En 72 horas será interpelado por el senador nacionalista Sergio Abreu y tiene pendientes otras cinco convocatorias al Parlamento. Este jueves el tema será el ingreso de Venezuela al Mercosur y la suspensión de Paraguay, dos decisiones sobre las que no habrá marcha atrás. El canciller Luis Almagro recibió a la diaria en su chacra en Canelones para hablar de política exterior, de sus orígenes y de su futuro como dirigente político. Se refirió a su relación con José Mujica, a quien hoy le adelantará los resultados de la auditoría de la Comisión Administradora del Río de la Plata (CARP), que arroja que la delegación uruguaya cumplió con todas las normas. Más tarde viajará a Perú, donde explorará un TLC con el país andino.

No nos cortamos solos

Almagro respondió a las críticas que surgieron en el ámbito internacional respecto de la voluntad del gobierno uruguayo de legalizar la marihuana. El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, opinó que Uruguay actuó de forma unilateral. “No hay unilateralidad. Uruguay está proponiendo en todos los ámbitos multilaterales, por lo menos desde 2007, una discusión profunda sobre este tema; no estamos tomando de sorpresa a nadie. Uruguay ha planteado esto en todos los ámbitos internacionales pero ha sido imposible abrir un diálogo en la materia, y eso no es culpa de Uruguay”, sentenció.

A mitad de camino entre Santa Lucía y la ciudad de Canelones, luego de atravesar un sendero de balasto, en la portera que da a una casa amarilla con techo de tejas esperaba Luis Almagro, de boina, botas y camisa a cuadros. Cuando tenía tres años, en Cerro Chato (Paysandú), su padre le enseñó una fórmula de presentación: “Yo soy Luis Almagro Lemes, para servir a usted, al Partido Nacional y al Club Nacional de Football”. Hoy le queda poco de su “pedigrí” blanco pero conserva el tricolor y mantiene el gusto por el campo, donde vivió hasta los 12 años. “Te quedan sensaciones de todo tipo: visuales, olores, emociones”, dice, y muestra retratos en blanco y negro de sus abuelos y bisabuelos blancos, vestidos de bombachas.

En el salón principal no hay fotos de presidentes con bandas en el torso ni bustos de próceres. Sí abundan libros en varios idiomas -algunos abiertos y subrayados-, diccionarios, cuadros y los niños que deambulan jugando y haciendo preguntas. Almagro tiene siete hijos y en el momento de la entrevista había cuatro en la casa.

Estudió Derecho y se recibió de abogado, pero cuando había arreglado todo para trabajar en un estudio jurídico se dio cuenta de que no podía pasar los siguientes 50 años de su vida ahí adentro. Entonces, “como el mundo tiene respuestas inmediatas”, encontró un aviso de la Cancillería para ingresar en la carrera diplomática. Desde entonces ocupó cargos de jerarquía en las cancillerías de gobiernos blancos y colorados y se desempeñó como embajador en Alemania y China, entre otras funciones. “Lo que te puede pasar, y les pasa a muchos, es ir perdiendo hijos por ahí. También tenés que superar esas lógicas de desarraigo respecto del propio país que pueden tener tus hijos”, comenta.

De Martín García a Paraguay

-Todavía no se concretó el acuerdo anunciado en torno al dragado del canal Martín García. ¿En qué está la negociación? -Precisamos definir un aspecto técnico pero que requiere una definición política: si el canal se ensancha a 32 o a 39 metros. En algún momento nos tendremos que ver con [el canciller argentino Héctor] Timerman o lo tendrán que ver los presidentes para definir ese tema. Uruguay prefiere los 39 metros en general, aunque hay gente que ha dicho que 39 metros es un ancho superfluo y sólo agrega complicaciones técnicas al dragado. Pero te permite más carga. Argentina propuso a principios de mayo ir a 39, nosotros estamos de acuerdo, pero ahora parece que ellos no lo han terminado de cerrar a la interna.

-¿Y el informe ambiental sobre la planta de UPM y la desembocadura del arroyo Gualeguaychú? -El cronograma que nos habíamos puesto era sacar primero el tema del dragado y después resolver la publicación de los datos. Hasta ahora los más interesados en ellos han sido la oposición uruguaya y los ambientalistas de Gualeguaychú. Para satisfacer a ambos, esperemos publicarlos a la brevedad posible.

-¿Cómo es negociar con Argentina? -Me estás preguntando: “¿Qué siente cuando negocia con Argentina?”. Una profunda emoción [se ríe]. Los temas que estamos negociando son anteriores a que cada uno de nosotros fuera país. Ahí se ponen en juego intereses sectoriales, sindicales y políticos que hacen que la negociación sea extremadamente compleja. Todos estos intereses no han podido sacarse todavía la lógica del juego suma cero, por la cual lo que gana uno lo pierde el otro. Eso sucede tanto a la interna de los países como en la dinámica de la relación entre éstos. Sin embargo, en un contexto como el del año pasado, en que hubo medidas de Argentina que afectaban importaciones, Uruguay logró crecer en el comercio global [con ese país], hubo más turistas, más exportaciones de servicios y se logró avanzar en la conversación de temas estratégicos. Pero en una relación como la de Uruguay y la de Argentina nunca llega el momento de pasar raya. No pasó raya Artigas y ninguno de los gobiernos del siglo XIX ni del XX.

-Chery anunció el viernes que planea cerrar su fábrica por las trabas argentinas. ¿Lo va a conversar con el gobierno argentino? -En función de la cantidad de puestos de trabajo y de su proyecto industrial, Chery es uno de los temas priorizados a la hora de discutir los temas comerciales con Argentina; es uno de los diez principales temas de discusión.

-El Tribunal de Revisión del Mercosur estudiará en los próximos días si las decisiones sobre Paraguay y Venezuela se ajustan a la normativa. ¿Qué importancia le da la cancillería uruguaya al fallo? -Hay que leerlo y defender los posicionamientos políticos que han tenido los países sobre este tema. El objetivo fundamental es la administración conjunta del fallo para llegar a una solución definitiva. Leerlo y administrarlo conjuntamente para que eso sea algo bueno para todos.

-En Mendoza no hubo una resolución escrita que habilitara a Uruguay a negociar bilateralmente por fuera del Mercosur. ¿Hay un compromiso de los presidentes? -Los presidentes resolvieron abrir la puerta a negociaciones bilaterales con otros países de la región, y para Uruguay es fundamental que sean de la mayor profundidad posible. El formato hay que acordarlo con cada país; se puede firmar un TLC, se puede buscar alguna forma de convergencia entre la Comunidad Andina y el Mercosur. Se va a empezar a conversar la posibilidad de un TLC con Perú.

-¿Qué concluye la auditoría que realizó el Tribunal de Cuentas sobre la actuación de la delegación uruguaya en la CARP, donde se habló de una eventual coima a favor de una de las empresas? -La auditoría contiene definiciones claras en cuanto al cumplimiento por parte de la CARP de las cláusulas contractuales para la prórroga de servicios de mantenimiento del dragado. La delegación uruguaya se ajustó a las normas que rigen su desempeño.

Hasta hoy se reúne de vez en cuando con los ex cancilleres Didier Opertti (Partido Colorado) y Álvaro Ramos (Partido Nacional), de quienes fue secretario. “Recordamos pero también analizamos un poco la situación general de la política exterior. Es bueno tener la memoria de los que estuvieron. La política exterior del país es una construcción, hay muchos temas en los que hay una linealidad”, considera. También veía “cada tanto” a sus antecesores Gonzalo Fernández y Reinaldo Gargano. Almagro planea que el nombre de este último designe el anfiteatro del Instituto Artigas de Servicio Exterior.

La oposición

Pese a que la relación con sus antecesores blancos y colorados en el ministerio es buena, no sucede lo mismo con la oposición, que luego de la cumbre del Mercosur en Mendoza -en la que se habilitó el ingreso de Venezuela al bloque tras la suspensión de Paraguay- pidió en forma unánime su renuncia. A mediados de junio fue convocado al Parlamento en régimen de comisión general y este jueves será interpelado.

Almagro recuerda el apoyo que recibió en 2010 de todos los partidos, principalmente en cuanto a la relación con Argentina. Luego sobrevinieron las diferencias respecto de la anulación de la Ley de Caducidad y hoy “la oposición pasó de apoyar lo que veníamos haciendo [con Argentina] a transformar eso en el centro de la crítica”, evalúa el canciller. “El tema de Argentina fue tomado como bandera de crítica a la gestión de gobierno, una posición políticamente inadecuada de la oposición”, afirma. “Con los mismos que discutimos en un principio que era necesario pensar la relación con Argentina a largo plazo y construir sobre esa base de repente hacen un giro y se separan de ese concepto para empezar a criticar”, analiza. Cree que hay razones “de diferencias de visión estratégica” en este cambio pero también hay “una razón política fundamental”: “Si el primer año se pone la relación con Argentina como principal resultado de la gestión de gobierno, es bastante lógico que al otro año te la van a atacar, eso forma parte de la lógica política”, estima.

El canciller lamenta que se haya transformado “la negociación en política exterior en una discusión pública y abierta”, ya que esto “perjudica” la capacidad negociadora de Uruguay. “Al único que perjudica es al negociador de este lado, porque quedan muy expuestas las vulnerabilidades y dónde el otro te puede golpear, atacar o hacer sentir”, advierte. “Cuanto más discutís a la interna, menos política exterior hacés, eso está claro. Te limitan, te faulean. Cuando tenés seis convocatorias sobre seis temas diferentes para ir al Palacio Legislativo en un mes, vos para eso tenés que desatender cosas que son propias de la negociación internacional porque tenés que dar cuenta de esos temas, sobre muchos de los cuales no hay ni siquiera un resultado final”, cuestiona.

Mujica

El acercamiento de Almagro al Frente Amplio fue de la mano de Mujica. “Dicho así suena como que uno es más MPP que FA, pero es al revés. Es más FA que MPP, porque el propio Mujica es más FA que MPP”, asegura. Reparó en él políticamente en 1998, durante una interpelación al entonces canciller Álvaro Ramos. “De los 99 diputados, la presentación de Mujica fue la que más me impresionó”, confiesa, y asegura que le llamaron la atención su “espíritu libertario”, su “ética” y su “visión de estadista, de ver siempre qué es lo mejor para el país, de sustraerse de la realidad inmediata para ver dos jugadas más allá”. “Me ayudó a pensar mejor la política y a verla con mayor amplitud”, afirma el canciller. “Desde 1998, lo que más he querido en este mundo es que Mujica sea presidente de Uruguay. Era fundamental para que el país diera los pasos que tenía que dar para sacarse ciertas ataduras, ciertos prejuicios y complejos y redinamizar su propia dinámica política y social”, sostiene.

La oposición pidió la renuncia de Almagro luego de la cumbre de Mendoza alegando que lo resuelto allí por Mujica respecto del ingreso de Venezuela al Mercosur contradecía la opinión del canciller. Almagro todavía recuerda cuando en 2006, mientras trabajaba como técnico del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y participaba por esa cartera en las negociaciones para la firma de un TLC con Estados Unidos, leyó en los titulares de un diario que técnicos del MGAP “refutaban” al ministro José Mujica. Compró el diario y se enteró de que hablaban de él. Mujica había asegurado que Uruguay debía firmar no uno, sino 40 TLC, y Almagro había escrito un artículo enumerando razones por las cuales no era recomendable en aquel contexto firmar un TLC con Estados Unidos. “Mujica quería diversificar al máximo los mercados y encontrar las máximas oportunidades de acceso en el mejor contexto, y ésas eran las razones por las cuales yo había puesto que no era conveniente un TLC”, señala, y acota que ambos tenían y tienen la misma “visión estratégica del país”.

Ya como presidente, Mujica comentó: “Se me escapó el canciller”, cuando Almagro impulsó la anulación de la caducidad, y debió respaldarlo luego de la última cumbre del Mercosur, cuando tomó una decisión contraria a la opinión del ministerio. Almagro sigue opinando que no era conveniente el ingreso de Venezuela con Paraguay suspendido, pero comparte el fondo del asunto. “Queremos el ingreso de Venezuela porque queremos una visión más amplia y más política de la integración. Venezuela fue el primero que golpeó la puerta, y si al primero que golpeó se la cerrás, generás un efecto dominó que impide que otros puedan entrar. Capaz que sí, que yo me quedé trancado en la forma y el presidente fue al fondo de la cuestión”, señala.

No obstante, explica que luego de la cumbre tuvo que marcar claramente su postura “porque yo había marcado un posicionamiento antes de la reunión y obviamente tenía que decir lo que había hecho yo en esa reunión, coherente con ese posicionamiento que había marcado”. Aclaró que, pese a que todavía debe procesar los informes jurídicos sobre este tema elaborados por las direcciones de Asuntos de Derecho Internacional, Asuntos Políticos e Integración y Mercosur, la decisión no tiene marcha atrás. “Hay una decisión de gobierno que dice que entre Venezuela al Mercosur a partir del 31 de julio. Mi opinión como opinión institucional del ministerio no cambió, todo lo que dije hasta ahora fue verdad, y todo lo que dije lo pienso, pero ésos son insumos de una decisión que se toma por encima de mi posición institucional y que si yo soy institucionalista la tengo que respetar también”, manifiesta. Señala además que esa decisión “es favorable al interés nacional” y fortalece el Mercosur. Los informes -algunos de los cuales ya están en poder del canciller- analizan las decisiones tomadas en Mendoza y contemplan “los múltiples grises que tiene el derecho en un tema como el ingreso de Venezuela al Mercosur, que no es en blanco y negro”. Servirán para fijar la posición del país de cara a la cumbre del 31 de julio.

El futuro

Durante la discusión sobre la anulación de la Ley de Caducidad, el ex senador frenteamplista Jorge Saravia opinó que Almagro estaba “haciendo carrera” para algún organismo internacional. El canciller se ríe cuando lo recuerda, y cree que en su futuro “tiene mucho más probabilidades de ser político que de funcionario público”. “Siempre me dijeron cuál era mi puesto de lucha, y supongo que en el futuro me dirán algo también, o no me dirán nada y volveré a mi vida normal”, comenta. Le gusta la política por la posibilidad de que sus acciones tengan “efectos sobre el colectivo”. Su esposa, sudafricana y diplomática como él, le comentó en una oportunidad: “Pobres los que se creen que te estresás con la crítica o con la opinión pública, eso es como comida para vos”. “Y es comida. Me gusta esto. Pero aun en eso tenés que tener cuidado con otros pecados, como la gula. Hay que tener en cuenta que todos éstos son proyectos colectivos, en los cuales a veces tenés que dar pasos al costado, a veces adelante. Y también para atrás”, reflexiona.

En su chacra hay árboles frutales, un arenero para los niños, un arroyo que no figura en el mapa. Tiene dos ovejas que prefieren pastar en el campo del vecino. Se despide recordando, sin demasiada alegría, que luego de su licencia médica de la semana pasada debe viajar a Perú hoy y el jueves lo espera la interpelación. “Espero que no recaiga, si no a mi amigo Abreu le va a dar algo”, bromea.