En diálogo con la diaria el ex subdirector de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) consideró que la oficina debe asesorar a los ministerios y no tener “peleas domésticas” con ellos, por ejemplo, por impuestos. Según Ramos, hay jerarcas que quieren ser “comisarios políticos”, cuando deberían “profesionalizar” su gestión mediante sistemas de evaluación y descentralización de la administración pública.
-A un año y medio de su renuncia a la subdirección de la OPP, ¿qué evaluación hace al respecto?
-Fue la decisión correcta. Mi idea de una transformación fuerte de la gestión de la administración pública era tomarla en serio. La esfera política, que es la que manda, debe profesionalizarse. Debe tener una sensibilidad sobre la gestión y entenderla, pero también sacar sus manos de ella. Una vez que el jerarca diseña las políticas públicas no tiene por qué meterse hasta el último nivel de gestión para poder controlarla. El control de la gestión se hace poniendo a la gente más adecuada para ella y logrando que las jerarquías medias rindan cuentas al jerarca, en función de los objetivos de gobierno. Es necesario un pacto entre los políticos y la administración pública. Hay que dar libertad para gestionar a cambio de que se cumplan los objetivos de gobierno. El político no puede seguir tomando decisiones a olfato sino que tiene que decir cuál es su planificación y rendirle cuentas a la ciudadanía. Pero eso no se entendió por el sistema político en su conjunto, y no solamente por este gobierno. Si no se entiende es muy difícil mejorar la gestión. En vez de darle libertad de gestión a cambio de resultados, la cosa se politiza. Remuevo a determinadas personas, pongo las de mi sector y así controlo todo. Con ese sistema los políticos creen que van a dominar mejor la gestión porque designan a su propia gente, pero después se forman las chacras partidarias: tal departamento es de un sector y tal oficina de otro, y ése no es un criterio de gestión.
-¿Cree que la actitud de designar a los jerarcas en función del sector político se ha expandido?
-Lamentablemente es una práctica común. Algunos funcionarios vienen con la idea de ser comisarios políticos y desconfían hasta de su sombra. Sobre esas bases no se puede construir, sobre todo cuando se está en un mismo gobierno. ¿De qué se desconfiaba?, ¿de que se venía de un gobierno anterior? Y más por ejemplo en mi caso, que soy un independiente políticamente. A mí me desempoderaron absolutamente desde que asumí. Me sacaron los equipos técnicos y no se me invitó a una sola reunión de la OPP. Quedé encerrado en un escritorio.
-¿Cómo evalúa el rol que la OPP ha tomado en este gobierno?
-Es otra de las cosas por las que no me arrepiento de haberme ido. La OPP no cumple el rol que yo veía que tenía que cumplir. Considero que su rol debe ser plantear los escenarios alternativos de desarrollo y asesorar al gabinete o planificar las políticas con las empresas públicas. Si una inversión extranjera de volumen quiere arribar al país, quien está mejor preparado para asesorar a los ministerios de Industria y Economía en lo que hay que negociar es la OPP. No debe salir a disputar espacios de poder ni a pelear con el Ministerio de Economía, a chocarle con un impuesto o a embromarle. Ésas son peleas domésticas. La mejor forma de contrabalancear el peso que puede tener un Ministerio de Economía muy fuerte es pensar en el mediano plazo, porque el ministerio no tiene esa obligación. El ministerio debe estar al tanto de si el dinero está bien usado en temas de costo-beneficio. También debe pensar en la planificación de la deuda, pero no necesariamente en las políticas públicas, ni tampoco en si la inversión está utilizada en función de un plan de desarrollo, que sí es un tema de OPP. Cuando Enrique Iglesias creó la OPP en el marco de la Comisión de Inversiones y Desarrollo, la pensó en este sentido desarrollista y creo que la izquierda tiene que pensar así. Ése es el rol que yo le veía, pero lamentablemente no se cumple ni se cumplió nunca. Además, la OPP tiene que tener buenos voceros. El director de la OPP debe construir relatos para legitimar las políticas públicas. Tiene que hablar y bien.
-¿Ha visto el nuevo estatuto y la nueva carrera administrativa?
-Lo que he leído del nuevo estatuto está en líneas muy generales todavía. Era algo que estaba contemplado en la hoja de ruta del equipo que se había conformado con Gabriel Frugoni, Diego Cánepa, Alberto Breccia, Elena Tejera y Homero Guerrero. Es una partecita de la reforma del Estado, pero de un sector muy importante. En cuanto a la reforma de la carrera administrativa, será importante definir cuáles van a ser las nuevas ocupaciones, cómo se van a definir, cómo se van a pagar y cómo se van a implementar. Esto merecería un gran consenso político, como el que hubo para la educación. Definir una carrera administrativa va a ser para muchos años. ¿Por qué hay un consenso para la educación y no para estas cosas?