La marcha fue convocada con más de un mes de anticipación por la revista cristiana Teendreams Uruguay a través de las redes sociales, bajo las consignas de rechazo al aborto, a la “inmoralidad sexual” (que incluye el “matrimonio gay”, la adopción de niños por parte de parejas homosexuales y el cambio civil de género), a la legalización de la marihuana, a la violencia y, curiosamente, a la discriminación.

El evento cosechó más parodias y repudios que adhesiones (una de ellas, la del diputado nacionalista Jaime Trobo): a los pocos días ya circulaba un afiche que ridiculizaba al original, añadiendo la cara de Micky Vainilla (el cantante de música pop nazi de Peter Capusotto y sus videos) y tres siluetas con capuchas del Ku Klux Klan. Pero también hubo respuestas serias: “Contramarcha de valores”, “La marcha de los colores - Picnic diverso”, “Marcha por la diversidad” y una chuponeada masiva fueron algunas de las movidas que convocaron, para el mismo día y en el Palacio Legislativo, colectivos y ONG como HPI del Uruguay, Accionar entre Mujeres Guyunusa, Uruguay Diverso y Ovejas Negras.

La Marcha de los Valores estaba convocada para el sábado a las 16.00 en la Facultad de Derecho. Desde allí partirían hasta el Palacio Legislativo para dar siete vueltas alrededor de la cuadra y terminar orando de rodillas. A la hora citada, una camioneta blanca con tres parlantes enormes inundaba 18 de Julio con cumbias y reggaetones con letras religiosas. Entre ritmos latinos que pregonaban por “Jesús para todo Puerto Rico”, dos jóvenes con sendos micrófonos animaban a los presentes, preadolescentes entre 10 y 14 años en amplia mayoría. Algunas pancartas: “Libertad no consiste en hacer lo que se quiere sino en hacer lo que se debe”, “Sí a la vida”, “No a la muerte”, “Dios no cambia”; todas escritas con la misma caligrafía.

Apenas pasadas las 16.00, los animadores arengaron a los 60 convocados a formar “filas de cinco” en la senda norte de la avenida -que ya estaba cortada por policías- e iniciar la marcha. Entre tambores y trompetas, los valores empezaban a moverse.

Un poco de color

“No puede ser que unos pocos digan que los discriminamos cuando son ellos los que nos discriminan a nosotros por ser diferentes, por querer sentir, por querer fumar”, vociferaba en la explanada Lucila Guerra Ruggieri, vicepresidenta de la ONG feminista Accionar entre Mujeres Guyunusa. En diálogo con la diaria, comentó que el perfil de la contramarcha era pacífico: “No se trataba de atacar sino de expresar nuestro punto de vista”.

Entre los integrantes de la contramarcha, el clima era de desconcierto. “Nos tendieron una trampa: dijeron que iban hasta el Palacio y después acortaron el recorrido para no escucharnos”, se quejaba una manifestante. Para cuando se enteraron de que el nuevo destino era la intendencia, la convocatoria ya se había reducido a la mitad. Lo que quedaba de la contramarcha volvió al Legislativo, y allí cerró la jornada de una marcha con más ruido previo que nueces.

“¡Dios te ama! ¡No al aborto! ¡No al matrimonio gay!”, gritaba en el micrófono Marcos Cabrera, uno de los convocantes, a los curiosos que miraban desde las ventanas de los edificios. Un joven que estaba en el callejón Emilio Frugoni, de mochila, lentes negros y sidra en mano, se unió a la procesión. Rápidamente se le acercó el pastor evangélico (la religión principal en la marcha, aunque había algunos católicos) Omar Cabrera (padre de Marcos); le apoyó la mano en el hombro y lo llevó a un costado a conversar. Minutos después (ahora sin la botella verde de plástico) se convertiría en uno más: “Un aplauso para Guillermo, que encontró a Jesús en la Marcha de los Valores”, celebraban los parlantes.

La iglesia está podrida

“Para evitar problemas, por una cuestión de seguridad, decidimos cambiar el recorrido”, comentó Marcos Cabrera. El nuevo itinerario sustituiría el Parlamento por la explanada de la Intendencia de Montevideo. Allí se sumaron unas 50 personas más, entre adolescentes e integrantes de la organización ProVida. Hubo prédicas, cantos y testimonios, como en la iglesia. El primero fue el de “una muchacha a la que alguna vez le tocó hacerse un aborto”, aunque nunca se dijo su nombre. “Si alguien me pregunta si estoy en contra de los homosexuales, yo digo que sí, pero eso no quiere decir que no los ame, que si pasan al lado mío no los salude”, dijo otro joven, también anónimo. El más extremo fue el de Walter, que vive en Argentina hace 11 años pero volvió a Uruguay a contar su experiencia: viene de una familia de “ocultistas, masones y espiritistas”, fue delincuente juvenil, hizo “pactos con Satanás”, consumió drogas y a los 15 años sintió que su cuerpo “era de hombre pero su mente era de mujer” y comenzó a travestirse, a causa de tener la “identidad ultrajada por el Diablo”. El broche: “A las mujeres que están escuchando: si tenés un esposo golpeador no salgas corriendo a la Policía, salí corriendo a los pies de Cristo”.

Tras el testimonio de un ex criminal convertido, siguió el orador más efusivo: Sebastián Vilar, precandidato a diputado por la lista 10101010, del sector Vamos Uruguay del Partido Colorado. “Esto no es la marcha oficial: es apenas una previa. Estamos calentando los motores. La Iglesia se está cansando, la Iglesia está podrida de lo que está pasando en nuestra sociedad”. “Así que escuchame bien, señor Pepe Mujica, y gobernantes que están constantemente aprobando leyes: esto es un tema personal con la Iglesia. Nos complicaron los permisos y nos están complicando la personería jurídica de las iglesias, pero después viene cualquier sinvergüenza y le dan todos los permisos que quiere”, criticó. “No somos ningunos nabos, como le gusta decir a él [el presidente]. La Iglesia no es ninguna naba. Queremos libertad de culto y de opinión”. También habló de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo: “Es una ley contradictoria, porque por un lado pretende proteger a los niños, pero por otro mata miles de niños”, dijo. Luego, todos los presentes se arrodillaron mirando hacia la Intendencia para orar por el futuro del país.

Por su lado, las convocatorias contrarias se enteraron del cambio de itinerario y decidieron marchar hacia la Intendencia. “Ahí vienen. Vámonos”, dijo, preocupada, una señora rubia al verlos llegar por Ejido con pancartas y ropas coloridas que contrastaban con las remeras blancas de la Marcha de los Valores. Algunos animadores se llevaron a los niños por Constituyente; otros se metieron en la camioneta blanca y partieron rápidamente.

Según informó el viernes Montevideo Portal, la Comisión Honoraria contra el Racismo, la Xenofobia y toda forma de Discriminación del Ministerio de Educación y Cultura analizaría el sábado las consignas de la marcha, ya que algunas frases de los afiches podrían ser consideradas “incitación al odio”. Consultado por este tema, Vilar conversaba con la diaria, mientras la contramarcha llegaba. “Ellos son homosexuales y saben lo que está bien y lo que está mal. Está la opinión personal de uno y la que podemos dar. Amamos a los homosexuales. Te das cuenta de que estoy acá [de espaldas a los manifestantes, a cinco metros de distancia] y está todo bien”.

También hubo lugar para la especulación científica: “¿Cómo puede ser que en Marte encuentren un microbio y lo consideren vida, y nosotros matemos a un feto?”. Al ser consultado por sus argumentos en contra del matrimonio homosexual, se excusó diciendo que “en esa parte no me meto”. “Si querés hacerle un reportaje como candidato a diputado, lo llamás por teléfono”, interrumpió otro asistente a la marcha. Vilar no intervino.