El sábado al mediodía el senador blanco Jorge Larrañaga desfilaba a caballo por las calles de Tacuarembó, acompañado por un grupo de jinetes proveniente de Tambores y en el marco de la tradicional fiesta de la Patria Gaucha. Cuando llegó al palco oficial se acercó a saludar al presidente José Mujica, que estaba junto a su esposa, la senadora Lucía Topolansky, y el intendente Wilson Ezquerra.

Cerca del estrado en el que estaba Mujica, que viajó hacia el norte sin custodia y por fuera del protocolo oficial, había varios dirigentes blancos, entre ellos el senador aliancista y ex intendente de Tacuarembó Eber da Rosa, y diputados nacionalistas de departamentos limítrofes.

A pesar de esa supremacía de dirigentes blancos, Mujica ha participado en esta clásica fiesta campera en más de una oportunidad: asistió cuando era legislador, luego como ministro de Ganadería y ahora como presidente. Es una opción que, en principio, lo diferencia de su antecesor, Tabaré Vázquez, que no concurrió a esta actividad durante los cinco años que duró su mandato. “Es una tradición esta fiesta. La gente participa por un sentimiento, por encima de todas las cosas. Esto reafirma nuestra cultura, nuestras raíces y nuestra historia”, reivindicó Mujica el sábado, en declaraciones a la prensa.

Dirigentes del Frente Amplio (FA) de Tacuarembó interpetan que la decisión de Mujica de concurrir a espacios como la Patria Gaucha tiene un sentido político que podría sintetizarse en su interés por no desperdiciar espacios “en los que puede disputar con la derecha” y que, en lugares como Tacuarembó, han sido tradicionalmente cultivados por los blancos. “Es cierto que la fiesta la organiza la oligarquía local y que la princesa Laetitia D’Arenberg es una de las madrinas, pero en las aparcerías está el pueblo y de noche en la fiesta hay miles de personas que capaz que votaron siempre al Partido Nacional pero escuchan a Los Olimareños y a Larbanois Carrero y se mueren por sacarse una foto con Pepe”, explicaron referentes del FA norteño.

Recordaron, por ejemplo, que en la última campaña electoral Mujica reaccionó cuando en una recorrida por la ciudad alguien le gritó “¡vivan los blancos!”. En aquella oportunidad, Mujica se acercó a conversar, recordó su origen militante con el blanco Enrique Erro y fundamentó todo el proceso que lo llevó al FA. “¿Cómo les ganamos a los blancos en Tacuarembó? ¿Debatiendo sobre Rosa Luxemburgo? No, lo que está queriendo decir Pepe es que siempre hay que estar con la gente, incluyendo los espacios tradicionales de la derecha”, señalaron dirigentes de la izquierda tacuaremboense.

Durante su recorrido por los fogones de la Patria Gaucha, Mujica se sacó decenas de fotos junto a Topolansky y con su perra Manuela. También concurrió el ministro de Turismo y Deporte, Héctor Lescano. Por los altoparlantes, el conocido comunicador Juan Carlos López subrayaba que el presidente podía caminar sin custodia por las calles de Tacuarembó y que eso le permitía encontrarse “cara a cara” con la gente. Frente a Mujica desfilaron unos 4.000 jinetes y miembros del Ejército hicieron una representación del éxodo oriental por la avenida 18 de Julio.

Luego, el presidente y su esposa almorzaron y pasaron la tarde en la casa del director del hospital de Tacuarembó, Ciro Ferreira, que está ubicada en el balneario Iporá, a siete kilómetros de la capital departamental.

Mujica conoce muy bien ese lugar: al comienzo de su gobierno se reunió allí con el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, cuando arrancaba la negociación que culminó en el desbloqueo de los puentes. Ferreira es cirujano, preside la comisión de Zoonosis y también tuvo una buena relación con el ex presidente Vázquez. Es frenteamplista desde 1971, cuando militaba en la Unión de Juventudes Comunistas.

Invitado por Ferreira, Mujica había estado en noviembre en el hospital de Tacuarembó, cuando se inauguró una planta de producción de oxígeno.