En los últimos años el presidente José Mujica ha citado en más de una ocasión las ideas del psiquiatra y escritor bestseller brasileño Augusto Cury sobre la existencia de un “síndrome de pensamiento acelerado”, causado por el exceso de información y de estímulos, que se caracterizaría por una especie de agitación mental con incapacidad de concentrarse, desaparición de la paciencia y rápida pérdida del placer causado por cualquier logro. O sea que, pese a la denominación del presunto síndrome, el doctor Cury no se refiere realmente a que el pensamiento se acelere (algo que no tiene nada de malo) sino a personas que viven aceleradas y que por lo tanto presentan, entre otros problemas, dificultades para pensar como es debido. Que las hay, las hay.

El brasileño es un personaje pintoresco, con algo de gurú. Dice de sí mismo, en su sitio de internet, que es un “investigador en el área de la calidad de vida y el desarrollo de la inteligencia”, y que ha elaborado “la teoría de la inteligencia multifocal, sobre el funcionamiento de la mente, el proceso de construcción del pensamiento y la formación de pensadores”. También asegura que “casi nadie entendió esa teoría, de tan compleja que es”. “Hablo con humildad, pero creo que hice importantes descubrimientos que probablemente reciclarán algunos pilares de la ciencia durante el siglo XXI”, escribió en uno de sus libros, que oscilan entre los formatos de novela, “autoayuda” y exposición académica, abarcan desde la psicopedagogía hasta el “análisis de la inteligencia de Cristo” y han sido publicados en más de 60 países.

Le debemos frases muy adecuadas para afiches con hermosos paisajes, como “Nadie es digno del oasis si no es capaz de atravesar sus desiertos”, “No tengas miedo de fallar, pero si fallas no tengas miedo de llorar y, si lloras, repiensa tu camino, pero nunca desistas”, o “No eres más un número en la multitud, sino un ser humano único e insustituible, a pesar de tus errores”. También otras difíciles de comprender, como: “Hasta en Matemáticas las teorías son limitadas. Incluso en las operaciones indiscutibles hay limitaciones, porque 1 más 1 sólo es 2 si el primer 1 es, en todos los niveles microesenciales, exactamente igual al segundo 1”.

A Mujica le gustó lo del “síndrome de pensamiento acelerado”. Lo mencionó en marzo de 2011 al realizar un balance informal de su primer año de gobierno en declaraciones al informativo de Canal 12, atribuyendo el concepto a “los ps... los que se dedican a estudiar eso” y aplicándolo para señalar que la gente quiere ver resultados rápidamente (http://ladiaria.com.uy/UCI). En una entrevista publicada ese mes por la revista Participando, del Movimiento de Participación Popular, usó el término en un sentido más cercano a las ideas de Cury: “Si hablara en términos de psiquiatría, diría que los jóvenes son masivamente víctimas del síndrome de pensamiento acelerado. Han recibido demasiados impactos emocionales [...] a veces conocen [mediante internet] a 50 tipos en una hora y se tiende a producir una conducta como se da en las adicciones, cada vez precisa más. A ese muchacho después le cuesta concentrarse, vive en términos de ansiedad, nos encontramos con dificultades y se lo achacamos a la enseñanza”. Por eso, remató, “tenemos que dar a los maestros y profesores herramientas que están en el terreno de la psiquiatría y no en el de la pedagogía”.

En junio de 2011, durante un seminario introductorio al décimo congreso de la Federación Uruguaya de Maestros y Trabajadores de la Educación Primaria, el presidente dijo que tal vez muchos jóvenes “padecen, sin que se den cuenta, síndrome de pensamiento acelerado”. En noviembre del mismo año, dedicó su audición radial en M24 al tema de la educación y sostuvo que “los psiquiatras” llaman “síndrome del pensamiento acelerado” a algunas consecuencias de la actual “civilización de la imagen”, en la cual “la subjetividad emocional está saturada” y “un niño de siete años ha recibido tantos estímulos emotivos como un hombre de 80 años en el transcurso de toda su vida hace un siglo”. Vemos “chicos ansiosos, a los que les cuesta concentrarse, inquietos, muchas veces agresivos, que cambian de una cosa a la otra [...]. Es una enfermedad de nuestra época”, aseveró. En esa ocasión citó expresamente a Cury.

A mediados del mes pasado, cuando participó en los actos de fin de cursos de la Escuela Militar y una vez más en declaraciones a Telemundo, Mujica opinó sobre la grave agresión sufrida por Tania Ramírez, y aventuró que una de las causas de la violencia social es “una cosa que los psiquiatras llaman síndrome del pensamiento acelerado”, porque “la gente se forma distinto, recibe muchos estímulos en pocos años”, y “eso genera caracteres ansiosos, poco pacientes, inestables, una serie de cosas que tendríamos que graficar para luchar contra ellas, pero no es fácil”.

En busca de explicaciones acerca del “síndrome del pensamiento acelerado”, que a esta altura ya le suena conocido a los comunicadores, el 4 de este mes, en el programa “Suena Tremendo” de la radio El Espectador, se consultó a la psiquiatra infantil Natalia Trenchi. Ésta, que no tiene un pelo de tonta, se abstuvo de mencionar a Cury o a Mujica, y afirmó que “en realidad es uno de los tantos nombres de una realidad a la que estamos asistiendo”, para desarrollar luego algunas ideas sobre las conductas y su relación con el cerebro, que no tienen demasiado que ver con los escritos del brasileño o su interpretación por parte del presidente (http://ladiaria.com.uy/UCJ ).

De todos modos, no hace falta ser psiquiatra, psicopedagogo ni discípulo de Cury para ver que es problemático emplear el pensamiento en forma superficial, sin la paciencia y la disciplina necesarias para comprender cabalmente los conceptos (muchos o pocos) con que nos topamos, aplicándolos luego en forma pertinente y creativa. Esto es malo si les ocurre a los jóvenes en el sistema educativo, y peor cuando les pasa a los adultos responsables de definir políticas en la materia.