Estas expresiones fueron compartidas ayer, el Día Mundial de la Libertad de Expresión, en una mesa redonda sobre el tema auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y Presidencia de la República. En la apertura, el titular del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), Ricardo Ehrlich, dijo que “en pleno cambio civilizatorio” la comunicación permanente hace que la realidad sea de una “riqueza impresionante”, pero eso genera un “cambio de referentes entre lo que es lejanía y cercanía”, creando dilemas en las personas, y “termina lejos lo que tenemos más cerca”. Los medios son “poderosos referentes y constructores de identidad social” y uno de los desafíos es cuidar la libertad de expresión “explorando territorios éticos con valentía”, dijo el ministro.
Luego fue el turno de Alberto Breccia. En primer lugar preguntó: “¿Dónde están los límites de la libertad de expresión? ¿Es irrestricta?” y dijo que por cada 100 veces que aparece la palabra libertad, “responsabilidad aparece una sola”. Breccia reconoció que le produce enojo que en un país donde abundan las “buenas noticias”, los informativos de televisión “están media hora mostrando sangre y muerte”. Eso “quiero discutirlo”, agregó, porque la comunicación “no es un campo diferente al de la sociedad y tiene que haber regulación y límites”.
Siguió preguntando “si es éticamente aceptable promover una civilización de consumo que nos está llevando a pensar que somos en cuanto tenemos o que las camionetas cuatro por cuatro vienen con la chica de los sueños incorporada”, y se dirigió a los publicistas “de derecha y de izquierda”. Después dijo que hay que enfrentarse a “esos demonios interiores” que llevan a pensar que el tema “no es discutible”. Finalmente, dijo que los medios tienen responsabilidad cuando “disfrazan opinión con información o cuando no firman una nota”. “Ni un solo gramo de censura, pero vamos a discutir estas cosas porque la responsabilidad es de todos”, concluyó.
A continuación y por videoconferencia, la relatora especial por la Libertad de Expresión de la Organización de Estados Americanos (OEA), Catalina Botero, destacó desde Túnez que Uruguay es uno de los países “con mejores prácticas en materia de libertad de expresión en la región”. Botero describió los cinco desafíos actuales de la Relatoría: la violencia contra los periodistas, expresada en una cifra de asesinatos que supera a las de países en guerra; el uso del derecho penal “para castigar a quienes han hecho críticas a funcionarios públicos”; la censura indirecta mediante el uso del poder estatal que regula, investiga arbitrariamente o asigna recursos “para cuestionar a los disidentes y premiar a los que aplauden”; la superación de la cultura del secreto mediante la “promoción del derecho de acceso a la información”; y la diversidad y el pluralismo en el proceso comunicativo para que “todos los sectores accedan”. El cumplimiento de estos puntos depende de “revisar los marcos jurídicos” regionales, destacó Botero.
En la mesa redonda, el director nacional de Telecomunicaciones y Servicios de Comunicación Audiovisual, Sergio de Cola, enumeró las últimas actividades de su administración. Dijo que allí se trabaja en la profundización de la aplicación de la Ley de Medios Comunitarios y su reglamentación, realizando un censo de radios comunitarias y llamados “para nuevos servicios en localidades del interior”. En infraestructura se trabaja junto con las radios de AM (amplitud modulada) del interior porque “la evolución tecnológica está poniendo en cuestión un servicio que llega al interior profundo y podría caerse”, advirtió De Cola. También se trabaja en la redacción final del proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, esperando “que en un plazo no muy grande” sea enviado al Parlamento. De Cola insistió además en que el decreto para regular la televisión digital busca establecer “reservas en el espectro radioeléctrico para los sectores comercial, público no gubernamental y comunitario”.
Públicos y ciudadanos
Por su parte, el director general de Secretaría del MEC, Pablo Álvarez, se centró en el papel de los medios de comunicación del Estado, que desde su punto de vista son “medios públicos estatales no oficialistas”. Álvarez no cree en “el equilibrio ni en la objetividad” y opina que “en ese recorte de la realidad” los medios públicos deben tener un papel de relevancia política con control parlamentario y ciudadano. Si bien éstos no deben seguir el “rating”, eso “no debe ser excusa para poner cualquier programación”. “Arriesgamos contenidos que no van a ser transmitidos por los demás” como educativos, culturales, científicos, y eso jamás va a competir con el chimento o con Tinelli”, agregó.
Al final, Edison Lanza, representante de la Coalición por una Comunicación Democrática, presentó la “perspectiva de la sociedad civil” sobre el tema. Lanza hizo un llamado de atención “a no dormirse en los laureles” en el país porque si bien Uruguay se destaca en la región, “hay que compararse con los indicadores estándares de UNESCO”. En este sentido dijo que debe existir un sistema jurídico consecuente con garantizar la libertad de expresión, diversidad de medios y un sistema de capacitación profesional adecuado, y que Uruguay está en el lugar 29 en el mundo, según el Índice de Libertad de Prensa. También señaló que “tenemos una fuerte concentración” en los medios, con “tres grupos dominantes que controlan 85% de las audiencias, con empresas conjuntas que se reparten el mercado y dominan la renta de la publicidad”. Para Lanza, la televisión digital “nos pone de nuevo frente a la concentración” y preguntó: “¿Vamos a reforzarla o a apovechar a generar espacios de diversidad”.
Finalmente, dijo que Uruguay está rezagado en la discusión sobre autorregulación ética de la profesión porque “no hay mecanismos para radicar una denuncia” y los ciudadanos “tienen que contratar un abogado y transitar un largo camino”. En este sentido propuso crear un consejo de ética, la figura de un defensor de audiencia y tener un código ético de referencia, iniciativas que fueron compartidas por el resto de la mesa.