Hace un par de semanas (ver la diaria del 14/06/11, pág. 2) informamos acerca del lanzamiento, por parte de Pedro Bordaberry, de un curso de formación para jóvenes colorados, que busca, entre otras cosas, dotar a los participantes de argumentos para reivindicar el papel de su partido en la historia del país. La iniciativa es aplaudible, y sería excelente que la emularan otras fuerzas políticas, pero también implica importantes dificultades.
Felipe Schipani, dirigente de la agrupación bordaberrista Vamos Jóvenes, explicó a la diaria que entre los “mitos” que esta actividad formativa busca “derribar” está el de que “la dictadura empezó en el 68 con [el gobierno de Jorge] Pacheco Areco”. El problema es que la alternativa más obvia fecha el comienzo del período dictatorial en 1973, con el golpe de Estado del que se cumplieron el lunes 38 años, formalizado mediante decretos de... Juan María Bordaberry, el padre de Pedro. Delicada situación para el docente.
Tan delicada como la decisión de asignar a Isaac Alfie la exposición sobre “El pensamiento económico del Partido Colorado”, o la de encomendar a Jorge Batlle la referida a “El pensamiento liberal como esencia del Batllismo”. No hace falta ser un especialista para saber que Alfie expresa una corriente del pensamiento económico colorado que está lejos del común denominador en el siglo XX, o que este Batlle representa una manera de entender el liberalismo bastante distinta de la que defendieron batllismos más prestigiosos que el suyo.
Habrá que ver, a la luz de lo que ocurra en el Congreso Ideológico que realizarán los colorados este año, de qué modo se intenta definir un relato colectivo sobre lo que significa integrar el partido, y hasta qué punto tal relato abarca la diversidad interna pasada y presente, ya que eso determinará los límites de la unidad y la diversidad en el futuro.
Cabe señalar que no la tendrían más fácil los blancos y los frenteamplistas, si se abocaran a la tarea que los colorados, por lo menos, afrontan. ¿De qué modo se caracterizaría, en un curso de formación para jóvenes del Partido Nacional, el gobierno encabezado por Luis Alberto Lacalle? ¿Cómo se contaría la historia de las profundas discrepancias internas antes de la dictadura y durante ésta, con Wilson Ferreira en la resistencia desde el exilio y otros dirigentes muy alineados con el régimen? ¿Se aceptaría o no la legitimidad de ser blanco y a la vez defensor de la legalización del aborto, de la anulación de la Ley de Caducidad o del ateísmo?
Y si fuera el Frente Amplio el que se propusiera, en buena hora, pertrechar a sus jóvenes para el debate ideológico sobre la llamada “historia reciente”, ¿cómo abordaría en un curso la divergencia, en los años 60, entre las apuestas por la lucha armada y por la vía electoral? ¿En qué términos describiría el tránsito desde las propuestas electorales de 1971 hasta el actual programa de gobierno? ¿Cuál sería su relato sobre las expectativas acerca de corrientes militares “progresistas” en el período previo al golpe de Estado? ¿Qué evaluación realizaría de las polémicas que llevaron a la ruptura de 1989, o de las que llevaron a la renuncia de Liber Seregni, en 1996?
Las dificultades para definir posiciones partidarias de consenso sobre lo que ocurrió en el país desde mediados del siglo XX ayudan a entender por qué es tan complicado llegar a mínimos consensos nacionales. Pero no disminuyen, sino que acentúan, la importancia de buscarlos.