-¿Qué reflexión le merece la situación del procesado con 21 años que entrevistó?

-Que era un chiquilín recuperable, que puede haber cometido un delito de acuerdo a la legislación actual, pero que de ninguna forma se justifica que esté más de dos años en un penal de máxima seguridad. Le arruinás la vida a una persona, partís una familia y socialmente estás pagando muy caro por eso.

-¿A qué se refiere con pagar caro?

-A que es carísimo encarcelar a todo el mundo sin mayores criterios, incluso para el que lo mira desde una perspectiva del pagador de impuestos. Se habla de aumentar las plazas en las cárceles, cuando tenés un montón de gente adentro que no debería estar. Algunos que ni siquiera deberían estar ahí, como los consumidores, y otros por delitos menores, que podrían tener penas alternativas. Además, es excesiva la cantidad de procedimientos policiales que están enfocados en pequeñas cantidades. En materia de recursos, estamos usando una bazooka para matar un mosquito.

-¿Dónde debería centrarse este debate?

-Nos quejamos de que el sistema carcelario está sobrecargado y hay organismos internacionales que así lo han comprobado, pero tenemos en las cárceles personas condenadas por delitos vinculados al consumo o al menudeo de drogas como marihuana. Uruguay es el segundo país en América Latina en cantidad de personas encarceladas cada 100.000 habitantes. Lo que la sociedad tiene que pensar es si quiere que haya cada vez más gente adentro y menos afuera. ¿Quiénes quedan afuera? ¿Va a quedar alguien afuera? ¿Lo vamos a dejar de ver como un problema ajeno cuando nos toque más de cerca? Estos abusos llevan a que por lo menos nos hagamos esas preguntas.