Con el propósito de contribuir al debate sobre la regulación del mercado de la marihuana que el gobierno viene llevando adelante, la edición de diciembre de la revista Ser Médico que edita el Sindicato Médico del Uruguay (SMU) publicó un artículo sobre el tema, elaborado por una comisión interna del gremio.

En la nota queda reflejado que al SMU le preocupan varios aspectos vinculados a esta discusión. Entre ellos “la forma en que se está dando el debate” y el incremento del consumo de alcohol y de drogas ilegales “sobre todo entre los jóvenes”. Según la gremial médica, también es preocupante el mensaje gubernamental de que la regulación del mercado de la marihuana “incidirá positivamente en el problema del consumo y en el tráfico de drogas”, y además advierten por una “disminución de la percepción de riesgo vinculado al consumo de la marihuana”.

Entre los puntos se incluye además una señal de alerta por el “desdibujamiento de los objetivos de Salud Pública, que deberían ser los centrales en cualquier estrategia de políticas de drogas, para colocar el énfasis en eliminar las consecuencias de la estrategia de prohibición de la venta ilegal de marihuana y 'quitarle el negocio al narcotráfico'”.

“Los datos provenientes de la literatura científica muestran que el consumo de marihuana puede no ser inocuo, cambiando la popular percepción de bajo riesgo de su uso”, afirman los médicos en el artículo. Luego agregan que hay “una relación inversa entre la percepción de riesgo y los niveles de consumo de marihuana: si la percepción baja, el riesgo aumenta”. De hecho, se establece que “hubo un descenso significativo en la percepción de riesgo vinculado a la marihuana y es la única droga en la cual existe una diferencia importante de la percepción de riesgo entre los consumidores y no consumidores”, al punto que se ha convertido en “la droga ilegal más consumida y sobre la que existe menor percepción de riesgo”.

Entre los principales efectos secundarios del consumo de cannabis, el artículo rescata la “posibilidad de precipitar el inicio de la esquizofrenia en edades más tempranas, influyendo sobre su evolución y aumentando el número de descompensaciones”, aunque detalla que su consumo no aumenta la prevalencia de esta patología, sino “cambios en la evolución de la misma en relación con el uso crónico de marihuana, en poblaciones vulnerables”. Además puede, según dicen los profesionales, “incidir en trastornos de ansiedad”, desencadenar ataques de pánico, deteriorar el desempeño cognitivo con alteración del aprendizaje e inducir la aparición de trastornos del estado de ánimo. La revista del SMU argumenta también que el consumo es particularmente problemático antes de los 25 años, cuando el sistema nervioso central aún no completó su desarrollo.

Respecto a los usos medicinales del cannabis, se informa que la indicación “para la que existe más aval científico es la prevención y tratamiento de las náuseas y vómitos secundarios al tratamiento con antineoplásicos”, aunque también hay “evidencias basadas en los resultados clínicos aleatorizados y controlados en el tratamiento de la pérdida de apetito del síndrome de anorexia y caquexia (VIH y cáncer terminal)”, en esclerósis múltiple, tratamiento del dolor neuropático y control de la espasticidad muscular, entre otros síntomas. No obstante, se advierte que “los preparados cannabinoides en uso no son el tratamiento de elección de estas patologías”, ya que “no han habido suficientes ensayos clínicos que demuestren que los beneficios de la marihuana son mayores que sus riesgos en los pacientes cuyos síntomas se quieren tratar”. A pesar de esto, “no hay estudios que la descalifiquen como medicinal, frente a la refractariedad de otro tipo de tratamientos”.