Antonio Vadell dirigió hasta el 30 de setiembre de 2010 el Proyecto Uruguay Rural (PUR), cuya ejecución finalizó en marzo, pero continúa en etapa de elaboración de informes dentro de la Dirección General de Desarrollo Rural (DGDR). En esa fecha terminó su contrato y no fue renovado. Cuando Aguerre decidió esto, un grupo de 11 técnicos del PUR renunciaron “por discrepancias con la actitud del ministro” (ver la diaria del 14/07/2011). Si bien Aguerre no ha explicado las razones de su decisión, en la interna del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) señalan que el ministro entendió que había dificultades de relacionamiento entre el PUR y el anterior director de la DGDR Robert Frugoni, quien renunció a su cargo en agosto de 2010. El equipo del PUR hizo saber que no existían problemas con Frugoni. Para otros las dificultades surgieron porque la DGDR no existía en el MGAP y fue creada desde los tres proyectos que ahora forman parte de la misma (PUR, Proyecto Producción Responsable y Programa Ganadero) y que funcionaban de manera autónoma. Luego de creada, la DGDR quedó jerárquicamente por encima de los demás proyectos. Los funcionarios contratados sabían que los proyectos iban a desaparecer y que se iba a conformar un nuevo organigrama institucional.

“Uruguay Rural está en una etapa de cierre. A una parte de los técnicos se le renovó contrato a través del FIDA [Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de ONU] y a otros gestionamos que el ministerio les renovara los contratos hasta setiembre. Ahora se está en transición, generando los concursos para que todos tengan la oportunidad de presentarse, pero contamos con que la plantilla futura se nutra en gran parte con estos funcionarios que ya vienen trabajando desde hace años”, explicó José Olascoaga, actual responsable de la DGDR. Para Olascoaga la renuncia de los técnicos del PUR no fue agradable, “era un equipo que venía funcionando bien y su falta después se sintió”.

Vino y se fue

La renuncia del enólogo Ricardo Calvo a la presidencia del Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi) fue una sorpresa en el ámbito del MGAP. Fue presentada el 19 de mayo de 2011 en el directorio de Inavi. Según consta en las actas de ese día, “[Calvo] Explica que motivó su renuncia el hecho de carecer de diálogo con el Sr. Ministro Aguerre, lo que hace imposible el buen desarrollo de su función”. Se expresa la sorpresa de los demás miembros del directorio ante la noticia y de inmediato el alterno de Calvo, Guillermo Lacroix, anuncia que renunciará al día siguiente. Lacroix llegó a Inavi a solicitud de Calvo y, por lo tanto, era natural que también se fuera. Ese día en el directorio de Inavi se iba a debatir sobre la pertinencia de la continuidad del gerente general, fuertemente cuestionado por las gremiales en su desempeño y acusado de ser un hombre vinculado a la cerveza. El ingeniero químico Aníbal Bruzzone había sido contratado después de una selección solicitada a la consultora KPMG. El perfil propuesto tenía como condición que la persona elegida no estuviera vinculada con el sector de la producción de vinos. Si bien Bruzzone había trabajando en un alto cargo en Fábricas Nacionales de Cerveza, su contratación fue aprobada incluso con el visto bueno de los representantes de las gremiales. Sin embargo, la gestión del gerente comenzó a ser cuestionada y luego de la renuncia de Calvo fue cesado. Actualmente el cargo se encuentra vacante mientras las nuevas autoridades analizan la estructura que va a tener el instituto de ahora en adelante.

Hoy, el Centro de Viticultores del Uruguay realizará una asamblea en la que se anunciará novedades. Desde esa gremial, Aramir Silva, integrante del directorio de Inavi dijo a la diaria que “se está trabajando fuertemente en la exportación de jugo de uva a Brasil”, una alternativa para diversificar a un sector tradicionalmente elaborador de vinos. Dijo que se va a pedir la realización de una auditoría a la anterior administración, ya que desde su punto de vista “no solamente la gerencia hizo cosas sin consultar sino también el ex presidente”. Poco antes de renunciar, Calvo había enviado al ministro un documento en el que señalaba las dificultades que el sector está afrontando por la baja del consumo de vino y que harían que Inavi se desfinanciara en los próximos años. Calvo además planteaba realizar algunas reformas en la estructura del Inavi. Según explicó, tiene demasiado personal dedicado a la inspección y sólo un par de personas afectadas a la promoción. Estos cambios requerían medidas que seguramente iban a crear conflictos con las gremiales y los funcionarios, y, por lo tanto, necesitaban un fuerte respaldo de las autoridades ministeriales.