-El sindicalista Alfredo Alemán, del Hospital de Clínicas, decía en el número de octubre de Correo Socialista que más de una vez le dijeron “con putos no discuto”. ¿Es algo frecuente en el mundo sindical?

-En Ovejas Negras recibimos hace un tiempo una denuncia de un trabajador metalúrgico. Básicamente el patrón no le pagaba el presentismo y su argumento era que no le correspondía por puto. Él no estaba afiliado al sindicato (UNTMRA) y fuimos a hablar con Marcelo Abdala, que enseguida solucionó el problema. Además del cuadro negativo de una situación laboral, eso te da la pauta de que algo está cambiando en el sindicalismo y de que hay mayor receptividad que hace unos años. Hay articulaciones muy interesantes entre nueva y vieja izquierda. Pasa como en cualquier casa vieja, la estructura central queda y hay que hacer remodelaciones. Algo central en esto es que cuando cuestionamos al que piensa que la única forma de casarse es entre el nene y la nena también cuestionamos al que dice que quien nace pobre tiene que morir pobre.

-¿Qué sucede con los partidos de izquierda?

-Los procesos nunca pueden analizarse ahistóricamente. Desconozco si en algún momento hubo expulsiones por ser homosexual, pero sí existieron ciertos vetos para hacer determinadas ciertas cosas en un partido. En La izquierda armada, de Clara Aldrighi, hay entrevistas con dirigentes del MLN que reconocen que un homosexual no podía integrarse por su vulnerabilidad y por cómo reaccionaría si el enemigo lo agarraba. Nombro ese caso porque está publicado, pero también dentro del PCU hay historias de homosexuales a los que se enviaba a las comisiones de cultura y nunca se los designaba en cargos centrales, por ejemplo. Lo cierto es que no hay figuras notorias en la historia del FA, y de la política uruguaya en general, que sean gays. Y cuando se escucha algún rumor es para atacarlo o restarle calidad. Para el FA es ineludible empezar a reflexionar sobre estos temas y su importancia, porque hay cosas que tienen que atenderse.

-¿En el PCU has podido dar estos debates?

-Es cierto que hace diez años era difícil discutir estos temas, pero el Congreso aprobó, con mucha discusión, un documento muy bueno sobre diversidad sexual de la UJC, con la convicción de que el socialismo en el siglo XXI tiene que discutir estos temas y lo mismo han hecho las juventudes de la Vertiente Artiguista, el Partido Socialista y la CAP-L. El socialismo real quizás alcanzó avances, pero tuvo fallas vinculadas a la lucha por derechos. Si el socialismo es la sociedad del pan y las rosas, la experiencia del socialismo real tal vez se ocupó demasiado del pan y se olvidó un poco de las rosas.

-¿Cómo cayó en el PCU la autocrítica de Fidel Castro sobre cómo trató la revolución cubana a los gays?

-Colectivamente se aceptaron, y se hace responsable como miembro de un movimiento comunista internacional. Quizás algunos compañeros no hacen esa autocrítica y tampoco otras.

-¿Qué episodios de homofobia en la izquierda ha cuestionado Ovejas?

-El más claro fue el del diputado del MPP [Juan José Domínguez] cuando le dijo oligarca puto a Lacalle Pou. ¿Y por qué puto, JJ? Pero en general la situación en el FA está mejor. Hay compañeros que han entendido que ésta es una bandera importante; el caso más claro es el de Margarita Percovich. A veces pasa que cuando se tocan estos debates muchos compañeros pueden apuntar primero para la broma o para hacer un chiste, pero tampoco es algo para que nos escandalicemos de nuestro lado. Todo es parte de un proceso, pero a veces cuesta comprender cómo falta sensibilidad con gente que está pasando mal. El Che Guevara hablaba de ser sensibles ante todo tipo de explotación y de injusticia, y la injusticia no termina con ver gente tirada en la calle. A los compañeros que no ven esto les va a pasar la historia por arriba.