El director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), el japonés Yukiya Amano, declaró que la fuga radiactiva de Fukushima representa apenas 10% de la que se registró en la central ucraniana de Chernóbil. En Kiev, a 83 kilómetros de la central que sufrió el peor accidente de la historia, Amano inauguró la conferencia internacional “25 años de la catástrofe de Chernóbil. La seguridad del futuro” y dijo que no se puede establecer un paralelo entre Fukushima y aquel incidente.

El director de la AIEA sobrevoló la central de Chernóbil ayer en helicóptero junto con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y el presidente ucraniano, Víctor Yanukovich. En esa oportunidad sí vinculó los dos accidentes al opinar: “Una cosa es oír y leer sobre Chernóbil y otra, totalmente diferente, es verlo. El accidente de Fukushima y el desastre de Chernóbil nos enviaron dos importantes mensajes. Debemos extraer lecciones de esas tragedias”.

El 26 de abril de 1986, en la madrugada, 50 agentes de los servicios de emergencia de la central de Chernóbil murieron y otros 3.940, de los 200.000 trabajadores que participaron en las tareas de rescate, fallecieron tiempo después de cáncer por la radiación a la que fueron sometidos en 1986 y 1987. La radiactividad que emitió la central ucraniana fue equivalente a 500 bombas atómicas como la de Hiroshima y afectó a más de cinco millones de personas.

Los científicos afirman que podrían ser necesarios 300 años para que las partículas radiactivas dejadas por la lluvia se eliminen de la tierra. Hay carteles a lo largo de la carretera y en las entradas de los bosques advirtiendo a la gente de esos peligros y se recomienda no recoger hongos, frutas silvestres ni cazar para alimentarse.

En una reunión previa a la conferencia que empezó ayer, Yanukovich pidió a los países participantes 1.070 millones de dólares para Chernóbil porque “se necesita construir un nuevo sarcófago sobre el destruido cuarto generador y un depósito seguro para el combustible utilizado”.

El cuarto reactor de Chernóbil fue recubierto, seis meses después de que explotara, por un gigantesco cubo de acero y hormigón, que ahora tiene grietas y fugas. Por eso es urgente construir uno nuevo, cosa que está haciendo el consorcio francés Novarka, a cargo de la seguridad de la planta y su entorno por un período de 100 años. Se espera que las obras puedan culminar en 2015.

Pero sólo se pudieron reunir 796 millones de dólares de los 1.070 millones de dólares que se necesitan. Ucrania espera conseguir lo que falta con donaciones de Canadá, Brasil, Italia, México y Bulgaria, que anunciarán sus aportes en las próximas semanas. España todavía no decidió si donará y Japón anunció que a pesar de haber sido uno de los mayores contribuyentes para Chernóbil hasta ahora, su propia situación no le permite volver a donar.

El Fondo Chernóbil fue creado en 1997 por el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo para financiar las tareas de desactivación de la planta, y recaudó desde entonces 1.250 millones de dólares, sin contar los últimos aportes.