-¿Cuáles son los principales desafíos para el FA en los próximos años?
-La fuerza política tiene que retomar el tono, la musculatura que supo tener en otros tiempos. Hay que encontrar la forma de hacer más participativas las decisiones, teniendo claro que si debemos incorporar metodologías nuevas, como los vínculos electrónicos, está bueno y no hay que confundirlo con formas organizativas. En particular, lo que más me preocupa es una mayor participación de los jóvenes. Yo sufro con la escasez de jóvenes en las estructuras permanentes del FA. Una fuerza de cambio tiene que tener una estructura que sea amigable para los jóvenes. Obviamente, los procedimientos de comunicación electrónica facilitan esto.
Dos concretas
-Comités de base virtuales. "A priori no me cierro a nada. Superar la contradicción de un ámbito tradicional como el comité de base y la incorporación de la tecnología para el vínculo de todos ya me parece un avance, pero si es posible tener una estructuración para que, con alguna instancia presencial, este agrupamiento de compañeros sean tenidos en cuenta para las decisiones, a mí me parece que es lo mejor. Y le hace bien a la estructura, porque una estructura que tiene cada vez menos aporte militante termina discutiendo en general cosas vistas muy en lo micro, en lo interno, y no se proyecta hacia afuera".
-Formación de cuadros políticos. "Es un debe del FA, sin duda. El FA necesita otra dinámica en materia de formación de sus militantes, desde el punto de vista no sólo de prepararlos para una adecuada gestión de gobierno, sino para el desarrollo de su propia estructura. Entonces, todo eso es un feedback negativo. Como somos pocos, como ya no somos tan jóvenes, entonces tampoco podemos darles satisfacción a los desafíos que tenemos por delante. Hemos definido una instancia electoral, creo que después de eso no hay ninguna excusa como para que el FA no se ponga a la altura de lo que en definitiva todos estamos viendo que quisiéramos tener".
-¿En ese sentido es importante que haya un presidente joven?
-Creo que no se puede tener una mirada simplista. Claro que ayuda ser más joven para tener mayor vínculo con determinadas realidades y poderlas solucionar de mejor forma, pero no es suficiente. Y acá hay una acumulación de experiencias. Me da la sensación de que en este aspecto tengo el enorme privilegio de haber sido militante en el FA durante las presidencias del general Liber Seregni, de Tabaré Vázquez, de Jorge Brovetto, que fueron modalidades diferentes, en etapas muy diferentes de la fuerza política, y eso te acumula, te genera síntesis, y te da determinados indicadores en el FA que son muy importantes. Uno en el FA no se puede conducir como en su partido o como en su sector. Hay que ir a buscar los consensos, los mínimos comunes denominadores, y cuando no hay más remedio, hay que votar. Por más que la fórmula del consenso haya sido sustituida en la mayor cantidad de ocasiones, sigue siendo un reflejo que se debe tener para la definición de cualquier paso que el FA dé. Se trata de ver que el FA requiere de tiempos, y de todos, y la solución que para uno es la mejor, si no lo es para el resto del FA, no anda. Saber que en los procesos se acumula, y cuando hay que pegar saltos, hay que estar seguros de que no hipotecan las cosas tan valiosas que hemos logrado. Hay que tener vocación unitaria, práctica unitaria, y esas cosas muchas veces sólo la experiencia política te las puede dar. ¿Eso quiere decir que ningún joven puede tener alguna responsabilidad? No, el tema es que vivimos en un Uruguay en el que quienes tenemos ya varias décadas aún para algunos seguimos siendo jóvenes que requerimos de mayor experiencia. Esto Seregni siempre nos lo recordaba: Uruguay es gradualista para todo. Nosotros podemos seguir promoviendo un cambio cultural, pero tampoco podemos cambiarles el ADN a los uruguayos y a las uruguayas. Y los frenteamplistas somos así, como son el resto de los ciudadanos. Claro que hay que dar golpes de timón; ahora, para lograrlos, hay que acumular mucho en este país. Y eso hay que saberlo, si no, te pelás la frente.
-Hay socialistas preocupados por la polarización, que entienden que una eventual candidatura suya sólo con el apoyo del Frente Liber Seregni podría reforzar ese problema.
-El PS ha estado planteando que los escenarios de polarización le hacen mal al FA, pero acá tenemos que resolver entre todos una contradicción, y tiene que ver con los consensos y las expectativas de la gente. Mi primer posicionamiento interno y externo fue que aspiraba al consenso en una candidatura, pero a lo largo de estas semanas ha quedado claro que la gente quiere elegir, y para eso no hay que inventar candidatos, hay que ver si hay candidatos. No me gustaría frustrar nuevamente una expectativa que tienen un grupo de frenteamplistas que vienen descreyendo del estilo que la herramienta se da para resolver los temas. Creo que debemos, sin generar una ficción de candidatos inexistentes o que no tengan posibilidades luego de llevar adelante este enorme desafío, ser conscientes de que si existen matices en cuanto al estilo de conducción y diferencias en cuanto a un programa que todos aprobamos, hay que plantearlos. Y esos matices se dan. Por ejemplo, ahora vamos a un plenario a resolver las condiciones, y a mi partido le parece un disparate que las condiciones hayan estado durante un buen tiempo más centradas en las inhibiciones de los candidatos que en la búsqueda de la libertad del elector. Tenemos una instancia electiva que a mi juicio en algunos momentos puede ser ratificatoria, pero hoy se ha generado un clima en el cual me parece que va a haber una competencia, que yo deseo fervientemente que no reitere excesos antiunitarios que se dieron en determinados momentos -me refiero a las elecciones departamentales- y que aún dejan heridas. Yo no tengo problema, y me parece sano que la izquierda enfrente las diferencias. Hay diferencias de estilo, de concepción. Con respeto debemos transmitírselas a la masa frenteamplista para que las conozca y para que elija.
-El argumento de quienes plantean la incompatibilidad de ejercer la presidencia y ser legislador es la dedicación de tiempo completo.
-El PS ha planteado que hace acuerdo con la propuesta del presidente de que no se involucren sus ministros en este tema. Es una idea diferente a la que vivimos cuando en determinado momento Brovetto ejercía la presidencia del FA y era ministro de Educación, pero nos parece leal con el presidente respetarlo en esa decisión. Lo otro, salirse del escenario privilegiado de relacionamiento con las diferentes fuerzas políticas nos parece que no tiene sentido, y lo vamos a discutir, y si es necesario, iremos a votar en el plenario un criterio que garantice la libertad del elector, y que no cometa un error político como es, si eventualmente fuese un legislador, sacarlo de este ámbito. No porque creamos que la fuerza política no tiene un rol en sí mismo, sino porque éste es un escenario que el FA no se puede negar en su máxima dirección, ni a nivel de vice ni de presidente.
-¿Cuál debería ser el rol de la fuerza política en relación con el gobierno?
-La fuerza política tiene un valor en sí mismo, no necesariamente tiene que en todo momento estar exactamente alienada al gobierno. Sí debe defenderlo, no se justifica no entender que el gobierno es un escenario privilegiado para llevar adelante el programa que plasma los conceptos o los objetivos que la izquierda siempre ha tenido, pero pensar que la fuerza política no puede tener un margen de independencia y no puede trabajar con una visión mucho más allá del propio mandato del gobierno, es amputarse las posibilidades. Yo quiero una fuerza política capaz de intermediar entre la sociedad y el gobierno, para decirle al gobierno cuando se equivoca "por acá no podemos ir y por este otro lado sí”. La fuerza política tiene la obligación de pensar qué cosas se pueden ir proyectando para un tercer período de gobierno. Necesitamos además una fuerza política que articule con todos los ámbitos de la sociedad, y que se vuelva habitable para todo el mundo. Yo ya estoy harta de que las mujeres y los jóvenes formemos parte de la penúltima carilla del estatuto del FA. Tenemos que trabajar para que las mujeres, que somos 52% de la población pero que a nivel político-partidario trabajamos en la base de todos los partidos, tengamos un reconocimiento dentro de la estructura.
-¿Ser mujer puede significar un obstáculo a su candidatura?
-Si es así, es terrible. Ya no da más, hasta cuándo las mujeres vamos a tener que dar exámenes para tener determinadas responsabilidades, Y eso no implica autocandidatearme, implica seguir en la senda que hemos trabajado, que es hacer visible lo que es invisible: la situación de discriminación de las mujeres.
-¿Pesa eso en su aceptación de la candidatura?
-Claro. Si no, seguramente no me complicaría la vida.