-¿Qué podría aportarle al FA desde su experiencia sindical?

-No puedo ofrecer más que trabajo, dedicación, casi 26 años de militancia ininterrumpida en el movimiento sindical, en el Partido Comunista (PCU) y en lo social. Estoy dedicado a full, sé lo que es militar todo el día para un mandato que nos den o para una estructura organizativa.

-En un comité ejecutivo del Partido Socialista se comentó que sería una pérdida para el movimiento sindical que se alejara de él.

-Me reconforta de compañeros tan fraternos como los socialistas. Fue también la primera reacción de otras fuerzas políticas, que se lo dijeron directamente al PCU. Me alegra que tengan ese concepto, que crean que merezco el respeto de los demás, porque he respetado todas las ideas. En el movimiento sindical no traslado mis ideas ni mis visiones, sino que soy el vocero y me respetan mis compañeros porque traslado las resoluciones orgánicas que antes se debatieron. Soy ortodoxo al extremo desde el punto de vista de respetar las estructuras internas y orgánicas. En lo personal, si me decís... gran parte de mi vida ha estado dedicada a acá adentro. Es lo que sé hacer, lo que amo, lo que abracé en mi vida. No puedo tener más renuncias acumuladas: renuncié a asumir la diputación cuando salí electo [por el FA], renuncié a asumir el Senado, a integrar las listas que Tabaré Vázquez primero y Pepe Mujica después tenían frente a sí para integrar cargos ejecutivos. Todo lo fui dejando de lado para integrarme al movimiento sindical. Pero ha llegado un momento en que no puedo contradecirme. Siempre he peleado en las estructuras orgánicas para dar paso a las generaciones más jóvenes. Hoy no es el movimiento sindical de 2005, es tres veces más grande, con hombres y mujeres que se han integrado y han madurado en la estructura orgánica. Por tanto, creo que rápidamente la clase trabajadora tiene sus propias formas de llenar cualquier vacío transitorio que se pueda dejar.

-Si en instancias anteriores renunció a representar al FA, ¿por qué hoy acepta?

-Es que soy masoquista. Algún compañero me lo decía en broma anoche, mientras me saludaba. Algunos me decían: te gustan las difíciles. Y estoy acostumbrado a estar en las difíciles. Empecé militando en la clandestinidad, y después nos tocó jugar, junto a compañeros y compañeras, un rol determinante en la etapa de los gobiernos neoliberales. Y me ha tocado estar en la tercera etapa, que no es menos difícil, de convivir con gobiernos de izquierda. Porque hoy todos se olvidan, pero la gran inquietud que había en los medios y en la oposición era cuál iba a ser el rol del PIT-CNT y de quienes éramos la cara visible. Hasta se apostaba si íbamos a ser la polea de transmisión, el brazo social del gobierno de izquierda. Y ya no tenemos que demostrar que defendemos los intereses de la clase trabajadora. Con la misma honestidad política que aplaudimos todas las cosas que ha hecho bien la izquierda, criticamos y nos movilizamos en contra de aquellas cosas que creemos que están mal. Ahora tal vez nos toque asumir una tarea en el FA... digo “tal vez” porque no sé si se va a mantener mi candidatura y no sé si vamos a lograr la mayoría de votos, las dos cosas son difíciles, sabemos que estamos expuestos. Está en una etapa muy compleja el FA. Desde mi percepción, y la de muchos compañeros sin mucho poder de decisión en las estructuras, si algo cambió desde que el FA es gobierno, es que cada vez más se descuidan las bases, que han perdido el papel incidente que tenían. Son tan pocas las movilizaciones que convoca el FA que creo que se limitan a los aniversarios.

-¿Deberían hacerse cambios en la estructura del FA?

-Ninguna estructura está hecha de una vez y para siempre. Hay que repensarla, discutirla, para dar más posibilidades de participación, y no para trancar la participación. Los comités de base de hoy no son los mismos de cuando yo militaba, y no hay tanta cantidad de locales abiertos y no es tan numerosa la concurrencia a ellos, pero hay comités de base abiertos y hay militancia, y el FA no puede ser un partido tradicional más. Seregni insistía en que el FA no era solamente la voluntad expresa de dirigentes políticos en las cumbres, sino [un partido con] una gran incidencia de la movilización y de las masas. Si hoy las masas se expresan de otra forma a partir de los medios de comunicación nuevos, buscaremos integrar esos procesos, pero que se enrolen a la estructura orgánica natural del FA. No creo que esto sea una renovación ideológica. Me parece que lo que hay que hacer es volver a fundar los principios ideológicos básicos de que somos una fuerza política de izquierda, y no solamente una coalición de partidos.

-¿Se desdibujaron esos principios?

-No, al punto de desdibujarse no, pero ha habido un desequilibrio, están pesando mucho más los acuerdos político partidarios que la participación de las masas. Pensar en cómo reestructurar el aparato político del FA no quiere decir hacer desaparecer las demás formas de participación que tienen los movimientos, las bases, y fundamentalmente los contactos con el entramado social todo. Para que no haya un disloque, hay que volver a discutir cómo debe ser el relacionamiento entre el gobierno, la fuerza política y los sectores sociales.

-¿Cuál debería ser el rol de la fuerza política en relación con el gobierno?

-Respaldar y promulgar públicamente todas las acciones que viene haciendo el gobierno en favor de la mayoría de la gente, y al mismo tiempo empujar con movilizaciones y acciones concretas para dar respuesta a las nuevas demandas. Hay problemas sociales que se vienen generando, que al no tener un rol protagónico el FA, te va armando la agenda la derecha: la seguridad pública, la educación, son temas que sin desconocer que son problemas de toda la sociedad y tenemos que resolverlos, no deben colocarse con la virulencia que lo hacen los partidos de la oposición.

-Los socialistas entienden que la propuesta de que la presidencia del FA sea incompatible con un cargo legislativo es un obstáculo que se quiere poner a la candidatura de Mónica Xavier.

-Voy a hablar en primera persona. No hay nada en los estatutos del PIT-CNT ni del FA que impidan que yo esté militando en los dos lugares. Pero sí es inmoral, o por lo menos estaría rozando la ética, que esté en ambos lados. Porque aquí se me requiere full time. Supongo que la tarea de estar en el FA no debe ser menor. Estamos convencidos de que, en caso de que prospere nuestra candidatura y la mayoría de los frenteamplistas nos voten, al otro día tengo que dejar todas las actividades sindicales para meterme a trabajar de lleno en la sede del FA. No sé cómo podrá hacer otro para atender un ministerio o un Senado al mismo tiempo de atender el FA, pero capaz que hay personas que lo pueden hacer.

-En 2009 el PCU hizo un acuerdo electoral con el MPP para apoyar a Mujica en las internas, ¿ese acuerdo podría reeditarse para la presidencia del FA?

-En la vida política de la posdictadura, hemos acordado con todos los sectores. No hay ningún prejuicio con el Espacio 609 ni con el MPP. Ellos han respetado nuestro acuerdo con ellos, que fue para la elección de 2009, y nosotros hemos respetado el acuerdo con ellos. No se comprometieron a darnos un ministro, ni un viceministro, nada. A la prueba está que cuando [Mujica] los tuvo que nombrar los nombró, y cuando los tuvo que sacar los sacó. A algunos les quedó en la retina que por acompañarlos en 2009, ellos nos acompañaron en la candidatura a la Intendencia de Montevideo en 2010. Eso ni está escrito ni está resuelto en ningún lugar, porque no fue así.

-Desde aquel apoyo en 2009, ¿se ha debilitado el vínculo con Mujica?

-Tenemos muy buenas relaciones con el Pepe y no quiere decir que aceptemos ni aplaudamos todas sus intervenciones. Y entendemos que es recíproco: Mujica respeta mucho al PCU y eso no quiere decir que le hagan gracia todas las resoluciones que tomamos. Convivimos como frenteamplistas, como parte de un proceso en el cual estamos convencidos de que ellos juegan para este lado.