-¿Cómo se le comunica la decisión de la remoción?

-Me entero por una convocatoria del presidente (José Mujica) que plantea que, como parte de un nuevo ordenamiento político que tiene que dar al equipo de gobierno, yo pasaría a ser parte de una lista de compañeros que vamos a salir del mismo. Esto sucedió antes que tomara dominio público e incluso antes de la entrevista de Mujica con el ministro Aguerre. El fundamento es la necesidad de hacer un nuevo equilibrio en su equipo y nos plantea que demos un paso al costado, y como me considero un hombre de gobierno, de ésta y de la anterior administración, no dudamos en ningún momento en darle la aprobación a la iniciativa, si eso contribuía a que el gobierno siguiera fuerte y avanzando en los objetivos que tiene planteados. Luego aguardamos porque el propio presidente nos iba a hacer saber en qué momento se iba a concretar, cosa que mantuvimos en reserva hasta el lunes pasado, cuando nos hizo llegar el mensaje de que la decisión se hacía firme y comenzó el proceso de desvinculación. No hablamos de la gestión.

-Tuvo que defender el ICIR en el Parlamento porque el ministro Aguerre no concurrió. ¿Quién le pidió que fuera?

-El ICIR es una iniciativa que se lidera desde la Torre Ejecutiva con el presidente Mujica a la cabeza. Tuvo un largo proceso, en el que se trató de ajustar una posición que se terminó consensuando para que todo el gobierno apoyara la propuesta. La defensa y argumentación ante la comisión de Diputados nos tocó a pedido del propio presidente, ya que el ministro había anunciado su voluntad de asistir, pero en el momento de tratarse el tema no estaba en el país. Lo hicimos además porque estamosde acuerdo con el ICIR y porque pertenecemos al Frente Amplio (FA), que en su programa le presentó a la ciudadanía un punto que refiere a la desconcentración de los medios de producción, entre ellos la tierra. Y una vez logrado el gobierno se procedió a implementarlo. Lo compartimos también desde el momento que fuimos una minúscula parte de esa construcción programática.

-¿Cómo se relacionó con la Asociación Rural del Uruguay (ARU) y la Federación Rural (FR), que manifestaron que era una buena señal su remoción?

-En estos siete años tuvimos situaciones muy productivas y de mucha sintonía, por ejemplo cuando construimos la propuesta del sistema de trazabilidad de la carne bovina con mucha complementariedad, hasta situaciones en el otro extremo, como la discusión del ICIR. Lo habitual fue discutir cada política pública que se ha ido promoviendo. Hay situaciones encontradas, porque las políticas siempre tienen la particularidad de que benefician a unos y pueden afectar a otros. La ARU y la FR son una expresión del empresariado agropecuario y especialmente ganadero. Con otras gremiales representantes de la agricultura familiar hubo mejor sintonía. Pero con la organización de primer grado en el territorio siempre tuvimos un vínculo fluido a través de las mesas de desarrollo rural, a la que asiste toda esa estructura de primer grado, incluyendo algunas que son parte de la FR. Por un ordenamiento institucional, los temas externos de la agenda los llevó adelante el ministro y los temas de gestión interna se le encargaron a la subsecretaría, con excepción del vínculo con el sistema de la descentralización que también nos tocó a nosotros.

-¿La estructura institucional del MGAP está preparada para la expansión y crecimiento que está viviendo el agro?

-Para algunos temas tiene las capacidades necesarias y hay previsiones en la Ley de Presupuesto para el crecimiento. Quizás donde se han desarrollado más capacidades e incorporado recursos técnicos y materiales en forma más acelerada es en las políticas de desarrollo rural y de descentralización. En 2007 se empezó a construir la Dirección de Desarrollo Rural, que en 2012 va a tener la primera dotación de recursos de infraestructura presupuestales. Con la descentralización vamos en el mismo sentido y en ambos casos no podemos perder de vista que se trata de una construcción colectiva con la gente organizada en el territorio y esto es un capital importante para el país. Si no fuera por las organizaciones sociales más algún aporte del MGAP sería difícil que estuvieran funcionando las 34 mesas de Desarrollo.

-Hay gente, dentro y fuera del MGAP, con una orientación política similar a la suya, que considera que hay dos visiones dentro del ministerio y que usted representaba a una de ellas, ¿Qué pasa ahora con esa línea de pensamiento?

-Las políticas de desarrollo rural y descentralización son una construcción de muchos actores y con filiación política mucho más amplia que la mía. Es un proceso que ha tenido una acumulación permanente en los últimos años, generando capacidad en los propios individuos organizados y pueden seguir siendo los protagonistas. Y ellos son los que deben seguir, y los que en algún momento llegamos para dar una mano no somos decisivos.

-¿Qué cosas le quedaron por hacer?

-No haber podido avanzar más rápido en la implementación de los planes de uso del suelo en la agricultura. Pero el proceso avanza y me voy con mucha satisfacción de lo que pudimos contribuir a la construcción de la trazabilidad, a la identidad de la agricultura familiar y en la conformación de un equipo de trabajo capaz de llevar las políticas públicas al rincón más remoto del país.

-¿Cómo vivió la confrontación de ideas entre sectores del FA en el seno del gobierno?

-Me tocó vivir capítulos puntuales y en ningún caso estuvo planteado que esto fuera una amenaza para la unidad de acción de nuestro gobierno. El debate de ideas siempre tenía como límite el no vulnerar la unidad de acción que nos permitiera seguir transitando un gobierno con resultados. Ese marco está bien claro.

-¿Se le planteó en algún momento continuar en algún cargo dentro de la institucionalidad agropecuaria?

-Vine de Europa en 2002 con la decisión de invertir los conocimientos adquiridos en favor del Uruguay. Me formé en trazabilidad y en 2005 me integro al gobierno para aplicar muchos de esos conocimientos. Personalmente, de cara al futuro, veo tres posibilidades. Una es sumarme a ese flujo de exportación de servicios de asesoría para el desarrollo agropecuario para América Latina. En segundo término, volver a la investigación y el desarrollo tecnológico, y por último la profundización de la militancia especialmente en el FA. Pero como soy un hombre de gobierno, también estamos receptivos a planteos que nos puedan hacer desde el gobierno o desde el FA.

-Hay planteos que señalan al ICIR como insuficiente, que debería ser mayor y que así se podría financiar el desarrollo rural sin recurrir al endeudamiento externo...

-La discusión del impuesto fue un tema de mucha rispidez y confrontación en 2011. Consolidemos el actual, pongámoslo en funcionamiento, dejemos que transite un tiempo considerable de aplicación, hagamos una evaluación y veremos cómo continuar en las acciones. Lo que sí va a avanzar es la iniciativa que está en el Parlamento para regular la extranjerización de la tierra, sobre todo por estados nacionales. Es una iniciativa que el propio presidente Mujica le encomendó a un conjunto de legisladores y que me consta que están trabajando en esa línea. Por ahí las decisiones respecto a la regulación de la concentración y extranjerización, pero eso no quita que haya compañeros y organizaciones que estén pensando en otras iniciativas. Sobre el desarrollo rural dependiente del endeudamiento externo, diría que en 2005 cuando empezamos a hablar de políticas de desarrollo rural, el 100 por ciento de los recursos económicos para las acciones eran préstamos de endeudamiento externo con caducidad en ese año. Hoy, cuatro años después, hay recursos humanos asignados por presupuesto, una infraestructura mínima para operar, son avances. Capaz que hay compañeros que entienden que no, capaz que en una visión de mediano plazo, abono la hipótesis de que son insuficientes, pero después de haber estado 7 años adentro del MGAP, sé que hemos trabajado muy fuerte para lo que tenemos. Invito a que todos sigamos trabajando para ir consolidando, evaluando y sumando esfuerzos.