Las ponencias que se presentaron abordaron aspectos diversos de la política exterior. La investigadora uruguaya Cristina Zurbriggen advirtió sobre las carencias de Uruguay cuando participa en negociaciones comerciales. Por ejemplo, no existen registros en la cancillería sobre algunos procesos de negociación, Uruguay no envía observadores a las negociaciones entre terceros países y no hay “pensamiento crítico” en la agenda negociadora.

El politólogo Romeo Pérez consideró que existe “un fenómeno de expansión de la diplomacia presidencial”, practicada por los jefes de Estado, que en algunos casos no reproduce las características de la diplomacia tradicional o profesional: discreción, comprensión del adversario y tecnicismo. Por otra parte, sostuvo que “la relación costo-beneficio de las cumbres presidenciales es pésima”. “Son altísimos los costos y bajísimos los beneficios. Las cumbres cada vez despiertan menos expectativa y se está dando el fenómeno de ausencia a las cumbres, porque son aburridas y están empezando a generar costos políticos”, evaluó, en sintonía, por ejemplo, con la percepción del ex presidente Vázquez sobre este tipo de reuniones.

En tanto, Santiago Rodrigo, de la Universidad de Pernambuco (Brasil), presentó una investigación sobre la importancia de la integración regional para los parlamentos de Brasil y Uruguay. Estudió el tratamiento de la normativa vinculada al Mercosur entre 1991 y 2009 y concluyó que, si bien hay una alta tasa de aprobación de proyectos, éstos tienen su iniciativa en el Poder Ejecutivo mayormente. Los parlamentos se limitan a ratificarlos sin proponer cambios ni promover una discusión de sus contenidos. En Uruguay, en 89% de los casos no hubo una actuación parlamentaria activa, más allá de la ratificación. Rodrigo advirtió que existe “desinterés” y desconocimiento del Poder Legislativo sobre los temas del Mercosur.

En distinta bolsa

En su exposición, Caetano criticó la idea “bastante acrítica” de que en América del Sur hubo “un giro a la izquierda” en los últimos años y que eso “facilitaría la convergencia” en materia de política exterior. En diálogo con la diaria precisó que hablar de un “giro a la izquierda” le parece “muy simplificador”. Opinó que en Uruguay, en Brasil y en Bolivia “sin duda” hubo un giro a la izquierda, pero que “calificar de izquierda al kirch- nerismo y su nuevo peronismo es por lo menos dudoso”. “También en Paraguay. ¿Hoy en Paraguay gobierna la izquierda? Eso pasaría por afirmar que en Paraguay hay una izquierda, y yo creo que éste [la falta de una izquierda consolidada] es el principal problema que tiene Lugo; Lugo está gobernando solo”, señaló.

En cuanto a Venezuela, Caetano directamente afirmó que su régimen “no es una experiencia de izquierda”. “Allí hay déficits muy grandes. En Bolivia, en cambio, me parece que hay una legitimidad de origen mucho mayor. ¿Cuál es el sustento de Evo Morales? Hay una dimensión social muy diferente. El principal sustento que veo en Venezuela no apunta a la sociedad sino al Ejército”, manifestó. “Yo en lugar de giro a la izquierda hablo de cambio político, las democracias en América han mutado”, acotó.

Para Caetano, la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba) “no es un proceso de integración sino “un acuerdo ideológico muy sustentado por los altibajos de la renta petrolera venezolana” y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), si bien “puede generar concertación política”, “no puede ser interlocutor de negociaciones comerciales” porque “tiene países con posturas contrapuestas” al respecto.

El historiador descartó la hipótesis de que la sintonía política haya motivado una convergencia en materia de política exterior, y consideró que hubo “muchas más divergencias que convergencias”. Perú y Colombia adoptaron un camino bilateral, Bolivia está “aislada, prácticamente sin política exterior”, Chile “no ha apostado nunca a la integración regional” y Brasil y Argentina tuvieron posturas diferentes en la ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio, por ejemplo.

“Los procesos de integración tienen graves problemas”, indicó. Consideró que el principal es la ausencia de una agenda exterior común, lo que genera “tentaciones bilaterales”. “América del Sur no tiene una capacidad negociadora como bloque. El Mercosur tiene una agenda externa paupérrima, sólo tiene un acuerdo muy chiquito con Israel. Seguimos discutiendo un Código Aduanero y estas discusiones se vuelven absurdas si queremos negociaciones con la Unión Europea”, advirtió.

Opinó que uno de los obstáculos es la política exterior de Argentina. “Argentina ha vivido en los últimos años una lógica de acumulación de política interna como prioridad absoluta del gobierno, que ha generado grandes problemas para una política exterior visible. Ha sido muy difícil concertar iniciativas en términos de política internacional con Argentina, pero no solamente desde Uruguay, sino desde Brasil”, apuntó, aunque evaluó que este año el vecino país “empieza a advertir que tiene que alinearse más con Brasil porque su inserción internacional está muy comprometida”.

Respecto a la política exterior uruguaya, Caetano dijo a la diaria que percibe en Mujica “una impronta más integradora, más regional” que la que tuvo el gobierno de Vázquez. “La apuesta a la integración regional, si bien sería impropio decir que no estuvo en el gobierno de Vázquez, creo que en el gobierno de Mujica está más consolidada. Claro, los roles presidenciales son muy diferentes, pero no creo que un episodio como el que se dio en 2006 [la discusión sobre la firma de un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos] pueda repetirse en este gobierno”, estimó. Y resaltó que esta administración “sabe que su política exterior no puede ser contra la región”.