En las últimas ediciones de la diaria se ha instalado una polémica sobre un importantísimo tema en el ámbito educativo y de decisiones de futuro que pueden marcar la trayectoria de nuestro país en los próximos años. No obstante las importantes contribuciones que se han hecho, esta polémica podría eventualmente ser entendida como una controversia ciencia versus humanidades. Más aún, podría entenderse, en un diagrama de toma de decisiones, que hay que elegir poner el acento en una en desmedro de la otra, como si pudieran ser excluyentes y ser dos estamentos estancos que nunca han tenido relación. Desearía argumentar brevemente por qué considero que ésta es una falsa oposición y manifestar mi preocupación de no presentar una visión de la ciencia en nuestra sociedad como que ella no es parte de la cultura sino una estructura que está por fuera de la sociedad, fría, impersonal, lógica y mecánica, que sólo tiene que ver con pruebas, deducción y observación. Descarto que no ha sido la intención expresa de nadie hacerlo pero es mi intención aclararlo.
La ciencia y las humanidades no han sido ajenas la una de la otra desde el nacimiento mismo de la ciencia en la antigua Grecia. Como nos cuenta Erwin Schroedinger en su excelente libro La ciencia y los griegos, si miramos desde una perspectiva histórica la relación entre ambas desde el nacimiento de la ciencia, podríamos imaginar un alumno de la escuela de Atenas visitando a Demócrito en Abdera e interrogarlo sobre los átomos, la forma de la Tierra, la conducta moral o la inmortalidad del alma, sin ser censurado en ninguna de estas cuestiones. Es cierto también que han existido importantes disputas, particularmente entre ciencia y filosofía, en otros momentos de la historia, particularmente en el siglo XIX, y que parecerían persistir en ciertos ámbitos hasta hoy. Sin embargo, en mi opinión, persisten en la sociedad importantes confusiones entre el papel de la ciencia y el de la tecnología. Los logros de la tecnología tienden a confundirse con los de la ciencia y a ocultar el sentido que esta última tiene. Es importante reflexionar sobre esto en un contexto de una supuesta controversia ciencia-tecnología-humanidades.
Ciencia deriva de la palabra latina scire y significa “conocer”, conocer con conocimiento propio susceptible de ser comunicado. Tecnología deriva de la palabra griega technikos y significa “conjunto de procedimientos” (obviamente, en el mundo de hoy, a efectos de obtener un bien o un servicio). Si bien hoy la ciencia está estrechamente relacionada con la tecnología, y por algo se habla incluso de un sector ciencia y tecnología en los estados (por algo existe ese sector incluso en el Ministerio de Educación y Cultura y además tenemos una Agencia Nacional de Investigación e Innovación), es importante considerar que ambas cosas no son filosóficamente lo mismo y que sus objetivos, si bien pueden ser complementarios, no son los mismos. Más aún, el mismo conocimiento científico puede dar lugar a distintos desarrollos tecnológicos. Por ejemplo, nuestros conocimientos de los procesos atómicos y de las radiaciones están tanto en una bomba atómica como en la capacidad de diagnosticar cáncer.
Es probable que muchas personas tengan en su concepción de lo que es realmente la ciencia la idea de que su principal objetivo es simplemente inventar algo nuevo para su vida diaria inmediata y que ella está descarnada de decisiones filosóficas, morales o políticas. Obviamente ha habido circunstancias históricas para que esto ocurriera así. Ya en la segunda mitad del siglo XIX hubo un desarrollo científico (y por lo tanto también tecnológico) en los países del norte de Europa, donde la industria y la ingeniería ejercieron una marcada influencia en la sociedad de su época.
Hoy en día, la Sociedad del Conocimiento ha venido para instalarse. El dominio en el mundo de hoy no está basado simplemente en materias primas o capitales, sino en la capacidad científica y en derivaciones tecnológicas de ésta. Por consiguiente, una crítica moral de la tecnología en general, que juega un papel tan importante en la sociedad tal cual la conocemos hoy y en mejorar las condiciones de vida de la gente, no nos permitirá dejar un Uruguay que pueda participar dignamente en el concierto de las naciones del mundo del siglo XXI. Sin embargo, es importante pedir a la ciencia, a la tecnología y a las humanidades lo que cada una de ellas sea en nuestra sociedad, y no pedirle lo que ellas no son.
Pero ¿puede la ciencia contribuir al desarrollo humanístico, al desarrollo social, a la filosofía? Sí, puede. Desde los “padres fundadores” griegos hasta el presente, la historia de la ciencia es también la historia de una liberación del hombre mediante el conocimiento (tanto de sus condiciones como de la ignorancia). Esta búsqueda puede, debe y es compartida con el conocimiento filosófico, humanístico en su más amplia extensión. La ciencia no está ausente del conjunto de valores de una sociedad. ¿Puede contribuir la ciencia a crear ciudadanía? Sí, puede. Enseñamos a conocer, a pensar, a tener espíritu crítico. Un Club de Ciencias de escolares de un barrio de Montevideo de contexto socialmente crítico es capaz de diseñar para su barrio un sistema de control del vector del virus del dengue sin utilizar productos químicos. ¿Es que esto no tiene un valor social?
Sin ciencia no hay tecnología, sin tecnología no hay innovación, sin innovación no se crearán nuevos puestos de trabajo genuinos ni será posible mantener indefinidamente ciclos económicos positivos. Éste es el mundo del siglo XXI. ¿Esto va en contra de un desarrollo humano y social? No necesariamente: todavía dependemos de nosotros mismos.
Por último, ¿pueden las humanidades contribuir con la ciencia? Por supuesto que pueden y de hecho lo hacen. Ramas enteras de la filosofía, como la bioética, tienen una enorme importancia en la reflexión y la búsqueda de un conocimiento genuino en la interacción entre los valores de una sociedad y las ciencias biológicas en general. Un mismo algoritmo que tiene aplicaciones en economía puede ser aplicado a la descripción del estado de un ecosistema, así como en estudios de resilencia de éste. El desarrollo de sistemas de diagnóstico tempranos es aplicable en servicios del Banco de Previsión Social.
Una investigación científica sólida, profunda, de excelencia, sobre las causas del suicidio en nuestro país, ¿no sería fundamental en el campo social? ¿Sería menos científica porque es social? ¿Sería menos social porque es científica? No a las últimas dos preguntas. Ciencia versus humanidades es una falsa oposición. La ciencia y las humanidades deben trabajar juntas.