El Partido Socialista de los Trabajadores (PST) es uno de los fundadores del Frente Amplio (FA) en 1971. Luego, en ocasión del triunfo electoral de 2004, conformó el Espacio 1968, y desde ese momento colocó en su agenda programática temas que quizás no son tan recurrentes en otros sectores, como el derecho al matrimonio homosexual y la adopción; la urgente aprobación de la ley de derechos sexuales y reproductivos; la eliminación del veto presidencial; la instalación de un sistema de salud “único y estatal”; y la legalización del auto-cultivo, producción y distribución de la marihuana, entre otros.

Uno de los referentes del PST, Pablo Cabrera, que es además presidente del gremio de funcionarios públicos (COFE), está convencido de que el FA “corre grandes riesgos” si no avanza en mejorar la legislación en materia de derechos, y atribuye esa lentitud a la “gran distancia” entre la dirigencia oficialista y los temas que preocupan a la ciudadanía, incluyendo a una “sensibilidad de izquierda” molesta por el naufragio de proyectos importantes, como la despenalización del aborto.

“Para una parte de la izquierda, hablar de derechos humanos en Uruguay sigue siendo sinónimo de la dictadura, y queda en un segundo plano la vulnerabilidad que viven las gurisas pobres que se siguen muriendo porque el aborto no es legal, mientras los ricos la zafan en una clínica privada, o que una opción sexual derive automáticamente en ejercer la prostitución”, reflexionó Cabrera, entrevistado por la diaria.

El sindicalista de la salud piensa que ese mismo problema está presente con el concepto de impunidad: “Hablamos de impune y automáticamente pensamos en un milico, nunca asociamos ese término al tipo que lleva años acosando sexual o moralmente a sus empleados, o en las múltiples expresiones cotidianas de la homofobia”.

Cabrera reconoce que en el mundo sindical y político siguen instaladas muchas expresiones homófobas. Lo atribuye a que son temas “tabú” que han estado ausentes de los grandes debates y a que toda la sociedad está “impregnada de miedos, tanto a lo diferente como a no ser capaz de tener reacciones claras frente a algunos estímulos”.

Desdibujados

Admite que expresar la opción sexual en la vida sindical “no siempre es fácil”, pero aclara que en sus diez años de militancia no tuvo problemas de discriminación, ni en COFE ni en la Federación de Funcionarios de Salud Pública. “Pero cada gremio tiene su particularidad, por cómo son las dinámicas en cada lugar de trabajo. No es lo mismo un hospital que una fábrica y eso termina influyendo. En una fábrica tener una opción sexual diferente es mucho más difícil”, argumentó.

La principal herramienta para mejorar en estos temas, según Cabrera, es generar conciencia a través de la información y habilitar espacios que faciliten estos debates, por ejemplo los departamentos de Género y Diversidad que ya tienen varias organizaciones, entre ellas el PIT-CNT.

En el campo político, el dirigente del PST apela a concepciones “arraigadas en la vieja izquierda”, que en el caso del FA se han desdibujado “por el crecimiento electoral y el acercamiento al centro político”. “En materia de derechos, la secularización de Batlle y Ordóñez de hace más de 100 años significó más avance que lo que ha hecho el FA. Al revés, con el veto de [Tabaré] Vázquez retrocedimos y permitimos que discursos como el de la Iglesia recuperen posiciones”, agregó.

Cabrera continuó en esa línea de razonamiento respecto a los principios fundacionales de la izquierda: “Hay minorías, por ejemplo las sexuales, que socialmente han quedado fuera de los márgenes, y ser de izquierda siempre fue ponerse del lado del más débil. Tenemos que visualizarlos y aceptar que tienen derechos. Otras sociedades han logrado avanzar en esos derechos fundamentales y el FA tiene que entender, cuanto antes, que eso también es un país de primera”.