-¿Qué temas ha discutido la coordinación del FLS de cara al activo del 20 de setiembre?

-La discusión tiene una clara definición de [el vicepresidente Danilo] Astori de que el FLS tiene el enorme desafío de contribuir al gobierno del FA para avanzar en el proyecto de cambios. Las energías tienen que estar concentradas en eso. Debemos debatir hacia adentro del gobierno y del FA, evitando roces que no contribuyan a fortalecer la unidad. En eso se inscribe la decisión de Danilo de no ser candidato y de promover la figura de Tabaré [Vázquez]. Hay además un planteo del FLS de lograr juntar al PIT-CNT, los sectores universitarios, gente en los barrios, para generar espacios de debate de la línea política del FA y contribuir al nuevo programa.

-Eso parece ir en contradicción con posiciones que adoptó el NE y legisladores de AU, que criticaron públicamente aspectos de la gestión del gobierno encabezado por José Mujica.

-Los aspectos de gestión nos preocupan a todos y en particular al presidente de la República. El FLS se siente responsable del conjunto del gobierno. Reconocer que tenemos problemas de gestión es una contribución a ver cómo los resolvemos.

-Mujica dijo a la revista Políticas que la crítica de la oposición es ideológica, ¿hay algo de eso?

-Las señales de identidad de un proyecto de izquierda no se juegan sólo en lo conceptual y en lo programático. También el modelo de gestión hace a la diferencia con un proyecto de derecha. Los mecanismos de transparencia, los ámbitos de participación y democratización de la relación del Estado con la sociedad civil, la incorporación de actores sociales en órganos de dirección hablan de una caracterización de un gobierno de izquierda. La gestión hace al proyecto de cambio y se deben profundizar las señales de identidad del proyecto.

-¿Por qué hay problemas de gestión?

-Los problemas de gestión han estado particularmente planteados en la salud, la educación y la seguridad. El modelo de gestión, al incorporar actores sociales, queda en una zona gris donde no se sabe bien cuál es el rol de la representación política y cuál el de la sociedad civil en la toma de decisiones. Ha habido conflictos y tensiones en diversos ministerios y órganos que han demostrado que la izquierda tiene debilidades para gestionar la compatibilidad de opiniones que no necesariamente son idénticas. Hay que definir con más precisión ese rol partido-sociedad-Estado. Yo no creo que en la gestión estén los buenos y los malos gestores, sino que el modelo tiene sus dificultades que tenemos que abordar sin dramatizar. Negarlas no nos hace bien y exacerbarlas sólo en términos enunciativos tampoco hace avanzar en una discusión profunda.

-Respecto del modelo de gestión, ¿la cuestión pasa por disminuir el peso de los representantes sociales como se ha propuesto o por lograr otro tipo de sintonía entre el FA y la sociedad?

-Pasa por eso último. Efectivamente la discusión tiene que ser con el conjunto de la sociedad civil. Los representantes sociales, en la medida en que el FA tenga un vínculo transversal con la sociedad civil, tendrán que estar en sintonía con esas opiniones mayoritarias. Hoy parece que el modelo o los intereses de la sociedad civil estuvieran en contravención con los intereses de la fuerza política en el Estado. Y no es cierto, no hay fuerza política que haya defendido las organizaciones sociales y en particular los sectores sociales postergados como el FA. La pregunta es si no estaremos atravesando un proceso en el que la falta de discusión política e ideológica del FA lleva a que yo alimente mi chacra y trate de resolver los aspectos del área que yo represento en el Estado, y no vea que soy parte de un proyecto mucho más inclusivo.

-Autoridades de la OPP y el asesor presidencial Pedro Buonomo han propuesto medidas para profundizar la redistribución de la riqueza. ¿Qué piensa de esos planteos?

-El proyecto de izquierda en su compromiso de cambios establece profundizar la redistribución de la riqueza. Para eso tenemos que empoderar a los actores sociales en esa discusión. Tengo la percepción de que en el marco de los niveles de crecimiento y desarrollo del país, eso se logra con mayor y mejor educación. Sostener este modelo distributivo que construyó la izquierda necesita unos niveles de crecimiento del país de forma sostenida que aún no tiene; tiene que seguir haciéndolo para poder mantener las conquistas logradas por los trabajadores y los sectores sin voz. Un tercer elemento tiene que ver con la distribución de la riqueza en términos de territorio: se necesita más masa crítica en el interior, más desarrollo del conocimiento y más oportunidades para la inversión.

-¿Qué piensa de la propuesta de incrementar hasta 30% el IRAE?

-El IRAE fue incrementado y se puede seguir incrementando, la pregunta es cuándo es el momento y en qué condiciones de desarrollo del país. Si sólo es incrementar a 30%, puedo tener mayor recaudación y mayor aporte de un sector, pero no tengo claro si eso impacta favorable o negativamente en las cadenas productivas y en el modelo de desarrollo, me faltan elementos de juicio. Lo que tengo claro es que con ese dinero en las arcas la redistribución de la riqueza va a seguir teniendo las mismas tensiones que actualmente. Si hubiera hoy un incremento, quizá la discusión se centraría en cómo se distribuye el salario de los funcionarios públicos en el marco de una Rendición de Cuentas, pero no tengo claro cómo les llega al peón rural o a la empleada doméstica esa distribución de la riqueza. El modelo de distribución necesita sociedad civil organizada para discutir democráticamente, para que los que tienen más peso corporativo o más fuerza no se lleven buena parte de la grasa dejando las flaquezas para los demás. Ése es un problema al que la izquierda le tiene que poner pienso, porque cuando uno mira las cadenas productivas ve un desbalance extraordinario.

-Autoridades de la OPP y Buonomo se han referido a dar una batalla contra el statu quo en la izquierda.

-En la izquierda corremos el riesgo de simplificar temas que son más complejos. El derecho de opinión y discusión lo tiene el conjunto de adherentes del FA, los elegidos por la ciudadanía o quienes éstos designen. En el Consejo de Ministros lo tienen los ministros o quien el presidente delegue en sus funciones. Si el statu quo se asocia a quienes están en la estructura del Estado, estamos manejándonos fuera de un formato institucional republicano que Uruguay ha asumido como tal y que el FA reivindica. Hay compañeros que creen que sólo ellos pueden hablar de algunos temas y creo que todos tenemos derecho a discutir, pero tenemos que asumir que para discutir de cualquier tema debemos tener una actitud de compromiso y de participación. Lo que quiero alejar decididamente, porque no le hace bien ni al gobierno ni al FA, es que, al margen de las posiciones políticas y de las visiones económicas, se desdibuje el centro de responsabilidad política e institucional. Las directrices de la economía las da el presidente de la República en acuerdo con el ministro. Tiene respaldo para la planificación estratégica del país en la OPP institucionalmente. Si hay compañeros que quieren utilizar elementos diferenciadores para marcar un perfil propio, le están haciendo mucho mal al gobierno y mucho mal al proyecto que nos permitió llegar a este lugar.

-¿Cuáles han sido los principales logros de este gobierno?

-Mantener un modelo de desarrollo que permitió seguir creciendo en medio de la crisis más importante de las últimas décadas. En segundo lugar, aun en el marco de dificultades con los países vecinos, se reconstruyeron vínculos y se sigue trabajando en un proceso de integración. Los niveles de inversión, de ocupación y de distribución de la riqueza han ido mejorando en la misma línea que en el período anterior. Con respecto a los gobiernos departamentales, han crecido los recursos nacionales que se distribuyeron sin mirar de qué partido es el gobierno. Se abordaron y se resolvieron temas complicados: las patentes y el subsidio del alumbrado público. Se avanzó significativamente en la línea del primer gobierno pero profundizando el modelo de cambios.