El diputado nacionalista Gerardo Amarilla (Aire Fresco) lanzó ayer, en pleno debate por la legalización del comercio de marihuana, su libro Una amiga peligrosa. La droga en el corazón de la sociedad. La portada de la publicación es por demás sugerente: muestra una estatua que representa a la Justicia, cuyo brazo, que sostiene la balanza, ha sido amputado y sustituido por una jeringa que contiene un líquido verde. A su vez, la estatua está apoyada sobre un estrado grafiteado con el clásico símbolo de la hoja de marihuana. Según informó el diputado, la propuesta del gobierno de legalizar el comercio de marihuana llegó cuando el libro estaba en imprenta, por lo que no se pudo abordar.

Discriminado

Consultado por la diaria, Amarilla opinó sobre las declaraciones de quien iba a asumir el rectorado de la Universidad de Montevideo, Mercedes Rovira: “Es un tema complejo y delicado. Creo que hay una gran campaña de intolerancia para los que pensamos diferente. Estamos asistiendo a una inquisición de determinados sectores que solamente logran publicidad cuando logran declaraciones de este tipo”.

En cualquier página del libro Amarilla deja en claro que considera que el paradigma prohibicionista de las drogas no ha fracasado y que no simpatiza con la despenalización de ninguna droga. De hecho, en la página 83 del libro considera estas medidas “un verdadero disparate”. El legislador propone en cambio la “rebelión de los padres”: “Como padres tendríamos que rebelarnos ante tanta indiferencia por parte del Estado”. Esas mismas palabras expresó Amarilla durante la presentación en la antesala del Palacio Legislativo, al afirmar: “Las autoridades no se han dado cuenta del problema”. Dijo que junto con otros diputados nacionalistas visitó el Portal Amarillo y había sólo 35 camas, 20 de las cuales estaban sin utilizarse, mientras que se había contratado a 100 técnicos para abordar el tema.

El libro es en su mayoría una recopilación de las visitas que recibió la Comisión Especial de Adicciones e Impacto en la Sociedad Uruguaya. En él cuestiona las posturas de aquellos que pasaron por la comisión y critican el paradigma prohibicionista, cuya denominación considera despectiva, y resalta aquellas más afines a su pensamiento: las que advierten del peligro que puede suponer para la salud y la sociedad una legalización de las drogas, que las comparan con el aumento del delito y que resaltan que puede existir un aumento de los llamados “consumidores problemáticos”.

Es así que Amarilla resalta los trabajos de rehabilitación del pastor Jorge Márquez, del sacerdote Gustavo Larrique, del Proyecto Renacer y de la ONG Remar. En cambio, el diputado cuestiona fuertemente al secretario general de la Junta Nacional de Drogas, Julio Calzada, a Prolegal, y especialmente al sociólogo Rafael Bayce, a quien no deja de reconocer, ya que tuvo la posición “más desafiante” y “más removedora”. “Me obligó a ubicarme frente a la complejidad del tema”, dice en el libro, aunque lo acusa una página después de hacer afirmaciones de “carácter ofensivo”, que “tienen un componente acusador de megaconspiración”, cuando el catedrático denunció en la comisión que “hay una especie de pareja maldita, de fundamentalistas morales y corruptos por intereses, que opera junto al sistema, y unos cubren a otros porque éstos, en su sacrosanta persecución de los valores, aceptan que haya una manga de corruptos impresionante que está operando con el tema, a nivel terapéutico y represivo”.

En diálogo con la diaria, Amarilla apostó a combatir el narcotráfico mediante la reducción de la “demanda”, que es el “eslabón que no se analiza”. Se mostró partidario de desmotivar el consumo sin penarlo, pero dijo que hay que apuntar a la “educación y formación” sobre el consumo de sustancias. “En las escuelas les hablan del tabaco y el alcohol, pero no se habla del impacto de la marihuana”. También consideró que el enfoque del gobierno es errado, ya que desestimó que el problema del narcotráfico “sea de marihuana”, aunque reconoció que “se está trabajando con cierta seriedad en el lavado de activos” y dijo compartir el “concepto” de la internación compulsiva de adictos. Pero también el diputado apela a otra arma, que opina que es “la más fuerte y que ha logrado grandes cambios en la historia de la humanidad: el amor”.