitales. O cuando legisladores oficialistas manejan públicamente la idea de convocar a movilizaciones contra la huelga médica.

En estas circunstancias, los médicos deberían saber que más vale prevenir.