-¿Por qué llegó el MPP a su nombre?
-La definición más importante de la dirección fue cambiar lo resuelto al principio, cuando dijimos: “No queremos que la elección del presidente sea una competencia entre partidos del Frente Amplio [FA], porque eso es muy mal visto, sobre todo por los jóvenes. Y además no apuesta a la construcción de un FA abierto”. Después de todos los contactos que hicimos, algunos de los candidatos propuestos no aceptaron, otros tenían resistencias parciales, teníamos todo un menú. Pero mientras hacíamos eso, los sectores fueron definiendo sus candidaturas. Al final quedamos intentando una candidatura distinta que sólo íbamos a presentar nosotros. Y dentro del MPP se dio la discusión: “Pero si ésa es la circunstancia, hagamos como los demás y reconozcamos que el intento que hicimos fue bueno pero no dio el resultado que esperábamos”. Ése fue el argumento mayoritario.
-Usted no estuvo de acuerdo.
-Había distintas posiciones. Algunos decíamos: “Seamos francos, digamos que queríamos candidaturas múltiples, que quisimos votación, que eso se logró, y que nosotros no pudimos llegar a [un candidato], y digamos ‘bueno, compañeros, acá hay un menú de candidatos, hay como ocho candidatos’, que participen todos los frenteamplistas que se pueda y que elijan al que quieran, no tenemos obligación de presentar nosotros un candidato”. Pero ésa era una posición mía, mientras que había compañeros que tenían otra posición, y en un colectivo tenés que ver lo que piensan los otros e ir armando. Al final adoptamos la decisión por unanimidad.
-¿Qué hubiera sido lo mejor?
-Algo imposible: haber encontrado un candidato. Alejandro [Zavala] representa un espectro de frenteamplistas con más nivel educativo y que se mueven en cierto círculo, pero tampoco tiene mucha militancia dentro del FA, era lógico que los compañeros que militan en el FA dijeran “¿y ése quién es?”. Entiendo a los compañeros que quieren tener más certeza y lo quieren conocer. En realidad, Alejandro es muy nuevo para pretender ser el presidente. Algunos depositamos la confianza, pero no teníamos una mayoría. Tampoco tenía mayoría el Colorado [Miguel] Fernández [Galeano]. Finalmente, Constanza no aceptó…
-¿Le llegaron a proponer a Constanza Moreira ser candidata?
-Sí. Dicen los estrategas que hay que tener plan A y plan B. Nosotros no teníamos plan B. Capaz que no estuvimos bien. Nos jugamos porque nos pareció que se podía conseguir eso. Vale la pena razonarlo, porque quizá sea un camino que no es viable en el FA. Quizá en el FA original había mucho de movilización y poco de partidos, y había candidatos comunes. Ahora no encontrás figuras relevantes sin algún nivel de relación con algún grupo. Sea quien sea el que gane, por primera vez tendremos un presidente de la fuerza política que viene de un sector, y es todo un desafío.
-El MPP impulsó con fuerza las elecciones a padrón abierto, y se cuestiona que no haya tenido una estrategia.
-En realidad, logramos una cosa que nos planteamos desde que empezamos a discutir esto. No era negociable que hubiera elecciones internas y candidaturas múltiples. El problema es que después no pudimos complementarlo con un candidato apropiado para eso. Pero no fue un fracaso igual, porque pusimos sobre la mesa la necesidad de tomar las decisiones, no por el casquetito de 10%. En el fondo, está en cuestión qué papel tiene ese millón de personas, si tienen que esperar que los militantes de las estructuras decidan las cosas y después ir atrás, o si somos capaces de crear algo que le dé participación a la gente.
-¿Por qué le parece que generó consenso en el MPP?
-Yo qué sé, eso lo tendrían que decir los compañeros. Soy fundador del MPP, todos saben que no tengo ningún proyecto personal. Muchas veces lo que ha fallado en los órganos colectivos es cómo hacer que funcione el órgano, no que cada uno vaya con lo que piensa para confrontar con el otro. Quizá por mis características personales, porque no jodo a nadie. Frente a la situación que había, también era bueno que la dirección decidiera algo en conjunto, porque eran tantas las incertidumbres que teníamos…
-Que no convenía aparecer divididos
-Sí, divididos al pedo, porque si fuera por una cuestión estratégica, pero si votamos a éste o a aquel otro…
-Enrique Rubio cuestionó que hubo una especie de “tómbola de nombres”.
-Yo no fui a hablar con él ni estaba en eso. También te voy a decir: todo el mundo estaba esperando que el MPP lo apoyara. Es lógico, cuando alguien piensa en un candidato lo que quiere conseguir es el que tiene más votos. Mirá que tiene sus complejidades ser el grande. Todos le exigen más, si cometés un error hay que multiplicarlo por dos, porque ya tenés una culpa por ser el más grande. Además el grande puede tirar el tablero, puede actuar mal. Capaz que cometimos alguna impericia, me parece que a todos les queda claro que no hubo mala fe.
-A algunos dirigentes del FLS les llamó la atención que le propusieran ser candidato a De los Santos.
-En realidad nosotros pasamos el rastrillo por todo. Tuvimos indicios, no de Óscar, pero del entorno de Óscar, de que podía ser que ellos consideraran [la posibilidad de que fuera candidato]. Nosotros habíamos hecho una grilla de criterios y en función de eso los punteábamos; eso lo hacía yo. De los Santos punteaba bien en todo, objetivamente. Y bueno, hacemos la consulta..., el peor trámite es el que no hacés. Si fuera el presidente del FA, quedaría claro que es un tipo muy capaz de ir a mucho más que a intendente. Es un tipo que viene de un sector obrero, tiene una formación sólida, es muy dialéctico. Está bien, los compañeros de la 738 lo razonaron distinto.
-¿Cuáles son los principales desafíos del FA en los próximos años?
-No voy a hablar de programa hasta que sea candidato. No quiero hacer esa bobada de salir a decir que tengo la solución universal. Pero tengo una visión bien clara de lo siguiente: el FA surgió en cierto momento histórico, y a principios del siglo XIX no se puede utilizar la medicina que se utilizaba hace 40 años, porque el paciente es otro, tiene otros problemas. A veces los viejos cometemos el error de hablar de los blancos y de los colorados, cuando los jóvenes nunca vieron cómo son los gobiernos blancos y colorados. Me aflige que tenemos una herramienta construida en otra época, para otra situación. Ganamos el gobierno dos veces, y decís: “Emparejamos esto, administramos mejor las finanzas, ¿y después?”. La gente que está en los movimientos sociales espera cosas más de fondo.
-¿No hay visiones distintas sobre esto en el FA, gente que dice que no hay que limitarse a “administrar el capitalismo” y otra que piensa en un capitalismo “más humano”?
-Sí, sí. Hay quienes dicen que nosotros no vinimos para administrar el capitalismo. Está bien, estoy de acuerdo. ¿Y? Lo que dice Mujica es: “Tomemos este capitalismo y veamos qué cosas hay que transformarle para ir produciendo resultados distintos”. El que dice “no vinimos a administrar el capitalismo”, en realidad, se queja de la realidad pero no propone nada. No es fácil proponer algo, porque ya no es sólo la redistribución del ingreso. Porque, muy bien, les sacamos a los que tienen más y les damos a los que tienen menos, y vamos emparejando. Eso más o menos se está haciendo, sin alterar mucho el sacrosanto derecho de propiedad. En toda esa maraña de cosas armadas el gobierno va navegando; ahora, eso tiene un límite. En realidad lo que te demuestran los trabajos de quienes han investigado este tema es que llega un momento en que ya se tiene que producir distribuyendo, no se puede producir de una manera capitalista y después distribuir de otra manera.
-¿Ya está saldado en el FA que no se quiere administrar el capitalismo?
-No, hay algunos que lo quieren administrar. Incluso algunos piensan que un capitalismo bien administrado, cristalino, siguiendo las normas, va a llevar a un estado de mucho mayor bienestar a la gente, y que hoy lo importante no es tanto la concentración de la riqueza sino la distribución del conocimiento. Una buena cosa es favorecer los diálogos en torno a eso.