A diferencia del primer acto, realizado el 19 de julio, ayer el auditorio era colorado. A excepción de los oradores, no había representantes de la dirigencia del Partido Nacional ni del Frente Amplio. Por el PC, en un principio estaba previsto que disertara Jorge Batlle, pero al día siguiente de la primera actividad el ex presidente comunicó al titular de la Comisión de Acervo Histórico del PC, Ernesto Castellanos, que no lo haría. “Me pareció que no tenía sentido una segunda reunión, que no tendría el tono ni sería tan exitosa como la del lunes 19. Por más esfuerzo que se hiciera no teníamos la capacidad de repetir el acto de natural trascendencia”, había explicado Batlle a la diaria (ver nota adjunta).
El vacío fue llenado por Jorge Sanguinetti, ex ministro e integrante del Comité Ejecutivo Nacional de 1983 a 1985, quien anoche, en el Salón de Fiestas del Palacio Legislativo, reivindicó a Jorge Batlle y lamentó su ausencia por “problemas de salud”. Asimismo lo hizo protagonista de varias anécdotas que trajo a cuento para ubicar el plebiscito de 1980 como “el principio del fin del gobierno militar”. Contó, por ejemplo, que Batlle “hizo un acto en la comisaría” de Rosario, Colonia, tras haber sido detenido por ingresar al predio del teatro de esa localidad, donde se iba a realizar un acto contra la reforma constitucional propuesta por la dictadura. “Reunió a los policías y les dijo que los militares los tenían de sirvientes”, recordó.
Tras varios relatos sobre cómo su partido hizo campaña por el No, Sanguinetti expresó que el plebiscito fue “algo extraordinario de nuestro pueblo”, antesala de las elecciones internas de 1982, el acto del obelisco de 1983, las elecciones de 1984 y la asunción de Julio María Sanguinetti en 1985. “Salimos de esa noche oscura a un país que hoy tiene un buen funcionamiento. Tenemos la capacidad de actuar juntos. Lo veíamos el otro día [por el 19], los cinco presidentes juntos. Y cada vez que hay un tema importante, los jefes de partido o los presidentes se juntan porque nosotros, los demócratas, sentimos que lo que más importa es el país. La diversidad enriquece pero la unidad fortalece. Y este pequeño Uruguay demostró al mundo cómo podía salir de aquella situación y llegar a lo que estamos hoy”, concluyó.
La oratoria de Aguirre también estuvo plagada de anécdotas sobre reuniones de dirigentes blancos para coordinar acciones por el No en el plebiscito de 1980, y la redacción, realizada por él y Enrique Tarigo, de la proclama leída por Alberto Candeau en el acto del obelisco. “Después de todos los esfuerzos, la Constitución establecida, se volvió al funcionamiento regular de las instituciones democráticas para lograr el cambio en paz tan pregonado, pudimos ver el cambio”, resumió. Couriel fue el último representante partidario en exponer. “Primero el festejo y la celebración por los 25 años de democracia”, comenzó, y luego aclaró que no le era “fácil hablar” porque la invitación decía “Reflexionando con los protagonistas, a 25 años del cambio en paz”. “La verdad es que el cambio en paz no me atañe, pero con todo gusto voy a seguir participando en el evento, porque creo que la democracia es mucho más importante”, explicó. En ese contexto, afirmó: “Para nosotros verdad y justicia son principios innegociables y no intercambiables, y como lo muestra la historia de la humanidad, la verdad y la justicia no son incompatibles con la paz”.
“Después de 25 años de democracia se mantienen algunas heridas abiertas y el énfasis lo pondría en que todavía no podemos saber qué pasó ni dónde están los desaparecidos. Los familiares tienen derecho de saber y ojalá que entre todos seamos capaces de cicatrizar una situación de esta naturaleza”, apuntó sin hacer mención explícita a la Ley de Caducidad. “La transición tiene diversos relatos. La apertura fue el fruto de los partidos, lo reflejaron Sanguinetti y Aguirre, pero yo diría que es fruto también de las luchas populares y de las organizaciones sociales y del pueblo uruguayo, que tuvieron una brutal participación en la apertura”, apuntó.
En el marco del énfasis que el senador otorgó al trabajo de la Concertación Nacional Programática (Conapro), homenajeó al general Liber Seregni y al contador colorado Luis Faroppa por el trabajo en ese ámbito. “Ojalá que la Conapro vuelva a expresarse como un antecedente para los futuros acuerdos políticos y sociales que tanto bien le van a hacer a Uruguay y a la propia democracia”, dijo, e “invitó” a que esos acuerdos sean sobre desarrollo, estructura productiva y empleo productivo.
“El país vive en un momento excepcional e histórico, un momento de acuerdo político, programático, un momento en que los partidos políticos estamos dialogando con mucha facilidad, en el que hay menos controversias que en otras épocas y hay un espíritu de unidad nacional. Yo creo que el presidente de la República, José Mujica, ha llevado un papel extraordinariamente importante para esta caracterización del momento histórico que estamos viviendo”, aseguró.
Al cierre de esta edición iniciaban sus intervenciones, en tanto analistas, Daniel Buquet, Lincoln Maiztegui y Claudio Paolillo.