A medida que se acerca el 9 de mayo, las calles de las ciudades se van llenando de publicidad con rostros de políticos. Los nombres de quienes aspiran a gobernar intendencias adquieren en varios casos una notoriedad que no tuvieron en las elecciones nacionales.

Por fuera del medallero

Asamblea Popular (AP), un agrupamiento de sectores e independientes, participó por primera vez en las elecciones el año pasado y logró 0,65% de los votos, a considerable distancia del PI y sin lograr legisladores. “Así como el PI es un desgajamiento del FA por la derecha, éste lo es por la izquierda”, señaló Cardarello. Según Raúl Rodríguez, postulado a la presidencia por AP, “va a haber en el futuro una expresión verdaderamente de izquierda como representa la AP en la actualidad, con otros aliados que aún no están, incluso con algunas fuerzas que ahora componen el FA y que empiezan a ver que AP tenía razón”.

De todos modos, Mariella Demarco (candidata en Montevideo por el Partido Independiente, PI) dista mucho de ser tan visible como Pablo Mieres, el líder de su fuerza política, o como Iván Posada, diputado por el PI. “Soy más conocida ahora que hace cuatro meses, pero tengo menos exposición pública que la que debería tener en beneficio de mi partido”, dijo a la diaria Demarco, y señaló que “al PI siempre le prestan menos atención”, lo que hace que “sea más difícil construir una imagen”. Sin embargo, destacó que “también se trata de una oportunidad para que el partido se muestre ante la opinión pública”.

Desde que la reforma constitucional de 1996 determinó que las elecciones departamentales se realizaran por separado, ha sido una constante que los partidos menores disminuyan su votación con respecto a las nacionales anteriores. En los comicios de 2004, los primeros en los que participó, el PI obtuvo un 1,84% de los votos, mientras que en las departamentales de mayo de 2005, sus listas sumaron el 0,91%. Es preciso recordar que sólo se presentó en ocho departamentos, pero sus resultados en Montevideo indican una pérdida de 10.000 votos de octubre a mayo. Algo similar le había ocurrido en el ciclo 1999-2000 al Nuevo Espacio liderado por Rafael Michelini, en aquel entonces fuera del Frente Amplio: logró 4,44% en las nacionales y apenas 1% en las departamentales.

Para el politólogo Antonio Cardarello, el sistema aplicado para las elecciones departamentales, con posibilidad de varias candidaturas por partido y “en el que se obtiene la intendencia por mayoría relativa, tiende a concentrar la competencia en dos grandes bloques de poder, por lo que se torna bipartidista, y hace que quede muy poco espacio para los demás”.

Según el especialista, eso, sumado al poco peso que puede tener la oposición en las Juntas Departamentales, donde el partido ganador obtiene en forma automática una mayoría de 16 en 31, y a la asimetría de poder entre esos organismos y las intendencias, hacen que sea poco tentador votar a un partido menor. “De ahí que desde 1999, cuando se comenzó a aplicar este nuevo sistema, ningún cuarto partido haya conseguido un solo edil de los 589 que hay en todo el país” (sin contar los de las Juntas Locales).

Problema nacional

La caída en las elecciones departamentales es sólo un aspecto del espacio decreciente para un cuarto partido. Ese lugar fue ocupado en 1984, tras la dictadura, por la Unión Cívica, que adquirió visibilidad por participar en las negociaciones de la salida con los militares y cuya votación fue de 2,3% en 1984 (una proporción similar a la actual del PI), obteniendo dos diputados y -en San José- un edil.

En 1989 se formó, con el liderazgo de Hugo Batalla, el Nuevo Espacio (NE), como escisión del Frente Amplio (FA): era una alianza entre el Partido por el Gobierno del Pueblo, de Batalla, el Partido Demócrata Cristiano y figuras independientes. Fue el más exitoso de los cuartos partidos posdictadura, con 8,63% de los votos, logrando dos senadores y nueve diputados, pero la polarización entre el FA y los lemas llamados tradicionales acotó su incidencia, y Batalla pasó al Partido Colorado en los comicios de 1994, como candidato a vicepresidente en la fórmula ganadora de ese año, que encabezó Julio María Sanguinetti. Pero el NE también participó, con Rafael Michelini a la cabeza, y obtuvo cerca del 5%.

En 1999 comenzó a aplicarse el nuevo sistema electoral, que según Cardarello es un fuerte estímulo a la presentación de un cuarto actor, porque al existir el balotaje (que se llevó a cabo dos de tres veces), no existe la presión de votar “a ganador” en octubre. Sin embargo, en aquella oportunidad la votación del NE bajó medio punto porcentual. Según Horacio Yanes, fundador del NE y actual diputado del FA, la década del nuevoespacismo como cuarto partido “respondió al momento histórico en que se vivía: la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética. La izquierda mundial empezó a buscar nuevos paradigmas y se revisaron muchas cosas”.

En 2004, la mayoría del NE decidió aliarse con el FA (al que se incorporaría poco después de las elecciones), pero un sector no quiso seguir ese camino de regreso y formó el PI, que en aquellas elecciones tuvo la peor votación de un cuarto partido tras la dictadura. Se completó así un ciclo de 15 años de caída del “cuarto espacio”. Ese ciclo se revirtió el año pasado, cuando el PI repuntó al 2,4%. Cardarello piensa que la elección de 2009 era una gran oportunidad para que el sector obtuviera una banca en el Senado, capitalizando a descontentos con la polarización entre José Mujica y Luis Alberto Lacalle (mucho más marcada, en términos personales, que la de Tabaré Vázquez y Jorge Larrañaga en 2004). Para Mieres, el PI se vio perjudicado por “un hecho que nunca antes había ocurrido en la historia política uruguaya y que no ha sido bien analizado: se inauguró una elección de fórmulas presidenciales. El PN y el FA trabajaron mucho sobre sus candidatos a vicepresidentes, con lo cual esa aparente ventaja que podíamos haber sacado nosotros, por el hecho de que los candidatos eran de las puntas, se diluyó”.

Cardarello considera que el PI “debería dejar de tratar de apostar a ser un partido que articula entre los dos grandes bloques, porque hasta ahora no se ha dado ninguna instancia para eso, y jugársela por algún tema en concreto”, ya que ante “un FA con mayorías absolutas, un PN en el entorno de un 30% y un PC recuperado tras 2004, no les queda mucho margen”.