Bruno Ardiles dos Santos es un jockey uruguayo, nacido en Artigas. Tiene 29 años y emigró hace más de diez a Brasil. Vive en Curitiba pero ha ganado carreras en hipódromos de São Paulo y Río de Janeiro. También en Estados Unidos. Ha montado con los caballos Prega Fogo, This and That, Valduga, Só Alegría, Under Your Nose y Dá-Lhe Santarém, entre otros, según le explicó recientemente a la revista del Jockey Club de Paraná. Se podría decir que en la actualidad Bruno es uno de los jockeys más exitosos de Brasil y así lo reflejan sus frecuentes apariciones en las páginas sociales de los medios de Curitiba, siempre acompañado por su esposa, una joven y blonda empresaria, hija de un magnate italiano. ¿Y por qué toda esta información en la sección Política? Porque Bruno Ardiles dos Santos es el sobrino del ex diputado blanco por Artigas, Guani Alma dos Santos, un burrero de pura cepa, uno de los tantos políticos que ayer siguieron de cerca el gran premio Ramírez en el Hipódromo de Maroñas.

El destino del niño Bruno, allá cuando arrancaba la década del 80, ya parecía estar claramente marcado. Para su primer cumpleaños le regalaron una torta con la forma de un hipódromo (fue el regalo de una tía) y su segundo nombre, Ardiles, hace referencia a una estancia ubicada a 51 kilómetros de Artigas, más precisamente en un paraje conocido como Pelado, en la décimosegunda sección del departamento más norteño del país. En ese lugar, la familia de Alma ha criado sus caballos durante muchos años y, además, Ardiles fue el nombre de un potrillo que les dio más de una alegría a los Dos Santos.

Pero está claro que el precursor del “almismo” -por más datos, Dos Santos fue diputado por Manos de la Obra, siempre estuvo enfrentado a Luis Alberto Lacalle y es recordado por sus encendidos discursos en la campaña de 1994- no es el único político uruguayo que se fanatiza cuando tiene que hablar de “los burros”.

Justamente, el ex embajador uruguayo en Argentina Alberto Volonté, principal referente de Manos a la Obra y candidato presidencial en la elección en que Alma se enojó con los que tiraban bombas, reconoce que es un “apasionado” por el turf “desde niño”, y que mantuvo esa pasión con los años, luego como carrerista.

Volonté niega que se trate de una actividad para vincular exclusivamente con los partidos tradicionales. “Tengo muchísimos amigos del Frente Amplio [FA] que asisten al gran Premio Ramírez, y otros blancos y colorados que no van”, afirmó. Volonté reconoció el “sentido popular” de la carrera del día de los Reyes Magos y vinculó esa característica con el partido de gobierno, al que, según dijo, “hay que reconocerle su sentido popular”. “Me llamaría la atención que en el FA no hubiera burreros, pero felizmente los hay”, dijo Volonté.

Ayer, por ejemplo, estuvieron en Maroñas el diputado Jorge Orrico, de Asamblea Uruguay, y su par nuevoespacista Felipe Michelini, que tiene a otros burreros en su familia. El ex presidente colorado Jorge Batlle, sin embargo, considera que las carreras de caballos no tienen ninguna relación con el mundo de la política. “Hay gente a la que le gusta el fútbol y hace política, así como hay gente a la que le gustan las carreras y hace política y hay gente a la que que le gusta el billar y hace política. No hay ninguna cosa que diga que al que le gustan las carreras tenga que hacer política”, opinó Batlle.

Algo parecido expresó el senador Francisco Gallinal, de Unidad Nacional, que en 2010 publicó el libro Por algo bueno será, un homenaje a Melchor Pacheco Zubillaga, otro apasionado, al igual que él, del mundo del turf. Para Gallinal no existe ningún “nexo” entre la política y esta actividad. “En el turf conviven personas de diversos orígenes, culturales, religiosos y sociales. Es un elemento igualador, una fuente de trabajo en Uruguay de las más importantes y una industria en pleno crecimiento, con inversión nacional y extranjera, sobre todo brasileña”, manifestó el líder de Correntada Wilsonista.

De todas maneras, Gallinal admitió que históricamente los dirigentes de los partidos tradicionales asisten más a las carreras que los del FA, una “tendencia” que ha cambiado en los últimos años. “Ahora se dan cuenta del atractivo y se acercan a un deporte. No lo reconocían porque había un prejuicio, que ahora está superado”, aventuró. Gallinal evalúa que quizás desde la izquierda se miraba el turf como una actividad “reservada para a una elite”. “Por suerte se ha roto el prejuicio”, remató.