-¿En algún momento pensó en ser candidato a la presidencia del FA?
-Sí. Hubo una semana en la que, no por iniciativa nuestra, sino por propuestas similares de otros sectores políticos, se examinó la posibilidad de una candidatura de consenso, pero después vinieron los acuerdos conocidos y el criterio del presidente de que los ministros no participáramos en la elección, que compartimos plenamente. En caso de haber aceptado la candidatura hubiera renunciado al ministerio.
-¿Quién hizo esa propuesta?
-Surgió en Alianza Progresista, y luego en otros sectores, pero prefiero guardarme los detalles.
-¿Mujica sabía que se manejaba su nombre?
-No lo sé. Fue bastante antes de la decisión del presidente de que los ministros no participaran de la elección. Hubo una semana en la que tuvo posibilidades mi candidatura sabiendo que nadie reúne unanimidades, que por otro lado serían sospechosas. Son procesos muy rápidos, si no se opera muy rápidamente y se concreta después se abren. Quizás fue lo mejor que pudo haber pasado: se abrió una pluralidad de candidaturas y el FLS escogió una muy buena candidata, una mujer, que era una deuda pendiente, y con propuestas de cambio.
-¿Aceptaría si Xavier le propone una vicepresidencia?
-No, porque en principio Alianza Progresista va a proponerle a sus aliados que la vicepresidencia sea para Rafael Michelini.
-¿Qué opina respecto de que su remoción haya sido justo después de las elecciones del FA?
-No creo que haya tenido relación una cosa con la otra. El presidente manejó el tema de la conveniencia de la renovación en los ciclos y el mío fue bastante largo. Cuando renuncié el FA estaba en proceso de escrutinio. Íbamos para ocho años y era un ciclo largo, pero además hay continuidad con nuestro trabajo, con un equipo entero que puede continuar lo que hicimos colectivamente.
-¿Podría haber generado rispidez si se concretaba antes de la elección?
-No creo tampoco. Los cambios de gabinete deben estar siempre latentes en la agenda política sin que representen ningún drama. Tampoco tuvo que ver con algunas medidas de Argentina que pudieran afectar al turismo, o con alguna influencia sobre la posición que he mantenido con respecto a Tenfield.
-¿Cuándo se enteró de que la salida estaba prevista para julio?
-Quizá iba a ser en julio o quizá más adelante. El presidente había manejado un criterio flexible, que eventualmente podría coincidir con otros cambios. Me convocó un lunes por teléfono, para ir el día siguiente a la Torre Ejecutiva. Ese mismo lunes de noche, un noticiero ya daba la noticia del cambio. Entonces Mujica me explicó que conocía lo de la filtración y que lo lamentaba mucho. Es un tema que hay que mejorar. Administrar esas filtraciones en un provisoriato hubiera sido muy incómodo, aunque hubiese sido sólo por dos o tres meses. No favorece la mejor gestión de gobierno. Como en nuestro caso no había transición con un equipo distinto que justificara compartir durante un tiempo las cosas, le dije que, si podía, hacíamos el cambio de inmediato. De manera que sí pedimos ese adelanto, pero no por enojo, sino porque era un proceso natural de recambio político.
-¿Hubiera continuado en el cargo hasta 2015 de lo contrario?
-Sí. No sé si eso hubiera sido bueno. Uno cree que tiene que seguir, pero al mismo tiempo creo en la renovación de los ciclos. Llegado el momento cuesta un poco cambiar esa rutina cotidiana de tantos años.
-¿Pero siente que se estaba "burocratizando"?
-El presidente manejó el tema de la burocracia luego. Y no me siento aludido por la reflexión que realizó en el Consejo de Ministros. Eran relativamente frecuentes sus reflexiones de carácter filosófico, muy profundas y conceptuales sobre los problemas del gobierno, del país o de la vida. No me pongo el sayo vinculado a la apelación de la burocracia, pero sí comparto que ése es un problema que tenemos. A veces en el gobierno sigue existiendo mucho chacrismo.
-Cuando Mujica se reunió con Eduardo Bonomi y el presidente de Tenfield, Nelson Gutiérrez, para hablar sobre los derechos televisivos, usted admitió que se había sentido incómodo. ¿Alguna vez habló con el presidente de ese encuentro?
-Nunca lo hablamos. Hay situaciones que el presidente está en todo su derecho de llevar adelante, pero pueden debilitar política o institucionalmente la acción del ministro que actúa en el campo de competencia de esa situación.
-¿El gobierno debió apuntar con más fuerza a que los partidos de la selección uruguaya sean emitidos en televisión abierta?
-Sí. Hubiera deseado haber tenido una actitud mucho más firme, pero confío que en el futuro está pendiente un debate y resoluciones en el gran tema de las comunicaciones. Y en eso uno de los tantos aspectos es el tema de los derechos de televisación y la apertura hacia la sociedad. Estoy a favor de los derechos de la mayoría y el bien común, y ojalá que en estas propuestas vinculadas a la comunicación que están ahora en la agenda se pueda avanzar hacia el pluralismo y la apertura.
-¿En qué etapa se encuentra su denuncia contra Gutiérrez por difamación e injurias?
-Sus abogados presentaron un recurso de inconstitucionalidad ante la decisión de la jueza [Claudia Kelland] de convocar a una audiencia intimando a la presentación de pruebas, pero la Suprema Corte de Justicia finalmente laudó a favor nuestro. Ahora está previsto para mediados de julio una audiencia en la que van a tener que presentar las pruebas acerca de cuáles son los sectores privados que estuve defendiendo. Mi relación con esta empresa [Tenfield] siempre ha sido difícil, pero no sólo por este tema. También con la ley de transferencia de los jugadores profesionales que ojalá apruebe el Parlamento.
-¿Qué diferencias hay entre el gabinete de Tabaré Vazquez y el de Mujica?
-Son criterios políticos de conformación muy distintos. Vázquez se orientó a liderazgos o a dirigencias sectoriales, por lo menos hasta la mitad del período, y lo de Mujica fue distinto, ya que trató de combinar componentes técnicos desde el inicio. Con Mujica se profundizó el trabajo de los gabinetes temáticos, aunque existían coordinaciones en el gabinete de Vázquez. Por su propia naturaleza de gestión, Vázquez tenía un poco más de orden en el funcionamiento cotidiano.
-¿Y en cuanto a la forma de trabajo de ambos presidentes?
-Tienen características diferentes, por historias y peripecias personales muy distintas. Son estilos distintos y también sucede que hay concepciones políticas que tienen diferencias importantes, principalmente en aspectos vinculados a cómo se entiende la economía, a los programas insignia de Presidencia de la República o al relacionamiento internacional. Pero eso no debe ocultarse, ya que forma parte del pluralismo y de la diversidad.
-¿La OPP ha tenido un rol diferente en este gobierno?
-Sí, se ha visto ahora en la Rendición de Cuentas. Hay diferencias, hay énfasis, hay matices, a veces estos se expresan públicamente, pero a la hora de grandes definiciones macro en términos del espacio fiscal hay coincidencias con el director Gabriel Frugoni. Las diferencias son legítimas y comunes.