La reunión en el comité de base Unidad, en Arenal Grande casi Rodó, estaba convocada para las 16.30. Un cartel tricolor colgado afuera decía: “Es día de participación popular” y otro al lado anunciaba la presencia de figuras del gobierno nacional. Unos 15 vecinos esperaban en el local y los primeros “notables” en llegar fueron el alcalde de la zona, Carlos Varela Ubal (Asamblea Uruguay), y el asesor del Ministerio de Vivienda Francisco Beltrame (MPP), ambos militantes de ese comité. También estaban desde temprano otros conocidos de la casa, como el fundador de la Cofe y ex diputado comunista Luis Iguini, el jerarca municipal Humberto Ruocco y el dirigente socialista José Pepo Nunes.

Las paredes de adentro estaban tapadas de afiches y balconeras: una foto grande de Mujica con su peluquero, el icónico Che Guevara, el “Arana es Montevideo” en verde y azul de las elecciones de 2000, la campaña por el Voto Verde de 1989 y una equilibrada, seguro que también debatida, presencia de simbologías de los sectores más importantes del FA. En otro pizarrón detrás de la mesa, en la que luego hablarían los invitados, se podía leer “No más cargos rentados”, pegado a una impresión que decía: “Es la hora de multiplicarnos por el bien de todos”.

El alcalde tomó la posta hablando de la importancia que tendrán los cabildos abiertos para los municipios, ya que servirán para rendir cuentas “permanentemente”. “Podremos hacer muchas cosas, pero si ustedes no se enteran difícilmente puedan defender a los gobiernos municipales como propios”, continuó Varela Ubal. Después, Beltrame informó sobre las políticas de vivienda y las preguntas, como era de esperar para un tema tan sensible, cayeron una detrás de otra. Intercambiaron información sobre los avances del programa Juntos -“ya empezamos con la experiencia piloto”, dijo el asesor-, los planes del Banco Hipotecario y la Agencia Nacional de Vivienda, y no faltó una mirada crítica hacia las soluciones habitacionales de Un Techo Para Mi País.

El papel de esa organización no gubernamental, que fue elogiada por Mujica en su última visita a Chile, apareció también cuando se debatió la estructura frenteamplista, ya con la presencia del ministro de Educación, Ricardo Erhlich. “Hace años que los comités no incentivan a la juventud, y los que venimos somos todos viejos militantes. El fin de semana pasado uno veía en la calle a cantidad de jóvenes movilizados por Un Techo Para Mi País”, reflexionó un militante, que aclaró que era de otro comité, y que además estaba desconforme con las explicaciones públicas de Gonzalo Fernández. Por esa línea de autocrítica argumentó una señora: “Tengo un miedo espantoso [de] que en el futuro nos pase como en Chile y vuelva la derecha, quedó evidente en la elección de mayo que la gente se abstiene de votar cuando está molesta por cómo se hacen las cosas”, puntualizó.

El ex intendente coincidió en que todo el FA está preocupado por la situación que atraviesa la fuerza de gobierno, que deberá rediscutir cómo mejora la relación entre la coalición y el movimiento, y también entre el gobierno y la fuerza política. Después de visitar otros comités, Ehrlich concluyó que los debates más interesantes se daban en aquéllos que pudieron centrarse en problemas puntuales, lo que facilita la capacidad de incidencia. “El presidente ha planteado en los Consejos de Ministros que tenemos que lograr que los compañeros se involucren en el trabajo concreto”, dijo.

El ministro puso en duda que un partido político pueda crecer “sistemáticamente” en todas las elecciones (“siempre hay tirones de orejas”) y opinó que para salir bien parados de esta situación no alcanza con la “fidelidad militante”. “Pepe siempre recuerda que ganamos por un puñadito de votos, que no son militantes frenteamplistas. Es gente que mira cómo viene la cosa y después deposita su confianza”, graficó.

Todos los domingos

A la misma hora que esto pasaba en el Cordón, otros debates similares se sucedían en el interior y en otros barrios de Montevideo. En el comité Carlos Etchebarne, de Sayago, llamaban la atención cuatro niños que franqueaban la entrada. Dentro, el promedio de edad era bastante superior: casi todos superaban los 50. A las 17.00 se esperaba al ministro de Transporte, Enrique Pintado, y al diputado socialista Julio Bango, pero la discusión empezó antes.

“Las bases los llevamos al gobierno, y no decidimos nada”, protestó uno de los presentes. “No se olvide, compañero, que es el pueblo el que tiene la última palabra”, le recordó una de las que conducía la asamblea. “Pero ahora la palabra la tienen ellos [el gobierno] y no se la dan a las bases. Si no, tendríamos comités por todos lados”, respondió el hombre. “Cáiganle a Pintado cuando venga”, sugirió una asistente. Hasta se propuso una moción, que no se llegó a votar, que alertaba sobre el desconocimiento de la gestión y el decaimiento de la participación. Para solucionar lo segundo proponía crear un organismo específico en el FA y para lo primero, publicar los logros del gobierno en la edición dominical de La República.

Pintado y Bango llegaron cerca de las 18.00 y se sentaron a esperar que una joven terminara de tocar el órgano, mientras tomaban chocolate caliente. Bango consideró que el principal problema del FA es de articulación política entre la dirigencia y las bases, y negó que la coalición se haya olvidado de los comités, como reclamó un asistente.

Los dos dirigentes advirtieron que la derecha “empezó a entender por qué perdió y empieza a copiar nuestros métodos de trabajo”. Pintado indicó que Bordaberry “quiere mostrar una cara de modernidad”; mientras tanto, la izquierda no puede “guiarse por un titular y propiciar una carnicería entre nosotros”, en referencia al caso de Gonzalo Fernández y los hermanos Peirano.

Tanto él como Bango coincidieron en que no se justifica la existencia de tantos sectores en el FA y que debe hacerse un esfuerzo por “agrupar”. Pintado alertó ante lo que entiende como “exceso de sectorialismo” y cuestionó a quienes se “alegran porque a algún compañero o sector le pueda estar pasando algo malo por agendas que definen otros”. “No tenemos derecho a autodestruirnos de forma tal que el pueblo uruguayo se quede sin esperanza. El peor error que podemos cometer es jugar el partido de 2014 en 2010”, manifestó.