El Código de la Niñez y Adolescencia ordena al Estado atender a los menores de 18 años privados de libertad por infringir leyes penales “con la humanidad y respeto que merece la dignidad inherente a la persona humana”. Como si esto fuera difícil de entender, explicita la prohibición de someterlos “a torturas”, “a tratos crueles, inhumanos o degradantes” y “a experimentos médicos o científicos”.
La falta de respeto a este principio tan básico se ha constatado en numerosas ocasiones desde la aprobación del Código en 2004. La última vez no fue sobre una violación consumada a los derechos de los adolescentes recluidos, sino ante su inminencia: la educadora Mariela Alvariza, que trabaja hace 12 años en el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), fotografió por dentro y por fuera contenedores metálicos de carga convertidos en “módulos” para alojar hasta a 35 menores infractores en Montevideo. Su inauguración está prevista para este mes, en el predio del organismo en General Flores y Bulevar Artigas.
Las imágenes publicadas por Alvariza en su página de Facebook el 21 de marzo, así como los textos que las acompañan, muestran recintos sin ventanas, con literas muy pequeñas, junto a las cuales está un inodoro, también pequeño, con las cisternas “por fuera”, por lo que serían los funcionarios y no los reclusos quienes decidirán cuándo descargarlas. “Las paredes hoy tenían una temperatura muy elevada”, señaló la educadora.
La situación no es nueva. El director del Sistema de Ejecución de Medidas a Jóvenes en Infracción (Semeji) del INAU, Jorge Jouroff, había exhibido en setiembre pasado ante las cámaras del portal Observa un módulo similar a los de General Flores y Bulevar Artigas, pero con ventanas y un sistema de aire acondicionado, instalado como prueba en el Hogar Puertas. Pero Jouroff parecía muy predispuesto a aceptar esta solución, a la que consideró “muy práctica”. Explicó entonces que se trataba de “contenedores que fueron acondicionados […] por fuera de aluminio y por dentro de acero”.
“Los módulos pueden ser la solución definitiva”, ya que “son muy seguros” y “prácticamente indestructibles”, dijo, y ya anunció el proyecto a punto de concretarse de construir “un hogar” para menores infractores adaptando contenedores de carga y alquilando cada uno a 12.000 pesos.
La semana pasada, Jouroff aclaró a Brecha que la construcción del “hogar” responde a “un mandato judicial”, en alusión al aumento de plazas reclamado en setiembre pasado al INAU por el fiscal de menores Gustavo Zubía, luego de que el sindicato del organismo (SUINAU) ocupara el Hogar Puertas para impedir el ingreso de adolescentes remitidos por las autoridades, dado el hacinamiento de las instalaciones.
Pero basta ver el módulo que mostró Jouroff hace unos meses, ni siquiera las fotografías que publicó Alvariza en Facebook, para advertir que los contenedores no constituyen una solución, sino un problema de los gordos. Lo que constituía una flagrante violación de derechos humanos en 2009, cuando el relator especial de las Naciones Unidas sobre la Tortura, Manfred Nowak, calificó los módulos metálicos en el Penal de Libertad de “absolutamente crueles, inhumanos y degradantes”, sigue siéndolo.
No es una cuestión de temperatura: imagínense a un ser humano de cualquier edad pasando gran parte del día entre paredes de acero. El uso de estas “mazmorras metálicas”, como las bautizó en declaraciones a El País el fiscal Enrique Viana, violan el artículo 26 de la Constitución, que prohíbe que “las cárceles sirvan para mortificar” y establece que su función es “sólo asegurar a los procesados y penados, persiguiendo su reeducación, la aptitud para el trabajo y la profilaxis del delito”.
Imagínense ahora a un grupo de adolescentes. ¿Es posible que puedan estudiar, entretenerse, reflexionar en estas condiciones? El dirigente del SUINAU Carlos Salaberry le dijo a la diaria que los contenedores, “en calidad, están por encima de varios lugares” donde se aloja a adolescentes infractores en este país. Si eso es cierto, el problema es aun más grave de lo que se ve en unas fotos y en un video.