“No me ofrezcas lo que sé que tengo que aceptar”, le habría dicho Jorge Larrañaga a Luis Alberto Lacalle en la noche del 28 de junio, en una reunión que mantuvieron antes de anunciar que integrarían ambos la fórmula presidencial. El encuentro fue en la agencia Ímpetu, que se haría cargo de la campaña para octubre. Acto seguido, el líder de Alianza Nacional le habría pedido a Lacalle “una mano” para saldar deudas por entre 350.000 y 400.000 dólares generadas durante la elección interna. La versión es del libro La derrota. Los porqués del fracaso de Lacalle, del periodista Martín Pintos de El Espectador.

Ayer Larrañaga desmintió la “noticia”, que dijo que le “ofende”. El senador sostuvo que los recursos para la campaña provinieron de los votos obtenidos por las listas, “que se trasladaron a través de los respectivos movimientos y a través de las comisiones de finanzas”. Sobre las eventuales deudas contraídas a través de cheques en diferido, Larrañaga dijo que no firma “ni en los velorios; no tenemos libreta de cheques de pago diferido y nunca firmamos a nadie un cheque en pago diferido”, y desmintió “de manera terminal y total esa información”.

Larrañaga devolvió la pelota para el otro sector del partido y dijo que “cabrá preguntarle al doctor Lacalle para que él exprese lo que tenga que decir sobre eso”. Dijo que la versión “no se condice con el gesto que nosotros tuvimos, y creemos no merecerla”. Lacalle, que estuvo ayer en las ceremonias de asunción presidencial en Chile, dijo que no iba a realizar comentarios hasta volver al país y tener contacto con el libro.

En la publicación, varios dirigentes nacionalistas entrevistados por Pintos sugieren algunas de las razones por las que perdió Lacalle la elección. El propio ex candidato dice que “ni la Virgen María” le podía ganar a Mujica, porque el triunfo del candidato del Frente Amplio “era inevitable desde el comienzo de la contienda”. Gustavo Penadés explica la derrota a partir de las denuncias de corrupción que rodearon el gobierno blanco (1990-1995), y que, dijo, “son un fantasma que estará junto a Lacalle para siempre”, mientras que Francisco Gallinal apunta al “exceso de confianza” que se notó en el candidato luego de ganada la interna.

Para Gallinal, en la noche del 28 de junio volvió “la soberbia” al entonces candidato presidencial: “Ahí estaba, otra vez en sus ojos, esa soberbia que uno piensa pero... ¿por qué? Venía con Larrañaga al lado, esa mirada de goce por la situación en la que estaba, como diciendo ‘¿vieron?, hasta éste tuvo que venir a negociar conmigo’ [refiriéndose a Larrañaga]”. Ayer los legisladores herreristas no quisieron hacer comentarios, y tan sólo Luis Alberto Heber se limitó a decir que no va a leer el libro porque no cree “en la objetividad ni en el profesionalismo de ese periodista”.