Aunque habitualmente alejados, algunos dirigentes de los partidos tradicionales buscan recomponer relaciones con el Carnaval y se acercan en esta época a ensayos, tablados, concurso oficial y desfiles. Con más o menos estrategia política detrás, el objetivo es abrirse camino en un terreno que parece hostil y dominado por la izquierda.
El diputado Jorge Gandini (Alianza Nacional, Partido Nacional) es uno de ellos: ha ido a ensayos de los Diablos Verdes -cuenta que allí se encontró con Juan Castillo-, y fue a ver a Tronar de Tambores, Mi Morena, Sarabanda, Curtidores de Hongos y a Zíngaros al Teatro de Verano. Gandini reconoce que el Frente Amplio (FA) “ha trabajado muy bien” en espacios culturales con estas características. “Ha ido ganando espacios en los que se genera opinión, en los ámbitos de socialización, donde se transmiten ideas entre pares, conceptos, y se estigmatiza muchísimo, y en ese sentido el Carnaval es muy importante”. El PN, a su entender, debe dar una “batalla cultural, porque hay muchos mitos que combatir y muchas actitudes nuestras que recuperar”. “Lo que tiene que ver con nuestra labor de representación es que a las personas esto le importa genuinamente, y es necesaria la presencia, el apoyo y el interés por estos ciudadanos blancos que participan, porque es refrescante”, considera Gandini, que ya ha manifestado que quiere ser candidato por la Intendencia de Montevideo. “Es importante el apoyo, meternos dentro, para conocerlo desde la sensibilidad de esa manifestación cultural”, agrega. “Estar lejos es perderse de mucha cosa”.
Otro blanco carnavalero es Gastón Cossia, dirigente montevideano del Movimiento Nacional de Rocha. Su vínculo llega por el barrio La Comercial y familias amigas. Con amigos salió primero en Sarabanda y en 1996 integró la primera cuerda de tambores de Mi Morena. “Blancos seremos diez, si somos”, reconoce, pero dice estar acostumbrado porque sabe “lo que es la cultura montevideana; no me siento raro”.
Cossia admite que para los partidos tradicionales el Carnaval “se ha transformado en un lugar difícil de poder sentirse a gusto”, y, aunque considera que su partido debe acercarse, señala que no se pueden “forzar” esas cosas. “No puede ser una cuestión de laboratorio, no se puede tomar la decisión 'vamos a participar', se hace desde la gente, hay que identificar a otros blancos que estén en una situación como la mía y apoyarlos”, señaló. “Ojalá se pueda revertir esa situación que tienen muchos dirigentes de sentirse siempre agredidos por el Carnaval montevideano”, opinó.
Otro político que se ha acercado al Carnaval en el último tiempo, en particular a las comparsas, es el diputado colorado Fernando Amado (Vamos Uruguay). Aunque cada tanto iba a algún tablado a ver, sobre todo, murgas, hasta este febrero nunca había ido al ensayo de una comparsa. Se acercó al de Triniboa y quedó “fascinado”, dice, particularmente por el “ambiente comunitario” que encontró.
Para Amado hay un “divorcio” entre el Carnaval y el Partido Colorado, que fue acompañado por un proceso en que las murgas “comenzaron a tomar un contenido político de protesta y partidario”. “Esta situación se puede alimentar o se puede cambiar”, planteó. Consideró negativo “que haya mensajes, como pudo haber en el pasado, en cuanto a que el Carnaval es mala palabra o de comunistas”.
A su entender, este cambio debe darse “no por un tema político estratégico, sino por un tema natural de que hay que terminar con los prejuicios”. Para el legislador, además, las murgas jóvenes han demostrado “capacidad de crítica y de autocrítica, y agudez en los análisis para nada despreciable, sino muy interesantes para cualquier político”. El diputado dice que no se siente “atacado” por las murgas, que se divierte cuando se habla del PC y reconoce que hay propuestas como la campaña por la aplicación del régimen penal desde los 16 años “que le caen muy mal a todas las murgas”.
Otra colorada, la edila capitalina Consuelo Pérez ha participado en varias oportunidades como jurado en el certamen de Carnaval. Ha evaluado parodistas y humoristas, pero su categoría favorita son los lubolos. “Sobre la relación nuestra con el Carnaval hay muchos preconceptos erróneos; cada vez hay más gente de los partidos tradicionales que concurre al Carnaval”, asegura.