Los hechos

En una operación que se inició en la madrugada del 14 de abril de 1972 los tupamaros ejecutaron al ex subsecretario del Interior Armando Acosta y Lara, a un militar y dos policías. Más tarde, ese mismo día, efectivos armados de la fuerza conjunta allanaron locales del MLN, dando muerte a ocho personas.

En primera fila estuvieron los ex presidentes Luis Alberto Lacalle y Julio María Sanguinetti. Al culminar el acto Lacalle recordó que “todos los años” asiste a este homenaje, que recuerda a “aquellos que hasta 1972 libraron la guerra contra la subversión en un país donde había libertades, partidos políticos, libertad de expresión y de voto” y a los que “en ese período, defendiéndonos a todos nosotros y a las instituciones, dieron su vida tanto desde el instituto policial como desde las FFAA”. En el acto no había representantes de Alianza Nacional (AN), la otra pata del nacionalistmo. El coordinador de ese sector, senador Eber da Rosa, señaló a la diaria que “simplemente no cuadró” estar presentes pero aclaró que con Lacalle, en tanto presidente del directorio blanco, “el partido estaba representado”. Sanguinetti estuvo acompañado por el senador colorado Tabaré Viera, el ex diputado Daniel García Pintos y el ex jefe del Ejército y dirigente colorado Raúl Mermot, todos ellos pertenecientes a Propuesta Batllista. No concurrieron referentes del sector mayoritario, Vamos Uruguay (VU). “La verdad es que no se planteó nada en el partido ni en VU. Simplemente no fue nadie espontáneamente; no hubo ninguna discusión”, dijo a la diaria un legislador que prefirió mantenerse en el anonimato.

Unidad nacional

Para el general Manuel Fernández, presidente del Círculo Militar, “aún hoy seguimos inmersos en la lógica de esa guerra” civil porque “nunca se firmó ningún documento entre las partes combatientes, ni capitulación, ni armisticio, ni pacto, ni cese de hostilidades”. Y añadió que “esta guerra revolucionaria ha incrementado su accionar” contra las FFAA en los últimos cinco años. “Nos referimos al frente judicial y jurídico que se ha ensañado con los remanentes del viejo ejército nacional mediante artilugios de la guerra psicopolítica magistralmente conducidos”, explicó.

Desde esta postura y en el contexto en que Uruguay es “un caso único en la historia del mundo” por tener “un ex jefe guerrillero que abandonó la lucha armada” como presidente, el militar está convencido de que “en sus manos está recomponer la unidad nacional seriamente deteriorada”. Para Fernández es “hoy y ahora” el momento de “que dejemos de lado todas esas desconfianzas que tanto daño nos han hecho” y de “mirarnos cara a cara y decirnos claramente las cosas, las que nos gustan y también las que no nos gustan”.

El presidente había apelado al mismo concepto de “unidad nacional” el 16 de marzo, en Durazno y ante las FFAA, cuando planteó, por primera vez en ejercicio del gobierno, la “reconciliación”: “Recuerden, soldados; dijimos ‘Ni vencidos ni vencedores’. Unidad nacional significa que hay un algo mayor que es causa común, que nos envuelve a todos, algo así como una gigantesca bandera que nos abriga y nos compromete, una especie de ‘nosotros’ anónimo, que más que actuar como un legado del pasado es una afirmación hacia el porvenir. Es el sueño, en definitiva, de que nuestros hijos sean mejores que nosotros”.

Para Fernández “unidad nacional” significa “concordia verdadera”; tener “voluntad de paz y disposición de diálogo”, el “fin al hostigamiento y a las provocaciones a las FFAA” y que “no queremos transmitirles nuestras divisiones a los hijos de nuestros hijos”. “Es ahora, hoy, y no mañana cuando debemos afrontar el mutuo compromiso de dar definitivamente vuelta la página de una historia que no hubiéramos querido vivir” y que “jamás debió ser abierta”, insistió Fernández.

“Con esta actitud se deja al costado, como despreciados, a los cuerpos armados como un perro peligroso atado en el fondo al que no queremos mirar mucho. Sin embargo, está integrado por hombres de pueblo que tienen -nada más ni nada menos- la tarea de llevar las armas del país”, expresó días atrás el presidente en su audición radial. En el tren de las coincidencias, Mermot disparó que las intenciones de Mujica de lograr la “unidad nacional” es “auspiciosa”, aunque las relativizó al decir que no pasan de intenciones y que el “estado de enfrentamiento” continúa. Había hecho estas afirmaciones antes de asistir al Centro Militar, de mañana y en el marco del acto recordatorio organizado por su agrupación en la Plaza de la Bandera. Consultado por la diaria, Sanguinetti no quiso hacer declaraciones sobre el planteo militar. Lacalle opinó que “la concordia” es un “objetivo loable” y que su partido contribuyó a ésta votando la ley de caducidad, la ley de amnistía y el reintegro de los funcionarios públicos. Sobre una eventual reconciliación señaló que “ésas son preguntas que tienen respuestas obvias”, pero que él no le da “indicaciones al gobierno”.