Después de un precoz recalentamiento, el proceso de definición de candidaturas para la presidencia del Frente Amplio (FA) se apaciguó en los últimos días, con algunas cartas sobre la mesa y otras que se juegan por debajo de ella.

Hasta el jueves de la semana pasada había tres postulaciones con posibilidades teóricas de concretarse: la de la senadora Mónica Xavier (Partido Socialista), la de su par Enrique Rubio (Vertiente Artiguista) y la de Alejandro Zavala (Ir), actual asesor del Ministerio de Economía. Pero no estaba claro con qué respaldos contaba cada integrante de esa terna, ni la preferencia de fuerzas (sectoriales e individuales) muy importantes del FA, que pueden inclinar la balanza en beneficio de alguna de las personas nombradas o de otra.

En un escenario de competencia interna, entre las variables clave están las definiciones de los dos agrupamientos frenteamplistas mayoritarios: el Espacio 609, formado por el Movimiento de Participación Popular (MPP); y el Frente Liber Seregni, cuya fuerza principal es Asamblea Uruguay, sector liderado por el vicepresidente Danilo Astori. Aunque el resultado de la elección puede terminar expresando una relación de fuerzas entre los dos grandes bloques, ambos vieron que no les convenía presentar una candidatura surgida de sus propias filas, entre otras cosas porque eso le daría al otro la posibilidad de aislarlo.

Dentro del astorismo prima la idea de apoyar a Xavier y revitalizar la alianza electoral de 2009 con los socialistas, que no llegó a fortalecerse por discrepancias internas entre éstos. Pero en el MPP la situación se presentó más compleja, ya que si bien algunos dirigentes (y también, según se manejó en forma extraoficial, el presidente José Mujica) habían manifestado que preferían a Rubio, otros se inclinaron por Zavala. Naturalmente, eso puso a los dos precandidatos en la cuerda floja, sin saber si contarán con el apoyo de la fuerza más votada del FA y ante la posibilidad de que los emepepistas dispersen su respaldo o terminen poniéndose de acuerdo detrás de otra postulación. A su vez, la incertidumbre sobre lo que hará el MPP hace que los demás sectores posterguen, por prudencia, sus definiciones.

Por último, el jueves 23 el semanario Búsqueda informó que estaba planteada la posibilidad de postular al presidente de ANCAP, Raúl Sendic, y al mismo tiempo dio a conocer -sin vincular ambas cosas- que Mujica y Tabaré Vázquez habían mantenido una larga reunión en la estancia presidencial de Anchorena durante el fin de semana anterior. Al día siguiente se supo que Sendic no aceptaba la candidatura, que le propuso el propio presidente de la República, pero el episodio transmitió dos mensajes relevantes: que la preferencia de Mujica puede variar y que la de Vázquez es un dato indispensable, aunque no se dé a conocer en forma explícita ni resulte decisiva.

A todo esto, no ha resuelto qué hará el Partido Comunista, de peso preponderante en la estructura, más allá de manifestar su deseo de una candidatura de consenso que no parece viable. Estamos lejos de saber quiénes competirán finalmente, y aun más lejos de conocer qué planes tienen para lograr lo que el FA más necesita: no una presidencia que se desgaste, sin capacidad real de mando, contra la resistencia de una estructura incambiada, sino una con ideas eficaces para aumentar en cantidad y calidad la participación (de dirigentes y bases, de sectorizados e independientes), a fin de enriquecer la capacidad de propuesta hacia dentro y hacia fuera, superando inercias y bloqueos.