Lo dijo

Finanzas. El déficit del gobierno blanco en 2005 era de 960 millones de pesos, y vamos a cerrar este ejercicio por el orden de 840 millones. Pensábamos reducirlo más, pero sí logramos un cambio cualitativo en el componente de ese déficit, porque reducimos gastos de funcionamiento y aumentamos la inversión. Adeom. Bajamos de 3.000 a 2.700 funcionarios permanentes. La relación con el sindicato fue tensa al principio, pero mejoró. Con la discusión presupuestal habrá demandas, pero hay que buscar equilibrios con lo que necesitan otros sectores que no tienen voz y a los que hay que defender. Salario. Doné la mitad del sueldo hasta el cuarto año para una sede de la Universidad, lo que acumuló unos cinco millones de pesos. La Junta Departamental votó una rebaja de 15% para el sueldo del intendente, y a eso tengo que sumarle 15% de aporte al FA y 15% para la AP. Veré ahora cuánto me queda con el primer sueldo como intendente para decidir si sigo aportando.

-¿Qué permitió la integración del grupo de Darío Pérez en esta segunda administración?

-Los tres candidatos del FA teníamos asumido, ya en la campaña, que debíamos generar un espacio común de gobierno con todas las tendencias, que asegure un proyecto programático a quince o veinte años. Para manejar esa estructura necesitamos apostar a la formación de cuadros políticos y técnicos, y en el FA de Maldonado asumimos que darle continuidad al proyecto no es tarea para uno solo, y que todos debemos involucrarnos.

-¿Y su relación personal con Darío?

-Mejoró mucho en la campaña y ahora su decisión de participar en el gobierno es más que importante. También para su relacionamiento con las fuerzas que me acompañaron, porque dentro de cinco años su nombre sonará de nuevo con posibilidades y es importante que forme cuadros de gobierno. Hay que aprovechar el cambio cualitativo de este relacionamiento para el bien de todos.

-¿Cómo fue su vínculo con la Departamental del FA?

-Tuvimos una primera etapa muy conflictiva. El FA en el interior siempre fue fuerza de oposición y nos costó resolver cómo nos transformamos en un partido de gobierno y cómo ser oficialistas. También pesaron las diferencias legítimas respecto a la aplicación del programa, que siempre depende de improntas y prácticas políticas cotidianas. En 2008 comenzó una nueva etapa, con la conformación de una mesa tripartita con la Mesa Política, bancada de ediles y Ejecutivo, que empezó a discutir líneas estratégicas y temas como la ejecución presupuestal, el plan de ordenamiento territorial, la modificación de las ordenanzas y la creación de los municipios. Ese ámbito de búsqueda de acuerdos le sirvió a la fuerza política para consolidarse como fuerza de gobierno, y a partir de entonces, aunque siempre existen momentos de tensión, la relación mejoró. Discutimos en igualdad de condiciones, pero sin confundir los roles, y en eso entran las fuerzas sociales, fundamentales para el proceso de acumulación.

-¿A qué actores sociales se refiere?

-Al movimiento sindical, que ha crecido mucho estos cinco años, y sectores vinculados al arte, la cultura y el deporte. Hay una masa crítica intelectual que tiene una enorme capacidad de innovar y hacer aportes. La instalación de la Universidad de la República y otras privadas en Maldonado servirá para avanzar en debates profundos y no quedarnos en la cáscara. Damos respuestas simples a complejidades mayores y para cambiar eso precisamos una masa crítica que no diga siempre “amén” y que genere nuevas respuestas acordes a estos procesos.

-¿Qué compromisos programáticos le preocupan más? Cómo hacemos para mantener los flujos de inversión y empleo del gobierno pasado. La costa atlántica significa más del 50% de los ingresos por turismo del país, junto a otras inversiones, como la inmobiliaria. Pero tenemos que diversificar la matriz de empleo y por eso apostamos fuertemente a la producción agroalimentaria, como la vid, olivos y arándanos. Tenemos que complementar eso con la instalación de polos logísticos y call centers, que usen infraestructura que está desocupada buena parte del invierno. Hay planes de segunda residencia para tener turismo todo el año, lo que requerirá una fuerte apuesta de inversiones desde el gobierno nacional. Y me preocupa cómo atacamos al núcleo duro de la desocupación a través de políticas sociales.

Flaquezas políticas

-¿La caída electoral de Alianza Progresista (AP) puede explicarse por una pérdida de identidad al integrarse al Frente Líber Seregni (FLS)?

-Soy partidario del FLS que nació como una búsqueda de equilibrios. Ese objetivo se cumplió pero después entró en letanía y hace unos quince días reavivó su funcionalidad ante planteos de cambios a la orientación económica [lo dice por las manifestaciones del senador comunista Eduardo Lorier]. El FLS es una herramienta para combatir la atomización permanente del FA, porque 29 organizaciones en la Mesa Política parece un contrasentido. La AP votó mal por varias razones, pero es un proyecto vigente y útil para fortalecer el FLS. Porque hay un rol intransferible de la fuerza política y eso a veces no lo vemos en la izquierda, que es la construcción de una escala de valores de la cultura del cambio, que incluye aspectos como la solidaridad, el humanismo, la defensa de los más débiles y la necesidad de combatir el “no te metas”. Si no planteamos el debate y le sumamos adhesiones, perderemos la base de sustento del proyecto político, y nadie garantiza que el FA siga al frente en los próximos años.

-¿Imagina que su carrera política adoptará una dimensión nacional?

-No me entusiasma esa idea. Fui electo diputado en 2004 y gané la intendencia un año después, y nadie pensaba que iba a ganar, ni siquiera yo. Tengo una visión desde lo local a lo nacional y aspiro a que lo nacional tenga una visión hacia lo local, porque si no no hay proyecto de país. Pero no me imagino como una figura nacional, sí como un referente para aportar desde lo local. Después de esto [por el período 2010-2015] voy a seguir haciendo política como siempre, pero no me desvela ahora.

-¿Cómo ha visto a José Mujica?

-Tenemos que rodearlo más para que sienta que aparte de la adhesión de la gente tiene el respaldo de la estructura. Tenemos que empezar a cerrar temas de la agenda que abrió Mujica y ponernos todos atrás del presidente. Lo veo como un tipo que ha logrado, junto a esta participación de Uruguay en el Mundial, constituirse como un elemento vinculante de unidad nacional.

-¿Qué implica ser ex PCU en el FA actual?

-No es algo que se pueda universalizar, pero sin dudas que hay una diáspora que tiene una matriz común y comparte una metodología de análisis. En algunos casos jugamos de memoria y, en otros, la vemos diferente, porque hablamos de hombres y mujeres que están en diferentes fuerzas políticas. Hay fuerzas progresistas que se han sumado al FA en los últimos años que no se definen como de izquierda, en lo referente a un sentido más tradicional, pero quien quiera vanguardizar ese proceso corre el riesgo de hipotecar todo el proyecto.

-¿Cómo visualiza los liderazgos del FA en el futuro?

-En primer lugar, si no fuera por Vázquez, Danilo y Mujica, no habríamos festejado estos dos triunfos electorales. A Tabaré lo he visto muy decidido a hablar de Pepe como nuestro presidente, y me parece bien, porque lo es, como lo fue él. Esa nobleza de compromiso frenteamplista tiene que correr para todo este período, y estoy seguro de que Tabaré opinará con firmeza pero para fortalecer la unidad. No lo veo participando en la estructura del FA, y es probable que a medida que se acerque 2014 irá apareciendo su nombre, como también el de Danilo.

-¿Y ahí cuál sería su opción?

-Desearía no tener que tomar una decisión como ésa. El último congreso del FA habilitó tantas candidaturas que generó daños; hay que revisarlo autocríticamente entre todos para que no aparezcan los responsables por un lado y por otro, los que la balconeamos con el diario del lunes.