La receta para una edición de la diaria lleva numerosos ingredientes y un considerable tiempo de preparación, aunque en muchos momentos haya que proceder a gran velocidad. Tratamos de lograr un plato sabroso y nutritivo que no caiga pesado, y de darle un sabor general reconocible sin que cada parte pierda el suyo.

Lo que está más a la vista es el aporte periodístico a cargo de redactores y fotógrafos, pero de poco serviría sin todo lo demás.

Del otro lado del 900 08 08, o de las direcciones que terminan en ladiaria.com.uy, están las personas encargadas de la atención a los suscriptores y de la recepción de todo tipo de aportes, comentarios y críticas, intentando que todos lleguen a destino y tengan respuesta. Cerquita de la gente que firma está la que trabaja en corrección, armado y archivo, y la que produce y desarrolla nuestro sitio en internet.

En territorios menos visibles, la que se ocupa de vender espacios publicitarios, de obtener y administrar todo tipo de recursos, de realizar cobranzas y pagos, de numerosos trámites, del soporte informático, de que la versión digital preliminar de cada ejemplar se transforme en papel impreso y llegue a cada uno de casi siete mil domicilios en todo el país. Aparte de todo eso hay que mantener viva la capacidad de hacer proyectos y de fijarnos nuevas metas, para que lo logrado no devore lo que podemos lograr. Y también es necesario, indispensable, mantener vivo y fuerte el núcleo de autogestión colectiva sin el cual nada habría sido ni será posible del modo que queremos.

Y además, por supuesto, está el vínculo crucial con ustedes. Este proyecto se sostiene fuera de sí y, como suele suceder, lo más interesante ocurre en las fronteras. La magia nace de los márgenes.

Con esta receta, de la cual nos reservamos algunos ingredientes secretos, se intenta realizar cada edición de la diaria, y algunas nos salen mejor que otras. Mientras este texto se acerca a su punto final, el grupito de personas que queda en Soriano 774 va concluyendo, en una noche muy calurosa, la edición número mil. En un ratito vamos a darnos el gusto de hacer la portada, pero confesamos que no hemos esperado a terminarla para empezar a brindar.

Hace más de seis años, cuando algunos empezamos a incubar una idea que podía parecer descabellada, nadie podía asegurar que íbamos a llegar hasta aquí, pero lo soñamos. Gracias a todos los que estuvieron y a todos los que están por hacer realidad aquel sueño, que ahora es más nuestro porque no es sólo nuestro.