El 28 de noviembre de 1982 los uruguayos volvieron a tener una elección para elegir representantes políticos, después de 11 años sin actividad de ese tipo. El motivo era la integración de las convenciones de cada partido. Pero no todos podían participar: varios dirigentes políticos de partidos “habilitados”, como Jorge Batlle o Wilson Ferreira, estaban proscriptos, y lo mismo pasaba con el Frente Amplio (FA) en su conjunto. Dentro del FA se generó un debate táctico sobre cuál era la mejor opción a tomar, y primó el criterio de su líder político, Liber Seregni, de incentivar el voto en blanco, que obtuvo 6,77% de los votos en escala nacional.

La idea del voto en blanco fue impulsada por Liber Seregni desde Cárcel Central. Por intermedio de cartas que el general le iba entregando a su mujer, Lilí Lerena, logró difundir la propuesta entre la militancia clandestina y parte del resto de la ciudadanía. Expresaba en una carta del 10 de junio de 1982: “Lo que realmente importa en esta batalla es que en noviembre de 1982 se manifieste un pueblo que no acepta dictaduras ni democracias tuteladas”, algo que “se alcanza sí, con el triunfo de los sectores opositores dentro de los partidos tradicionales, pero también y mucho, por una presencia notoria (incluso por la vía de la ausencia) de aquellos a quienes no se ha consultado, que se pretende marginar y requieren su participación”.

En otra carta, del 1º de julio, Seregni advertía que “la indicación de votar a los sectores más progresistas de los partidos autorizados se traducirá en división y disociación del pueblo frenteamplista. Sólo se mantendrá la unidad y la coherencia internas si se resolviera apoyar a un solo sector, lo que además de difícil es peligroso”.

En un principio, esta idea no concitaba unanimidad. El exiliado Rodney Arismendi, indiscutido jefe del Partido Comunista del Uruguay (PCU), defendía la idea que Seregni consideraba equivocada: que el voto de los frenteamplistas respaldara a los sectores más opositores a la dictadura de los partidos tradicionales, especialmente a la lista ACF, que representaba la unión del sector Por la Patria, del también exiliado Wilson Ferreira Aldunate, y el Movimiento Nacional de Rocha, orientado por Carlos Julio Pereyra.

Por otra parte, en el segundo piso del Penal de Libertad, donde estaban detenidos los principales referentes del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), 
se generó también una discusión respecto de cuál debía ser la estrategia de la izquierda, aunque el grupo en aquel momento no integraba el FA.

El actual ministro del Interior, Eduardo Bonomi, dijo que entre los presos que estaban detenidos “se dio la misma discusión que en el Frente”. “Había presos comunistas que tenían la postura de votar a los sectores progresistas de los partidos tradicionales, entonces eso generó una discusión en todo el penal. Pero en el MLN-T hubo amplia mayoría a favor del voto en blanco”, relató.

En tanto, Óscar Bottinelli, que fue secretario político de Seregni, recordó que la toma de decisiones en la orgánica del FA no era un tema sencillo. Existía una coordinadora en el exterior, con sede en Madrid, que presidía Hugo Villar, pero a su vez, había comenzado a funcionar desde mayo de 1982 una mesa ejecutiva clandestina en Montevideo.

El politólogo dijo que “el PCU a esa altura estaba muy comprometido con el voto a la lista de Ferreira, y todavía no reconocía con claridad que la autoridad del FA estaba en Montevideo, ya que como había autoridades en varias partes, no estaba claro quién decidía”. Los comunistas terminaron apoyando oficialmente el voto en blanco.

Doyenart, en aquel entonces dirigente del Partido Demócrata Cristiano (PDC), evalúa que la estrategia del PCU implicó un “alejamiento” del FA por parte de ese sector: “Mientras el PDC tuvo su prueba de fuego para demostrar que era parte del FA, los comunistas se habían ido a la Convergencia Democrática con Ferreira y se habían jugado por una salida democrática con un FA excluido y un triunfo nacionalista. Daban por sentado las elecciones sin el FA”, asegura. Doyenart tampoco evalúa positivamente los resultados del voto en blanco”. “El FA mereció una votación más importante que ese 6,77%, pero lo que había era una fuerza política dividida por la estrategia del PCU”, dijo.

En 2005, luego de declaraciones de Lerena, se generó en Brecha una polémica sobre la posición de los comunistas en aquel momento. “El PCU apoyó el voto en blanco en las instancias de definición y transmitió esa posición a sus afiliados, amigos y la ciudadanía. Desde luego, no puede asegurarse que esto se cumpliera por parte del 100 por ciento de sus miembros. Pero sin duda podría decirse lo mismo de las distintas corrientes frenteamplistas”, resumieron en una carta Alcira Legaspi de Arismendi, Harrys Balbiani, Daniel Baldasari, Moisés Lasca, León Lev, Geza Stary, Niko Schvarz y Juan Ángel Toledo, ex integrantes del Comité Central comunista.

Nuevas ediciones

Hace algunas semanas se publicó el libro “¿Nos habíamos amado tanto? Crisis y peripecias de un partido", de los ex dirigentes comunistas Federico Martínez, Juan Pedro Ciganda y Fernando Olivari. En un pasaje retoman la polémica sobre la posición comunista en 1982, por ejemplo, con el testimonio de Martínez, que recuerda cómo se vivía el debate en Buenos Aires.

Martínez recuerda que en marzo de ese año le transmitieron una decisión que había tomado el Comité Central del PCU en Europa, tendiente a votar a los sectores más progresistas de los partidos tradicionales: la lista de Ferreira Aldunate en el Partido Nacional y los sectores que confrontaban al pachequismo en el Partido Colorado. Luego aclara que la situación cambió con las cartas de Seregni divulgadas a mediados de año -con una posición más clara por el voto en blanco-, y cuenta la reacción que tuvo Arismendi cuando le entregaron, en México, una copia de esa misiva: “Muchas gracias, ya la leí en la prensa francesa”. Luego, según relata Martínez, los delegados del PCU en la Mesa del FA asumieron toda “responsabilidad” para apoyar la postura de Seregni, en un episodio que el autor del libro califica como “desobediencia debida”, en clara referencia a la postura que mantenía Arismendi en el exterior.

Pase a comisión

En todo caso, la postura del voto en blanco terminó prevaleciendo en la izquierda, aunque su difusión se limitaba al boca a boca y a publicaciones marginales en medios de prensa. El principal difusor de la idea fue un grupo de personas que crearon la Comisión Nacional de Ciudadanos por el Voto en Blanco, cuya conformación se produjo el fin de semana del 16 y 17 de octubre de 1982, 41 días antes de la elección. La integraban Francisco Ottonelli (director del semanario Opción), Carlos Gómez Haedo, María Josefina Plá, Héctor Fabregat, Germán Lezama, Ruben Figueroa, Juan José Sarachu, Carlos Zubillaga, Alejandro Paternain, Carlos Sanmarco, Juan Carlos Doyenart y Bottinelli.

El 19 de octubre la comisión dio a conocer una declaración en la que sostenía que “el reencuentro de todos los uruguayos en la tarea de consolidar la democracia no podrá concretarse marginando a una parte de la ciudadanía de las labores tendientes al logro del bien común”. Por último, se especificaba que “es deber político de todos los ciudadanos que no se sientan expresados por los partidos habilitados, manifestarse mediante la emisión del voto en blanco, entendiendo como expresión afirmativa de inequívoca convicción democrática”.

Una vez que se publicó la declaración, los 12 integrantes de la comisión fueron detenidos por violar la prohibición de actividad política que tenían todos aquellos sectores que no fueran colorados, blancos o la Unión Cívica. “Nos preguntaron y respondimos que habíamos hecho el trámite frente a la Corte Electoral. El ministro del Interior [general Yamandú Trinidad] responde que nunca nos habíamos presentado. Pasó que la funcionaria de mesa de entrada de la Corte Electoral recibió la carta, le puso el sello y lo guardó en una pila, pero no avisó nada a nadie. A la pobre la echaron”, rememoró Lezama.

Lezama considera que la votación fue exitosa. “Seregni sonrió cuando supo el número de votos. Era la posición que él resolvió y la que nos mantuvo unidos. Era una figura emblemática, un símbolo”, concluyó.