-¿Qué diferencias ha encontrado en el funcionamiento de la interna del FA en comparación con la del PIT-CNT?

-Son organizaciones parecidas pero a la vez diferentes. Los temas que se tratan y los órdenes del día suelen coincidir con el movimiento sindical incluso en los objetivos que se marcan ambas organizaciones. Sin embargo, en las formas el movimiento sindical, tal vez por sus necesidades, hace que las soluciones aparezcan más rápido: hay un par de debates y luego se resuelve. Primero en el secretariado, después en los sindicatos y luego en la Mesa Representativa, donde se toman las decisiones. Esto no ocurre en el FA. Aquí, en cambio, hubo casi tres meses de discusión para definir los ejes para una propuesta de plan político y todavía se sigue enriqueciendo con nuevas propuestas. Pero además la discusión política del movimiento sindical se da de forma más frontal. Vos llegás a una reunión en la que un tema va a estar en el orden del día y más o menos percibís con qué posición va cada compañero. Eso te permite dar una discusión, a veces profunda y dura, pero luego, salvo con algún tema muy complicado, te vas de la reunión con alguna propuesta o resolución. Acá puede ocurrir que no. Pasan las reuniones de la estructura orgánica y los temas se siguen masajeando. Muchas veces el debate ideológico es como en el truco: la muestra va tapada. Hay un elemento central que es que aquí debe haber unidad en la diversidad, ya que no necesariamente todos pensamos igual, entonces sí es necesario masajear los temas.

-¿Se adaptó a su nuevo rol?

-Me está costando. La discusión de la semana pasada está directamente relacionada a eso [Castillo se enfrentó duramente con los miembros del equipo de Presidencia del FA por el proyecto de ley de Estatuto del Funcionario Público]. Mónica Xavier me decía que capaz que todavía no había hecho mi duelo. Yo no sé si es un duelo, pero son 30 años en el movimiento sindical contra cuatro meses en la fuerza política. Me falta mucho por conocer del andamiaje de la fuerza política y se va a ir haciendo sobre la marcha.

-¿El proceso de Pluna está generando complicaciones en la interna de la fuerza política?

-Tenemos que reconocer como frenteamplistas que estamos ante un gran problema. Hubo que tomar una resolución muy fuerte para el gobierno: decir que la empresa no volaba más. Luego la decisión fue comentada a los partidos políticos, incluido el FA. Pero a partir de entonces ha sido una sumatoria de complejidades de todo tipo. Los remates, el que hubo que suspender, el nuevo que se hizo, la poca oferta, el socio, el no socio, los vínculos, el aval, etcétera. La oposición hace su trabajo: te ven una y te pegan. El rol de la fuerza política tiene que ser seguir buscando un objetivo claro: cuándo colocamos una empresa volando, generamos los puestos de trabajo y recuperamos la conectividad; todo eso con la mayor transparencia posible. Quiero estar seguro de que al final de todo esto queden las cuentas claras y se establezca claramente cuál ha sido la concepción de nuestro gobierno. La dosis de mayor transparencia y tranquilidad también la necesitan los militantes frenteamplistas. Por lo tanto, es bueno que los compañeros del gobierno estén alimentando esa información y nosotros la pasemos orgánicamente a la fuerza política. Hasta que se hizo el remate, la información fue muy buena, pero luego se hizo un bombardeo permanentemente por los que se dan en llamar los grandes medios de comunicación, y se va instalando la duda. Ése es el momento en que los compañeros de gestión de gobierno deberían darnos un resumencito para que nosotros podamos tener respuestas. Un dirigente político no puede quedarse sin respuestas frente a un planteo determinado. Si de mí dependiera, mejoraría la comunicación entre fuerza política y gobierno para trasladar esa información.

-También ha mostrado diferencias con el proyecto de ley del Estatuto del Funcionario Público.

-El estatuto es un ejemplo de lo que no debería ocurrir. No creo que esto sea para que algún compañero se ponga tan fundamentalista como para decir que no se puede tocar nada. No hay ninguna cosa intocable. Todo es perfectible y se puede mejorar. Todos los compañeros en el Parlamento y en la fuerza política dicen que el proyecto va a tener que tener cambios, y algunas de las cosas que han demandado los sindicatos o por las que yo he salido a polemizar efectivamente se van a tener en cuenta para cambiarlas. Entonces, ¿a santo de qué generar tanto lío? Lo mejor es que uno tenga un método de crítica y autocrítica por el cual ninguno se sienta enojado o vilipendiado porque alguien polemice con el otro.

-¿Cuál es el rol que debería tener la fuerza política en relación con el accionar del gobierno?

-Debe actuar como un fiel guardián del programa de gobierno que se aprobó en el congreso, y también velar por el respaldo a la gestión de los compañeros del gobierno. Es necesario estar informando qué cosas del programa no se hicieron todavía o por qué tales otras sí hubo que hacerlas. Creo que la fuerza debe tener un ámbito de coordinación permanente con los representantes en el Parlamento y ser el articulador entre la demanda social y la estructura del gobierno. Necesitamos amplificar hacia arriba lo que están demandando las bases, los trabajadores, los cooperativistas, los estudiantes. Es necesario que surja síntesis política de sus propuestas y, al revés, teniendo toda la información del gobierno, trasladarles a ellos un resumen de lo que está aconteciendo. Esa forma de relacionamiento hay que rediseñarla, rediscutirla y actualizarla. Cumplió una muy buena etapa en el período de gobierno anterior pero me parece que ha mostrado algunas fallas en este segundo período.

-¿Hay cierta arrogancia en algunos integrantes del gobierno?

-Sí. A veces cuando decís que determinada estructura del Estado parece muy soberbia, en realidad es porque quienes están atrás tienen actitudes de soberbia u omnipotencia, y lo que hay que hacer es analizarlo. Cada tanto nos ocurre a los seres humanos, yo puedo llegar a caer en una situación de ésas. Lo mejor es tratar de ser un militante con mucha humildad. Si pensás en líderes, como Liber Seregni, Juan Crottogini o Víctor Licandro, fueron una legión de hombres y mujeres que formaron esta fuerza política con humildad, fraternidad y amplitud.

-¿Cree que Tabaré Vázquez es el mejor candidato para 2014 o sería sano que fuera otra persona más joven?

-Uno no puede salir nunca de la coyuntura en la que está parado. Hay encuestas que hablan de que el dirigente político mejor visto es Vázquez y que sostienen que el FA tiene determinada intención de voto, pero si además el candidato es Vázquez hay un plus que lo haría ganar en primera vuelta o al menos tener un punto que permitiría sumar más que todos los partidos de oposición juntos. Teniendo en cuenta esto, sería tonto que alguien se parara a decir que hay que buscar otro candidato. Creo que la situación ideal es que los frenteamplistas pudiéramos tener un grado de objetividad grande que nos permitiera concentrarnos en elaborar el programa y después buscar cuál sería el mejor dirigente para llevar adelante un programa de esas condiciones. Quiero que sea la fuerza política la que marque el rumbo del nuevo gobierno, y no que algún dirigente político se lo marque a la fuerza política.

-Pero ¿esto último no ha pasado en estos dos gobiernos?

-No sé. Pero sí sé que las personalidades de Tabaré Vázquez y del Pepe Mujica han sido tan fuertes que en muchos casos se han puesto por encima de la fuerza política. Han logrado liderazgos muy fuertes, con opiniones que inciden directamente en la fuerza política.

-¿Qué contenidos tendría que tener el próximo programa de gobierno?

-El programa de 2014 debe tener dos o tres ideas que conmuevan, que sacudan, que enamoren o entusiasmen. El más candente que vamos a tener que resolver con concepción de izquierda es una mejor distribución de la riqueza. Creo que hay que trabajar por el cambio de la matriz productiva, no estar pensando que siempre vamos a ser netamente exportadores de materia prima. Que se generen más oportunidades para los jóvenes y que haya instrumentos como un frigorífico multimodal, que no lo llamamos “nacional” para que nadie se enoje. Esto permitiría que el Estado uruguayo y los pequeños productores puedan tener un instrumento para colocar un precio al consumo distinto al que construye el precio actualmente y que normalmente nos tiene maniatados. Hay que sacarse el balde de la cabeza y no negar por negar.

-El presidente cuestionó la idea del frigorífico nacional y que el PIT-CNT tenga una visión un tanto anacrónica de lo que es la industrialización. ¿Cómo tomó esas opiniones?

-Creo que deberíamos abrir nuestra cabeza. Si bien efectivamente podés creer en un modo de producción de desarrollo clásico, tal vez existan otros. El problema es instalar el debate para discutir y colocar con propuestas concretas de qué estamos hablando. Si me das a elegir, a mí no me gustaría llenar Uruguay de procesadoras de pasta de celulosa. Pero, por otro lado, sé que tenemos los árboles ahí. Si tenemos miles de toneladas de hierro, que puede ser un mineral extractivo bastante importante, ¿por qué discutimos la explotación de la minería a cielo abierto, si la saca vía puerto de aguas profundas, si va a contaminar el ambiente, y no discutimos por qué no procesar el material acá? ¿Por qué no tener una industria siderúrgica? Capaz que lo que hay que pensar, de la misma forma en que planearon primero la forestación y luego la celulosa, es fomentar que venga una siderúrgica a instalarse, o que el Estado participe en un proceso mercosuriano de una siderúrgica de esas características, y después pensemos cómo extraemos el mineral para que se procese acá. Cualquier mercadería que podamos procesar con manos uruguayas deberíamos hacerlo para que sea efectivamente sustentable con la defensa del medio ambiente, y no hay necesidad de ridiculizar a quienes están defendiendo el medio ambiente, ni que éstos impidan el desarrollo del país. El problema es que sepamos escucharnos.

-¿Le preocupa que haya una puja por el control de la economía dentro del gobierno?

-Me preocuparía si hubiera un pensamiento único. De todas formas, hasta ahora no ha sido motivo de división. Que haya hasta tres visiones distintas de la marcha de la economía y de las propuestas económicas del país obliga a pensar y, aunque tengas la mayoría u otros la tengan, a tener resguardos, porque eso te somete a examen, y eso es bueno. Me preocuparía más que hubiera una sola forma de ver la economía.

-¿Qué opina de la resolución del conflicto de la Federación de Obreros y Empleados de la Bebida?

-El final fue bueno, pero el mientras tanto fue malo. Fueron 15 días en los que se estuvo en debate de declaraciones públicas, en tire y afloje constante, y finalmente se obtuvo una salida. Podría haberse evitado ese striptease público. Me consta que entre todos los actores que estuvieron en pugna se podría haber arreglado 15 días antes. El resultado fue bueno. Hubo un convenio colectivo que respetó los criterios generales del sindicato y los ejes del gobierno, y al sector empresarial no le cambiaba mucho la figura. ¿Y para qué hicimos 15 días de discusión pública? Eso sólo contribuye a generar más confusión en la cabeza de los trabajadores y de los frenteamplistas.

-¿La Intendencia de Montevideo (IM) es el punto débil del FA?

-La IM es el estandarte del FA. Un gobierno de 25 años de conquistas, una tras otra, que ha logrado cambiar la cara a la ciudad y le ha devuelto tanto poder de ciudadanía a los montevideanos debería ser el estandarte de presentación de la fuerza política. Ha sido al mismo tiempo el blanco de críticas de la oposición. La derecha, blancos y colorados juntos, toman como centro de críticas el lado más fuerte de nuestro gobierno para meter allí una cuña, un centro de polémica y generar una confusión. Éste ha sido su mayor éxito: lograron que muchos de nosotros intenten dar un paso al costado de la defensa de la gestión. Me parece una muy mala cosa de los frenteamplistas que desde las estructuras de la fuerza política no salgan a hacer una defensa acérrima de la gestión. Todos los sectores del FA tienen el mismo porcentaje de responsabilidad y de dirigentes dentro de la intendencia. Creer que pegarle a la IM es pegarles a los comunistas o a Olivera es un profundo error. Creo que Olivera paga unas cuantas culpas. Paga ser mujer y ser comunista. Como miembro del FA tengo que reconocer que acá hay mucha buena cosa. Vienen de todo el mundo y te felicitan. Y después te quejás de lo que tenemos, de que se desbordó el contenedor. ¿Es un problema de la intendenta, o de vos que tiraste una bolsa que no entraba y la tiraste igual? Yo creo que tenemos temas para corregir, pero hay una muy buena gestión del gobierno. Hay cambios que colocan a Montevideo en el mismo plano que las principales ciudades de Europa, y acá generan contradicciones. Es increíble.

-¿Olivera podría ser nuevamente candidata?

-Nada lo impide. Ella va a dar hasta la última gota del sudor de su frente para terminar cumpliendo con el programa que los montevideanos pidieron. Pero me parece que la changa la ha vivido el doble de los años que cualquier intendente. Yo no sé si hay una disposición personal de ella para aceptar esa propuesta, pero sé que hay compañeros de la fuerza política que piensan más en cuál será el relevo que en fortalecerla.