El 23 de agosto, 11 días después de que finalizaran los Juegos Olímpicos de Londres 2012, el diputado nacionalista Ricardo Planchón presentó un proyecto de ley con el objetivo de entregar medallas de oro y plata a los funcionarios de la Cámara de Representantes que tengan más de 30 y 25 años de antigüedad, respectivamente, y una placa de bronce para quienes se jubilen trabajando en la cámara.

En el caso de las medallas de plata, el diámetro sería de cuatro centímetros y el espesor de 1,5 milímetros. Las medallas de oro serían de 18 kilates y de idénticas dimensiones. Además, el proyecto establece que al momento de su jubilación el funcionario recibirá una placa de bronce, de diez por 15 centímetros, “sobre base de madera lustrada”. En todos los casos el obsequio llevaría el nombre del funcionario homenajeado.

En la exposición de motivos del proyecto Planchón señala que se trata de “algo que es anhelado por los señores funcionarios”. Según detalla, el “hito” del cumplimiento de los 25 años “se marca tradicionalmente con la entrega de una medalla de plata”, mientras que los 30 años “ininterrumpidos de la actividad laboral, conlleva la entrega de una medalla elaborada con el áureo metal, como recuerdo de un jalón muy importante en la vida de cada funcionario”. Sobre la placa de bronce, presume que “seguramente le habrá de acompañar en el ámbito de su hogar” al retirado funcionario.

La entrega de medallas a los funcionarios de las diferentes divisiones es costumbre en el Parlamento. El año pasado, 46 funcionarios de la Comisión Administrativa se negaron a recibir dicho reconocimiento porque las autoridades de esa división habían decidido sustituir las medallas de oro por otras de plata, por “principios de austeridad y buena administración”. Los funcionarios que no se presentaron argumentaron que el material era de un valor “sensiblemente menor” al de otros años.

Planchón explicó a la diaria que presentó el proyecto luego de que algunos funcionarios de la cámara baja, todos ellos con más de 40 años “brindando servicios al Parlamento”, le hicieron llegar una inquietud: sentían un “desa-gradecimiento por parte de una institución a la que habían servido tanto tiempo”. El diputado dijo que en principio se manifestó bastante reticente a la idea, “más cuando le estamos pidiendo esfuerzos muy importantes a la población”. Pero comenzó a cambiar de opinión luego de consultar a uno de sus asesores, que además es un antiguo funcionario del Parlamento, quien le informó que eran muy pocos los funcionarios que recibirían la eventual condecoración.

Planchón relató que incluso uno de los funcionarios con los que se reunió “se emocionó” al recordar distintas situaciones que le había tocado vivir durante su carrera. “Fueron todos redistribuidos a otras oficinas en la dictadura, la mayoría de ellos a la Biblioteca Nacional”, indicó el diputado, que aseguró que tras sus extensas carreras dijeron sentir que “querían más a la institución parlamentaria”. Según dijo, la práctica de entregar medallas es “muy común” en los gobiernos departamentales.