Las cancillerías de Argentina y Uruguay todavía no lograron acordar un informe conjunto respecto del monitoreo de la planta de celulosa de UPM y de la desembocadura del arroyo Gualeguaychú, que se viene realizando hace ya 14 meses. El Concejo Deliberante de Gualeguaychú, órgano legislativo de esa ciudad, aprobó por unanimidad tres días atrás solicitar al Congreso argentino que evalúe si existen elementos que ameriten recurrir nuevamente a la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Los concejales consideraron que Uruguay actúa “de mala fe” y que los resultados no se conocen “por la negativa de Uruguay a dejar sin efecto la norma especial para la planta de UPM en lo que hace al estándar temperatura”.

Esto es precisamente lo que está trabando la divulgación del informe científico conjunto, explicó a la diaria una fuente de la delegación uruguaya en la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU). Ambas delegaciones en ese organismo habían acordado que la temperatura máxima para el vertido de los efluentes de UPM al río Uruguay sería de 30 grados, pero en abril de 2011 Uruguay resolvió en forma unilateral elevar ese límite a 37 grados, para adaptar estos parámetros a los que se aplican a otras empresas similares, por ejemplo, Montes del Plata. En las notas reversales sobre el monitoreo, aprobadas por ambas cancillerías en agosto de 2010, se establece que será la CARU la que disponga “las pautas o lineamientos generales sobre los planes de monitoreo”. Se establece además que la información sobre el monitoreo debe ser pública.

Argentina alega que la decisión uruguaya fue inconsulta y que no respeta el fallo de La Haya, que dio a la CARU la potestad de establecer los parámetros del monitoreo. Uruguay sostiene que Argentina fue informada del cambio y no presentó reparos, aunque esto no consta en ningún documento. El reglamento de la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) prevé que puede elevarse la temperatura de los efluentes cuando “la industria demuestra que no produce efectos negativos”, apuntó una fuente de la delegación uruguaya en la CARU. Uruguay alega también que la normativa interna de Entre Ríos, por ejemplo, fija 45 grados como temperatura máxima para el vertido de efluentes, por lo cual no se entiende por qué molesta a Argentina que UPM lo haga a 37. La misma fuente de la CARU señaló que UPM debió retirar una bomba de enfriamiento de la planta luego de un acuerdo con Argentina y eso hizo elevar la temperatura del vertido.

Consultado al respecto por la diaria, el presidente de la delegación uruguaya en la CARU, Gastón Silbermann, no quiso dar detalles sobre los resultados de los monitoreos ni sobre las razones por las cuales todavía no se han hecho públicos. Se limitó a señalar que, según los informes que mensualmente analiza la Dinama a partir de las mismas muestras que llegan al comité científico binacional, “en Uruguay sabemos perfectamente que UPM no contamina”. “Cuando el gobierno así lo entienda, la delegación uruguaya va a dar su visión y su versión de los acontecimientos”, sostuvo Silbermann.

Minúscula

En medios diplomáticos uruguayos circulaba la versión de que los informes sobre el monitoreo no se divulgaban porque Argentina no tenía interés en que se hicieran públicos, dado que arrojaban malos resultados respecto de la calidad de las aguas del río Uruguay en la zona de la desembocadura del arroyo Gualeguaychú, el otro sitio donde se fijó el monitoreo binacional. Esto coincide con los pronósticos de actores políticos de todos los partidos, que especulaban respecto de altos niveles de contaminación en la vecina orilla. Sin embargo, una fuente de la delegación uruguaya en la CARU sostuvo que el monitoreo no concluye “nada dramático”. “A veces se sobrepasa algún parámetro, pero no se puede hablar de contaminación por eso, por lo menos no de contaminación con mayúscula”, indicó la fuente.

Mientras tanto, los monitoreos se siguen haciendo mes a mes. El próximo será el 28 y 29 de agosto. Silbermann informó que a partir de ahora se está en condiciones de enviar las muestras a laboratorios argentinos y uruguayos. Hasta el momento el análisis lo realizaba un laboratorio canadiense.