Una máxima en política es apelar a lo que dijo el prócer nacional o algún líder histórico del partido para justificar un pensamiento o una acción. “Ya lo dijo Fulanito”, dirá el dirigente, aunque Fulanito en realidad dijo algo más o menos parecido o rozó el concepto. O usó una palabra. No importa. Se hará calzar eso con fórceps para avalar dichos y acciones.

Siendo el fraseario artiguista acotado y ya ampliamente exprimido, por lo general se termina buceando en el ideario de líderes históricos. Varios sectores del Frente Amplio (FA) tienen en el pensamiento de Liber Seregni un anclaje para justificar decisiones. En el Movimiento de Participación Popular (MPP) se puede recurrir a Raúl Sendic o esperar un poco para pedir prestado del pensamiento de Mujica, quien, de quedar bien parado ante la historia, les dará a los futuros MPP material en abundancia para citar. Los blancos, que tienen a Herrera un tanto encajonado, están recurriendo a Wilson, cuyo pensamiento está a punto caramelo si se quiere combatir desde la centroizquierda al FA.

Y tenemos al Partido Colorado (PC). “Más batllismo” es el leitmotiv que viene utilizando el líder de Propuesta Batllista (Proba), José Amorín Batlle, cada vez que critica al gobierno o propone algo. Un apellido y la presencia de dirigentes históricos del PC le darían tácitamente a Proba la exclusividad de la marca “Batlle”. Pero el PC está hoy gobernado por Vamos Uruguay, con Pedro Bordaberry a la cabeza, al cual se le suele exigir “batllismo”.

Éste responde con la búsqueda de coincidencias entre su pensamiento y el del viejo Batlle, al punto de llegar a lo que sucedió días atrás en la presentación del libro Ideología de Batlle, de Antonio Grompone (http://ladiaria.com.uy/articulo/2012/8/en-cierta-medida/), publicado en 1962 y reeditado recientemente. En la presentación, Bordaberry leyó un fragmento de un discurso radiofónico de Batlle de noviembre de 1922. Ese texto, que no está en el libro, estaba centrado, según Bordaberry, en “la defensa de la vida del niño”, y con su abordaje se podría “ingresar en aguas profundas”, aludiendo a la despenalización del aborto.

¿Qué decía Batlle en aquella alocución? “Nuestro Partido, escudo de los débiles, no podría haberle negado su protección. El niño es débil como una flor. La solicitud que sentimos por él duplica la que experimentamos por otro ser que también reclama nuestra ayuda, la madre […] Solemnemente se proclama el propósito de declarar por ley que la madre, cualquiera que sea su estado civil, merece bien de la República. Nos interponemos así entre ella y el prejuicio social que pretende abatirla cuando no ha cumplido los ritos de la religión o los preceptos del Código para ser madre. Y la declaramos sagrada, siendo un mandato que recibe de la naturaleza, el de perpetuar la especie. Resolvemos sostener así a la mujer cuyo aniquilamiento injustamente se quiere y garantir al niño su primer derecho esencial, el derecho al calor, al perfume, al pecho pródigo, al cariño y al amparo de la madre […] Queremos además salvaguardar su vida en su azaroso comienzo. Cuántos perecen en las entrañas de la madre, que no osa afrontar a sus acusadores y busca en la muerte, para ella y para su hijo ilegítimo, un refugio seguro. Y al primer vagido, cuántos son estrangulados, sofocados o entregados a la intemperie, para que los ultime, en la soledad y complicidad de la noche, al derrumbarse el juicio de la pobre madre, casi siempre también una niña, ante la necesaria confesión de la falta que ella, como sus acusadores, reputa inmenso delito: la falta de haber concebido a su hijo sin la solemnidad previa del matrimonio, solemnidad que contemplaríamos como un acto de impudor, si no estuviésemos tan acostumbrados a ella”.

Más allá de algún pasaje difuso, Batlle propone claramente defender del escarnio público a la mujer que quedaba embarazada sin haberse casado, o que tenía un hijo con otro que no fuera su marido. Nada indica que esté cuestionando la decisión de la mujer de abortar. Sí es claro el espíritu de condenar a los que condenaban esa situación, a los prejuiciosos. Y el de darle a la mujer contención para que no tenga que optar por abortar.

Sin embargo, Bordaberry dijo en la presentación que leyó este pasaje en ocasión de “decisiones que tuvo que tomar”, ya que “algunos decían que era batllista o no batllista tal o cual posición” vinculada al aborto. Tras puntualizar que se trataba de un convencimiento personal, remató diciendo: “Si me animo a interpretar este fragmento, creo que está más en mi posición [en contra de despenalizar el aborto] que en la otra”.

Luego dijo que no iba a cometer el error de afirmar que Batlle estaba de un lado o de otro y que no había encontrado un pronunciamiento de Batlle sobre el tema. ¿Por qué entonces aventurar una hipótesis? ¿Para qué inferir algo de lo que no se tienen pruebas firmes?

Un ejemplo más de cómo los dirigentes políticos pueden forzar interpretaciones de lo dicho por sus líderes históricos para justificar decisiones que, en este caso, seguramente vayan a contramano de la línea histórica de su partido.