Visto: Las reiteradas declaraciones de militares en defensa de los crímenes de la dictadura y de quienes los cometieron.

Resultando: Indignantes. Asquerosas.

Considerando: Que militares retirados reunidos en el Foro Libertad y Concordia pidieron a los comandantes, en carta pública, “el esfuerzo necesario” para prestar “debida protección institucional” a sus camaradas procesados y condenados por esos delitos, a los que puedan serlo en el futuro y a los extraditados, todos ellos considerados “prisioneros políticos”.

Considerando: Que puede configurar apología del delito la afirmación según la cual los hoy “injustamente procesados” actuaron “en el marco […] de la obediencia debida, cumpliendo órdenes […], encuadrados jerárquica y reglamentariamente”.

Considerando: Que los tres comandantes, reunidos por separado esta semana con delegados de dicho foro, atendieron su planteo sin advertirles que las Fuerzas Armadas respetarán a la Justicia, como corresponde en una democracia.

Considerando: Que ni el Ejército ni la Armada ni la Fuerza Aérea colaboraron a pleno con el Poder Judicial y el Ejecutivo en la investigación de delitos aberrantes cometidos por sus miembros, ni pidieron perdón a las víctimas y sus familiares o a los tres millones de uruguayos a quienes sometieron sin legitimidad alguna.

Considerando: Que las tres fuerzas dieron por ciertas mentiras sembradas para obstaculizar la acción judicial y las pesquisas que les encargaron sus autoridades civiles.

Considerando: Que mantienen en sus filas a los peores delincuentes de la historia uruguaya, sin someterlos a tribunales de honor por violar los derechos humanos, después de que hayan sido procesados o condenados por jueces penales del fuero civil.

Considerando: Que la carta de los retirados motivó a oficiales activos citados por la Justicia a amenazar con el desacato. “Muchos estamos dispuestos a resistir con todos los medios a nuestro alcance”, se pavoneó uno de ellos en diálogo con El País.

Considerando: Que activos y retirados mienten al definir el conflicto armado y la posterior represión contra civiles indefensos como una “guerra”, y al justificar la tortura porque “era útil” y la desaparición de los asesinados por “razones económicas”.

Considerando: Que el Poder Ejecutivo y el Judicial se comprometieron a no ceder a las “amenazas” y “presiones” de estos militares.

Considerando: Que la Constitución asigna al presidente de la República, actuando con el ministro de Defensa o con el Consejo de Ministros, el mando superior de las Fuerzas Armadas.

Considerando: Que los militares, por estar retirados, no pierden su condición de tales, por lo que siguen sometidos a la disciplina castrense y subordinados a los poderes legítimos, además de conservar onerosos privilegios.

Atento: A lo expuesto, a que la impunidad ha impedido separar la paja del trigo, a que estos fantasmas ya no asustan a nadie y a que la cosa ya no da para más.

Imagínese:

1) Que el Poder Ejecutivo, en uso de sus potestades, decretara lo que debían haber hecho los tribunales de honor: el pase a situación de reforma de los militares procesados por violar los derechos humanos y la baja de los condenados.

2) Que los comandantes de las Fuerzas Armadas se comprometieran a garantizar la comparecencia de sus subordinados citados por la Justicia, a sancionar con rigor a quienes se resistan y a colaborar en serio con las autoridades civiles en el esclarecimiento de los crímenes.

3) Que, de paso, las tres fuerzas, a través de sus comandantes, les pidieran perdón a las víctimas, a sus familiares y a la sociedad, paso ineludible para el único “nunca más” posible: nunca más terrorismo de Estado.

4) Que se superara la lógica desconfianza que suscitarían esas promesas en la sociedad con hechos tangibles: revelar el destino de los desaparecidos, identificar a los responsables de los crímenes de la dictadura, denunciarlos a la Justicia y depurar las filas de las Fuerzas Armadas.

5) Que si no lo hicieran, el mando civil diera de baja a los comandantes por no apegarse a los principios de la democracia. Algunos encontrarán que sí lo hagan. Tal vez.

6) Que si se le hace difícil encontrarlos, el mando civil, aprovechando que el desempleo está en su mínimo histórico, cayera en la cuenta de que no vale la pena mantener estas Fuerzas Armadas y preparara un plan de seguro de paro o de empleo para los militares que no sean necesarios más allá de las tareas de custodiar las fronteras, los mares y el espacio aéreo.

Archívese y suéñese, que no cuesta nada.